Columpio en la gran carpa peronista

Columpio en la gran carpa peronista

17 Octubre 2021

¿Está agotado el modelo K, como sentencian opositores, incluso del propio justicialismo? La pregunta -vigente aún hoy-, la trasladó este periodista al excanciller Rafael Bielsa, actual embajador en Chile. “El kirchnerismo -respondió en una entrevista de enero de 2011- es el peronismo del siglo XXI”.

Claro, siguió corriendo mucha agua debajo del puente. Decenas, cientos, de “movimientistas” se fueron pasando de bando, echando pestes contra “la jefa” Kirchner, pero la licuación, pese a la derrota de 2015, no termina de hacerse efectiva. Alfredo Cornejo y Gerardo Morales, mandamases del radicalismo, siguen reconociendo un “núcleo duro” del 33%. Son los que pesaron para el retorno de Cristina cuatro años más tarde, detrás de quien ella designó. Sinceramente, a dedo.

Algunos fueron regresando cansados a “la casita de mis viejos”: sobresalen el presidente Alberto Fernández y el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Otros, que actuaron como “Sanchos”, persisten en construir un peronismo “republicano”: el más notorio es Miguel Pichetto, quien estuvo al servicio de todos los ismos que sobrevinieron a la muerte del general Perón, el primero de julio de 1974, y fue candidato a vicepresidente, detrás de Mauricio Macri, en la elección general del “Sí, se puede” de 2019.

Es larguísima la fila de los “ex peronchos” que construyen una alternativa política, bajo el paraguas de Horacio Rodríguez Larreta: Diego Santilli, Patricia Bullrich, Cristian Ritondo, Emilio Monzó… los hay outsiders, fervorosos de una tercera vía, como el ex ministro Florencio Randazzo o el anatematizado -por su gestión como secretario de Comercio- Guillermo Moreno.

La “catástrofe” en las PASO -según escribió en su descarnada carta Cristina tras la paliza del 12 de septiembre-, ¿podría ser, ahora, el principio del fin del kirchnerismo? Nadie sabe, con certeza, si esta vez la batahola interna -donde además de las estructuras tradicionales, hay que sumar a los movimientos sociales crecientes al compás del desempleo, la pobreza y la marginación-, servirá para extender un certificado de extremaunción a los chicos no tan chicos de La Cámpora, o habilitar la reproducción de lo que muchos veteranos sindicalistas definen jocosamente como “una bolsa de gatos”.

El peronismo no es invencible en las urnas. Falta demostrar si constituye una garantía de gobernabilidad. El cachetazo de las PASO provocó los cambios en el gabinete reclamados (quizá no todos) por Cristina: la derecha (?), la misma que podría dialogar empáticamente con Pichetto, llevó a un referente de la Liga de Gobernadores, Juan Manzur, a la jefatura de Gabinete. Para mandar y tratar de revertir o achicar la asombrosa diferencia de votos en la pelea verdadera por los cargos legislativos.

“No hay que olvidarse que esto es la Argentina. Se puede pasar del amor al odio. Del odio, a la vuelta al pasado, al ancien régime, al carácter fundamentalista o fundacionalista. El personalismo y el providencialismo –afirmó hace más de una década Bielsa-, producen muchas consecuencias”.

En pandemia, habrá que hacerse de más paciencia antes de entrar al cementerio. El periodista Jon Lee Anderson, en diálogo con radio Nihuil, de Mendoza, dijo recientemente que el país es muy complejo: “Lo entienden y lo desentienden los argentinos, apasionada y polarizadamente”.

Usó una metáfora: “es una gran carpa peronista con un columpio que va de derecha (por Carlos Menem) a la izquierda (del matrimonio Kirchner)”. El escritor norteamericano concluyó que, al final, son todos argentinos. Al ver, verás. El 14 de noviembre.

© LA GACETA

Arnaldo Paganetti - Periodista. Siguió cursos de  perfeccionamiento en Harvard. Trabajó en Clarín, Televisión Pública, Canal 13, DyN, Crónica, La Nación y Río Negro.

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