La crisis del oficialismo y el paralelismo con 2001

La crisis del oficialismo y el paralelismo con 2001

Las distancias entre los contextos históricos es insalvable, pero los signos de la crisis de hace 21 años tienen semejanzas con los de la crisis de hace 21 días.

REENCUENTRO. Después de la carta de reproches del 16 de septiembre, Alberto y Cristina volvieron a verse el 29.    REENCUENTRO. Después de la carta de reproches del 16 de septiembre, Alberto y Cristina volvieron a verse el 29.

La crisis del oficialismo nacional, expuesta tras la feroz derrota sufrida en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, opera como un verdadero fantasma de las primaveras pasadas. Especialmente en víspera de una de las fechas más trístemente trascendentes en la historia reciente de los marasmos institucionales argentinos. El miércoles se cumplirán 21 años de la renuncia de Carlos “Chacho” Álvarez como vicepresidente de la Nación. Ese 6 de octubre de 2000 comenzó el final de la Alianza, que presidía Fernando de la Rúa.

Claro está, la crisis de esa coalición que conformaron la Unión Cívica Radical y el Frente País Solidario (Frepaso) tuvo una historia y un contexto únicos, que no pueden dejarse de lado. No existe un “salvando las distancias” que pueda obviar las circunstancias. Hay, sin embargo, similitudes inquietantes entre la mecánica política que fue gestando aquel estallido y la que ha desembocado en el actual sismo que estremece los cimientos del Frente de Todos.

El espejo

José Vitar, uno de los protagonistas del Frepaso, fue (como diputado nacional y como amigo personal de Álvarez) testigo directo de aquel desmoronamiento. Su reconstrucción de los elementos que desataron la “tormenta perfecta” de hace 21 años es todo un espejo contra el cual oponer la tempestad que enfrenta el Gobierno nacional desde hace 21 días, cuando se celebraron las internas abiertas.

“Fue larga y nunca resuelta la discusión en el seno del Frepaso acerca de si había que acordar con la UCR y un referente del conservadurismo como De la Rúa, o si debíamos gestar una alternativa de centro izquierda como el Frente Amplio de Uruguay y apostar al largo plazo. ‘Chacho’ y Graciela Fernández Meijide opinaba que había que construir una alternativa como la ‘Concertación’ chilena entre los socialistas y la democracia cristiana. Al final, un encuentro entre ‘Chacho’ y Raúl Alfonsín resolvió en los hechos lo que no estaba terminado en los debates”, rememora.

El peronismo estaba fragmentado en 2019 entre el kirchnerismo, los gobernadores y el massismo. El debate sobre las diferencias entre unos y otros jamás se resolvieron. Pero una reunión entre Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández, en la que Sergio Massa tuvo un papel clave, terminó acomodando una fórmula y dando una salida fáctica a los que, políticamente, estaba encerrado en un laberinto.

“El acuerdo con el radicalismo terminó siendo puramente electoral. La ‘Concertación’ chilena no sólo acordó planes de gobierno entre sus socios, sino también alternancias en el poder: a Ricardo Lagos, en 2006, lo sucedió Michelle Bachellet en la Presidencial. Aquí, la interna que Fernández Meijide pierde contra De la Rúa nos dejó sin fuerzas para discutir los planes de Gobierno”, subraya Vitar.

El kirchnerismo ha tenido desde el 10 de diciembre sobrados lugares en el Gabinete nacional. Y, por cierto, se cuidó de ocupar lugares centrales en cuanta “caja” estatal encontró. Sin embargo, la vicepresidenta reclama que al kirchnerismo no se le ha dado el lugar que merece en la toma de decisiones. Por supuesto, es su opinión y por tanto es opinable. Pero, objetivamente, ella lo ha reclamado de esa manera y por escrito. Tras la derrota del 12 de septiembre, el miércoles 15 hubo 12 funcionarios “K” de primera y segunda línea que presentaron sus renuncias. El Presidente respondió que él decidiría como armar su equipo porque para eso lo habían nombrado. Cristina contestó al día siguiente con su conocida carta “Como siempre... sinceramente” y plasmó allí que de las 19 reuniones que había mantenido hasta ese día con el jefe de Estado, a todas las había pedido ellas. Es decir, reprochó nunca haber sido consultada sobre una decisión del Gobierno.

Justamente, no sólo el “prólogo” sino el desencadenante de ambas crisis parecen hermanados en el análisis de signos.

Recuerda vitar que dos fueron los hechos que “Chacho” consideró “irreversibles” y que “pulverizaron” la relación con De la Rúa. Por un lado, el escándalo de las coimas en el Senado, con la “Banelco” que la Casa Rosada decidió “convencer” a senadores propios y ajenos para votar la Ley de Flexibilización Laboral.

Por el otro, “una campaña descalificatoria de la vida privada de ‘Chacho’, con impacto en su situación matrimonial, con tapas de revistas que hacían alusión a una supuesta relación paralela de él. ‘Chacho’ detectó que detrás de esas operaciones de prensa estaba la SIDE de (Fernando de) Santibañez, íntimo amigo del presidente”, puntualiza.

También hay dos escándalos, en esos mismos dos niveles, como mar de fondo en la escorada relación entre Alberto y Cristina. Por un lado, las fotos del Presidente participando del cumpleaños de la Primera Dama en Olivos, en plena campaña, que no pocos analistas “K” consideran determinante en la pérdida de votos. Por otro, la directa acusación de la Vicepresidenta de que Juan Pablo Biondi, amigo personal y vocero del Presidente, estaba detrás de “operaciones” de prensa en su contra.

Huelga decirlo, la historia está ahí para aprender de ella. Cristina cuestiona duramente la política económica de su compañero de fórmula, tal y como lo hacía “Chacho” contra el rumbo de la gestión económica de De la Rúa. Pero él renunció y ella no. Allí hay una diferencia insalvable entre un caso y otro.

Por otro lado, el Gobierno de la Alianza sobrevivió la rúptura con el Frepaso, pero no pudo superar la crisis socioeconómica imperante ni la derrota en los comicios de medio término de 2001. Hoy no hay divorcio con el kirchnerismo. Y las elecciones están abiertas. Siguen 42 días determinantes para que estos momentos históricos que presentan algunos paralelismos sigan equidistantes. O no…

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