Por Mariana Apud
04 Octubre 2021
AHÍ VOY. Casco corre hasta el banco para festejar uno de los goles con Gallardo.
En siete años que lleva como técnico de River, Marcelo Gallardo ganó muchísimo, pero no todo. Tres veces se le esfumaron oportunidades claras para ganar el torneo local, el que le falta, además del Mundial de Clubes. Antes del triunfazo en el Superclásico, hubo rumores de sondeos por parte de Barcelona para contratarlo cuando su vínculo finalice con River. Eso pasará el 31 de diciembre. Rápido aclaró públicamente que se queda hasta ese día. A las pocas horas hizo una descripción calificativa sobre el River-Boca. “No define el campeonato, pero te afirma como candidato”, estableció.
Ayer, los 11 titulares y los que entraron después, jugaron para ese discurso de Gallardo, que seguro no se va, pero tampoco se sabe si seguirá. Lucieron como obreros, prolijos y ordenados, ejecutores del plan del arquitecto. Un arquitecto que tiene ese extra del deseo de completar una obra inconclusa y que quiere terminar. Los obreros de Gallardo lo entendieron: el “Muñeco” construye su cuarta chance, quizás la última, para que sea la vencida.
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