En qué estado llegan los chicos al profe particular

En qué estado llegan los chicos al profe particular

Alumnos retrasados en sus aprendizajes, algunos con problemas para adaptarse a la virtualidad y otros que aún no tienen presencialidad plena.

HACIENDO DEBERES. Muchos chicos necesitan de la guía personalizada y rutinaria de un docente para ponerse al día con los aprendizajes escolares.   HACIENDO DEBERES. Muchos chicos necesitan de la guía personalizada y rutinaria de un docente para ponerse al día con los aprendizajes escolares. LA GACETA / FOTO DE JOSÉ NUNO

Después del vendaval, cuando el viento cesa y llega la calma, sólo entonces se puede apreciar la magnitud del desastre. La educación está viviendo ese momento. Maestros y profesores particulares adelantaron su período estacional, que suele ser a fines de noviembre, más cerca de los exámenes, para recibir a los que padecieron la virtualidad del año pasado y algunos que todavía no pueden volver a la escuela todos los días. Pérdida del hábito de estudio, falta de autonomía para hacer las tareas, dificultad para entender las consignas, tablas de multiplicar y meses del año que no se memorizan y chicos que pasaron a 3º grado sin estar alfabetizados, forman parte del tendal de cosas que deben recoger y poner en su lugar los docentes particulares, según un sondeo de LA GACETA.

No se conocen cifras oficiales, pero se estima que hay escuelas completas con alumnos en “promoción acompañada”, es decir, que no alcanzaron los objetivos de 2020 y pasaron de grado o curso con asistencia de sus docentes haciendo del 2020 y el 2021 una sola unidad pedagógica. Desde mañana y hasta el viernes próximo se evaluará a los alumnos que están en esa situación. La mayoría corre riesgo pedagógico. Pero no se sabe aún si habrá una nueva instancia de oportunidades para después de marzo de 2022.

La mayor dificultad planteada por los docentes particulares es que no todos los chicos volvieron a la presencialidad plena, sobre todo en las escuelas públicas, donde continúan las “burbujas”, que ahora se llaman “grupos” pero el concepto es el mismo. Yanina Namen, que enseña a chicos de Villa Carmela y del barrio Islas Malvinas, señala que “algunos van a la escuela semana de por medio, y que otros concurren solo dos veces en la semana, y si les toca feriado van solo una vez. El motivo es la falta de espacio en las escuelas para cumplir con el distanciamiento social (pasó de 1,5 metro entre pupupitres a 90 centímetros entre alumnos). Esto da la pauta de cuán apiñados estaban en 2019.

“La cuestión es que los días en que los chicos que no van a la escuela, a veces, tampoco tienen tarea para la casa ni clases virtuales, porque los docentes deben dedicarse a enseñar a los que están en presencialidad. Con apenas dos días presenciales a la semana no alcanza. Esto lleva a un retraso tremendo en los contenidos. Hay padres que no pueden hacerle recitar las tablas y los chicos no aprenden. Por eso los primeros grados son los que se llevan la peor parte de la pandemia”, piensa Yanina.

Los docentes que advierten que hay una gran disparidad en los avances pedagógicos entre los chicos que han tenido el apoyo de sus familias y los que no. “Tenemos niños de 1º grado que no aprendieron a leer, de 2º que no escriben una oración solos y de 5º que no saben multiplicar ni dividir, ni memorizan las tablas. A todos les falta comprensión de texto. Aun los chicos que tuvieron apoyo en sus casa están muy acostumbrados a que la mamá les lea y los guíe, por lo que volver a la presencialidad les cuesta bastante”, advierte.

A María Azucena Curubeto le toca este año enseñar a alumnos que no hicieron jardín de infantes en forma presencial. “Hay aprendizajes que no se pueden saltear. A una nena que no hizo jardín tuvo que hacerle la adaptación como si estuviera en la salita de 5, primero una hora, después otra, jugando con ella para que se acostumbre a no ver a la mamá”, cuenta.

La pedagoga Johana Sánchez reconoce que los alumnos no recibieron clases presenciales suficientes. “El hecho de que todavía no haya un regreso total a la presencialidad dificulta la recuperación de contenidos”, afirma. Es el caso no solo de los chicos con problemas de salud sino también de los que van a escuelas que no cuentan con espacio suficiente como los del circuito 1 (Leales, Cruz Alta y Burruyacu), donde el ciclo básico y el orientado continúan en burbujas”, dice.

Karina Amaya, docente de media, observa que a los jóvenes les cuesta sentarse a estudiar. “Estaban muy acostumbrados a presentar trabajos y a las clases virtuales sin prender la cámara para que los vea el profesor, se olvidaron de los exámenes orales. Es muy importante para el docente ver al alumno porque en sus rostros nota si van entendiendo y si prestan atención”, dice.

La pedagoga Claudia Villafañe sostiene que este panorama se da en todas las escuelas y que se necesitan “estrategias compensatorias para que los chicos alcancen los contenidos mínimos prioritarios”. La promoción acompañada es una sus preocupaciones. “No en todas las materias se pueden hacer articulaciones curriculares. El sistema mixto (virtual y presencial) complicó el funcionamiento de las escuelas. La falta de docentes, por dispensas y los cargos vacantes que no se podían cubrir, como los de directivos complejizó todo porque no se podían tomar decisiones”, señala quien, como muchos sufrió un severo cuadro de estrés. Cada día se notan más los desastres que dejó pandemia.

Hay chicos de 1º y 2º años que ya saben leer porque sus padres los ayudaron y otros que no tuvieron ayuda y no avanzan.

Los hábitos de estudio desaparecieron en pandemia. La virtualidad desde distintos dispositivos los agota y baja su rendimiento.

Este es el peor año, porque se ven las consecuencias del 2020 y muchos chicos siguen perdiendo horas de clase.

Cuánto cuesta una clase: según las condiciones, desde $ 250 a $ 600

Con la vuelta de la presencialidad Alejandro Alfaro, docente particular de matemática, tiene más alumnos. “El año pasado tenía dos o tres por mes y ahora llegan a 10. Los de 5° a 6º grado vienen todas la semanas pero los secundarios llegan una semana antes de rendir”, dice. Las materias más requeridas: Matemáticas, inglés, física y química. Los precios son más caros cuando se acercan los exámenes. La clase presencial e individual cuesta más que la virtual y grupal. Una hora virtual ronda los $ 250; $ 300 si es presencial, $ 400 o $ 500 personal y $600 o más, a domicilio.

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