El estímulo para los consumos culturales

El estímulo para los consumos culturales

16 Octubre 2021

Esta semana se conoció que el Gobierno nacional puso en marcha el programa “Más Cultura Joven”. Será a través de ese plan con que el Gobierno otorgará un subsidio de $ 5.000 a jóvenes de entre 18 y 24 años de escasos recursos para ser utilizados en recitales, cines y otros eventos culturales, artísticos y recreativos.

Está claro que llega en medio de la fuerte campaña electoral y como parte de una batería de medidas que ejecutó Alberto Fernández luego de los muy malos resultados en las elecciones PASO del último mes, en las que se pudo apreciar el descontento de mucha gente.

Entonces, sin dejar de tener en cuenta el contexto y el escenario político de nuestro país actualmente, y siendo conscientes de todas las segundas intenciones habidas y por haber, se trata de una movida interesante y muy importante.

Es necesario destacarlo porque tras el anuncio del programa, las redes sociales empezaron a alojar comentarios negativos. La mayoría de ellos apuntaba a la necesidad de cubrir esos intereses y no otros, supuestamente “más importantes”.

Además de la primera aclaración, se debe hacer una segunda: está clara la importancia de las necesidades de estudio y trabajo en los jóvenes. Deben ser atendidas primordialmente. Ahora bien, una vez esto cubierto, es importante la complementación con los intereses culturales. A esa edad, satisfacer deseos de consumir cultura en cualquier formato resulta trascendental. No solo porque se trata de una parte fundamental en el gusto de una persona y su formación cultural, sino porque en sí mismo eso puede representar el trabajo para alguien.

La estimulación con esa cantidad de dinero para que los chicos puedan ir a salas de cine, teatros, espectáculos musicales, ferias y festivales, museos, espacios, centros y/o circuitos o corredores culturales, librerías, disquerías, galerías y espacios asociados a las artes visuales, cursos, seminarios talleres u otras instancias de formación ligadas a la cultura es tremendamente motivante.

El propósito de estudiar y el de trabajar son centrales en la vida pero a esa edad se requieren otras motivaciones para forjar el futuro. Y si además hablamos de chicos con escasos recursos, el beneficio es doble porque justamente no siempre tienen acceso a ese mundo. La resolución que pone en marcha el programa es muy clara con respecto a sus objetivos: “potenciar el consumo de bienes y servicios culturales entre los/as jóvenes que habitan todo el territorio nacional, y que, debido a las condiciones históricas, sociales y económicas en las que se encuentran insertos, se ven impedidos de ejercer en forma efectiva los derechos de acceso que forman parte integrante de los derechos culturales, caracterizados, además, como derechos humanos de carácter fundamental, en términos individuales y colectivos”.

No se trata, entonces, de una decisión arbitraria y mucho menos carente de sentido. De hecho, se basa en los datos que surgieron a partir de la última Encuesta Nacional de Consumos Culturales elaborada por el Sistema de Información Cultural de la Argentina (2017). Según está, los jóvenes con mayor poder adquisitivo y nivel socioeconómico participan y asisten a eventos culturales en proporciones notoriamente superiores a aquellos de situación socioeconómica vulnerable.

Así las cosas, no sólo el programa estimula “nervios” que merecen ser tocados sino que alienta a que se atiendan más de estas necesidades. Las básicas, repetimos, deben estar en primer lugar. Pero también se les debe dar la importancia justa a las demás.

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