El tránsito céntrico no da para más

El tránsito céntrico no da para más

17 Octubre 2021

Que el tránsito del centro de la capital tucumana es un caos no es una novedad para los vecinos. Es una problema que año tras año no encuentra solución. Hay varias razones ya diagnosticadas, estudiadas y probadas. Aumenta la población y el parque automotor sigue ese crecimiento en forma exponencial. El espacio físico para circular, en tanto, no varía desde hace décadas. A ello se le suman las masivas transgresiones a las normas de tránsito, una abrumadora falta de educación vial y la cultura “centrista” de los tucumanos. Ese proceder está muy arraigado, por la que la mayoría pretende ingresar al microcentro en un vehículo y casi siempre trasladando a una sola persona.

También agregan desorden y congestionamiento las deficiencias en el transporte público y una administración pública híper centralizada en unas pocas cuadras alrededor de plaza Independencia.

A las causas ya las conocemos, pero las soluciones no llegan. Se ha comenzado a desalentar el uso de autos y de motos en la zona neurálgica de la capital pero no alcanzan. Y no hay un empuje decidido a los traslados alternativos y más saludables, como caminar, andar en bicicleta o la nueva modalidad de los monopatines. Estos últimos, incluso, han sido secuestrados en varias oportunidades por el municipio. Al revés del mundo.

Para los peatones la ciudad no deja de ser hostil y agresiva. A pesar de las transformaciones realizadas aún sigue habiendo veredas muy angostas en el casco histórico y muchas hacen gala de su mal estado. Muestran desniveles, baldosas rotas que en muchos casos se deben a obras inconclusas de empresas de servicios. Lo mismo ocurre con los ciclistas, que pese a que cada vez son más gracias a las tendencias saludables a nivel mundial, en Tucumán enfrentan un gran riesgo al circular, justamente por la anarquía masiva.

En casi todas las calles dentro de las cuatro avenidas está prohibido el estacionamiento, ya sea 24 horas o en horarios comerciales, pero esto no se cumple. No sólo vemos autos estacionados en casi todas las cuadras céntricas, de Barrio Norte o Barrio Sur, sino que es común observar dobles y triples filas, en calles angostas y con recorrido de ómnibus, como por ejemplo San Juan, Córdoba, Laprida, Monteagudo o Junín.

Los taxis son otro caso de libre albedrío donde el municipio pareciera, mirar para otro lado. Los autos de alquiler paran en cualquier ochava y hasta en paradas de colectivos, como por ejemplo en las calles mencionadas o en otras como Muñecas, sobre plaza Urquiza, obligando a los ómnibus a detenerse en medio de la calle. Esto no sólo genera más congestión al tránsito, sino que es un riesgo para los conductores que deben desviarse abruptamente y para los pasajeros que ascienden y descienden en medio de la calle.

Hace una semana, dos periodistas de LA GACETA realizaron una prueba: cuánto se tarda en recorrer 10 cuadras del microcentro, al mediodía. Ambos realizaron el mismo recorrido (desde Marco Avellaneda y San Juan, hasta Plaza Independencia). Uno lo hizo en vehículo y otra periodista fue a pie. El primero tardó 18 minutos y la segunda 20 minutos. Esta prueba debería servirle a las autoridades para hacer campañas de concientización urbana y vial. En el centro de la capital circulan casi un millón de vehículos por día (jornadas hábiles). A ello se le suman casi 10.000 bicicletas y más de 300.000 peatones.

El municipio inició un cambio urbanístico, acorde a las grandes ciudades del mundo, con la ampliación de las semipeatonales, pero es evidente que es insuficiente. Deberían haber mucho más peatonales y semipeatonales, ampliarse más veredas, crear circuitos seguros para ciclistas y peatones y desalentar enérgicamente el ingreso de vehículos particulares al microcentro.

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