16 Octubre 2021
Con el pintoresco marco de la foto del Presidente trepado a un auto de la competencia del anfitrión, que a muchos rememoró el despiste de un antecesor, los ministros Kulfas y Béliz presentaron el proyecto de ley de movilidad sustentable, 100% basada en eléctricos a baterías, que directamente excluye a los biocombustibles y les pone una posible fecha de defunción hacia 2041. Inconcebible para un país agrícola, que según expertos del INTA tendría capacidad inmediata para abastecer con 29% de bioetanol el mix con naftas y 45% de biodiesel para gasoil, o incluso para cubrir 100% de esa demanda en el mediano plazo. La propuesta oficial de descarbonización de la movilidad va a contrapelo de estrategias automotrices, que para Latinoamérica sugieren basarla en biocombustibles. Pablo Di Si, presidente regional de Volkswagen (2ª automotriz a nivel mundial), hace poco propuso para esta parte del mundo el uso de bioetanol para mover los vehículos con motores Flex, que “contaminan menos que eléctricos e híbridos” según constató esa firma en vehículos propios. Más prudente en la presentación fue la postura de Daniel Herrero, presidente de Adefa, quien dejó abiertas las puertas para el uso de otras tecnologías. Para el sector sucroenergético, el proyecto oficial puede implicar la reducción de 1/3 de la superficie cañera, con la desaparición de esa proporción de puestos directos e indirectos, que dejaría sin ingresos a 60.000 familias o 240.000 argentinos. El proyecto oficial pone también en entredicho proyectos para tratamiento definitivo de coproductos, como bioelectricidad o biogas obtenidos a partir de vinazas y rastrojos.
Santiago Paz-Brühl
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