Ciencias Naturales hará dos anfiteatros con una inversión de $ 104 millones

Ciencias Naturales hará dos anfiteatros con una inversión de $ 104 millones

Estarán en la manzana que ocupa el MUNT; los fondos ya fueron autorizados.

LA SEDE. En el edificio del MUNT funcionan cátedras de la Facultad. LA SEDE. En el edificio del MUNT funcionan cátedras de la Facultad.

La Facultad de Ciencias Naturales (UNT) empezará a paliar el déficit de infraestructura que padece desde hace largos años. Ya se aprobaron los fondos y llegó el visto bueno del Consejo Superior para la construcción de dos anfiteatros en la manzana que ocupa el MUNT, en San Martín al 1.500. “En el listado histórico de necesidades de la Universidad ocupamos los primeros puestos, de allí el valor de esta obra que ponemos en marcha”, destacó Hugo Fernández, decano de la Facultad.

Hace varios años se colocó en la zona de la cancha de fútbol, detrás del edificio del MUNT, la piedra basal de lo que sería una nueva sede para Ciencias Naturales. Con el correr del tiempo ese espacio se resignifica. La Facultad espera cerrar todo lo referido a la licitación antes de fin de año y desarrollar la construcción -que no debería llevar más de cuatro meses- en 2022. Toda la planificación está completa y el monto asignado alcanza los 104,3 millones de pesos.

“Sólo nos queda resolver la funcionalidad de ese nuevo ámbito -explicó Fernández-. Podemos hacer los anfiteatros, con capacidad para unas 100 personas en cada uno, o un solo bloque multifunción, regulado con paneles separatorios de acuerdo con las necesidades del momento. La pandemia nos enseñó mucho acerca de cómo aprovechar los espacios, de cómo debe circular el aire. Así que estamos definiendo esto. También va a ser muy importante la obra de los nuevos sanitarios, ya que los del MUNT quedaron antiguos”.

En la manzana aledaña al parque Avellaneda conviven el museo de la UNT, dependiente de la Secretaría de Extensión, con algunas cátedras de Ciencias Naturales -sobre todo de la carrera de Arqueología- y un par de institutos de investigación. También se ubica allí el Museo de Arqueología de la Facultad, cuya colección se desdobla en dos locaciones, ya que la otra parte está en el segundo piso del Centro Cultural Virla (esa muestra no se abrió al público por el momento). Desde hace tiempo el anhelo es exhibir todo ese patrimonio en una sola sede y hasta circuló la idea de una “permuta” de espacios con Extensión, pero eso depende de que el MUNT consiga un albergue nuevo y, por sobre todo, ventajoso. No se vislumbra una solución a corto plazo para este tema.

Lo pasado y lo que viene

Fernández explica que el tránsito académico durante la pandemia resultó complejo y lo divide en dos etapas. La primera, correspondiente a 2020, fue de estupor inicial y luego de un veloz pase a la virtualidad, en el que pondera la dedicación de los docentes para adaptarse. Pero acepta que este año ya se percibe un cansancio, tanto de los profesores como de los alumnos, y una urgencia por el regreso total a la presencialidad que se concretará -de no mediar nuevas cuarentenas- en 2022. De todos modos, Fernández fue cauto al analizar las declaraciones del secretario General de la UNT, José Hugo Saab (“en algunas Facultades se dio hasta un 30% de deserción”). “Nosotros no manejamos esas cifras, no tenemos la estadística”, indicó el decano.

Una de los principales problemas que sumó el coronavirus a la vida institucional de Ciencias Naturales se relaciona con las actividades de la Reserva Experimental y del Jardín Botánico que funcionan en Horco Molle. “La Reserva se autofinancia y al interrumpirse las visitas nos encontramos en problemas para alimentar a los animales. Por suerte el Rectorado se portó bien y nos asistió”, detalla Fernández. “Lo dije más de una vez: el comportamiento de quienes pusieron el hombro en la Reserva fue heroico”, agregó. Las puertas de la Reserva y del Jardín Botánico volvieron a abrirse, con apoyo de la Facultad en lo referido a equipamiento, seguridad e higiene.

Un dolor de cabeza -y el consiguiente gasto- es producto del robo de una amplia porción de alambrado, a un costo de $ 100.000. “Estamos viendo cómo nos recuperamos”, sostuvo el decano, satisfecho -por otro lado- debido al avance del Proyecto Tapir. Están listos para hacer la “presuelta” de una pareja de tapires en San Javier, que será definitiva el mes que viene y con el objetivo de recuperar una población que había desaparecido de la zona.

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