“Hice más de 500 fragancias y son todas diferentes”

“Hice más de 500 fragancias y son todas diferentes”

Marcelo Imbaud es perfumista y hoy se dedica a la producción de fragancias de autor. Un emprendimiento en pandemia, una necesidad y una pasión que se reavivó. Entre sus creaciones, el perfume de lapacho.

Marcelo Imbaud. Marcelo Imbaud.

El lugar es una fiesta para el olfato. Con un poco de atención se pueden distinguir en el aire las mezclas de cítricos, flores y hierbas de lo más variadas. La casa está poblada de sus creaciones: botes grandes de perfumes textiles, cajas de madera para vender el producto listo, algunos paquetes esperando ser enviados a otras provincias y muchos (pero muchos) botes de esencias.

Lo que más llama la atención es el alambique, un aparato de vidrio, con varios tubos y agua que hierve. La imagen es un poco peculiar; de hecho, alguien hace en el lugar un chiste nombrando a Walter White, aquel personaje de ficción. Lo cierto es que allí sucede algo casi mágico.

Marcelo Imbaud es tucumano, recorrió el mundo, tuvo trabajos de todo tipo (más de 60 oficios, aclarará el) y la pandemia lo embarcó en un proyecto que lo tiene ilusionado: perfumes de autor. Lo curioso es que ha experimentado con materiales autóctonos y ha producido perfumes de lapacho, azahares tucumanos, limón e incluso ruda, y se muestra interesado en indagar para hacer esencia de caña de azúcar. Además, también hace perfumes personalizados. “De abril a septiembre he creado más de 500 fragancias. Y no hay ninguna que se repita”, afirma.

Su coqueteo con el perfumismo se remonta a 1980. “Estaba viviendo en España y estudiaba filosofía en Toledo. Un compañero, que era francés, y por suerte hablaba español, estudiaba perfumería, en esa época por correo. Yo me entusiasmé, él me indicó dónde hacer el curso y él me traducía... Así empecé a incursionar, aunque al principio me dediqué más que nada por hobbie”, relata a LA GACETA, sentado en el balcón de su nuevo hogar en San Pedro de Colalao, adonde se mudó -admite- gracias a su nuevo emprendimiento.

Aromas únicos

Durante todos estos años, Marcelo se dedicó a hacer perfumes personalizados para regalar a sus amistades, hasta que en pandemia un recuerdo de Facebook le dio el empujoncito para hacer de su pasión un trabajo.

“Así comencé lo que yo llamo ‘mecenazgo con recompensa’: las personas compraban el perfume de antemano y sin haberlo probado, y esa fragancia iba a llevar el nombre del comprador. Así vendí 200 perfumes de entrada y compré las esencias importadas, el alambique y otros materiales para trabajar”, recuerda. Para hacer las fragancias personalizadas, Imbaud realiza una interesante encuesta para conocer los gustos del cliente y lograr que cada aroma sea único.

Una labor minuciosa

“Se empieza por la recolección de lo que uno cree interesante para poder sacar el aceite esencial. De ahí va a lo que se llama alambique, que es un proceso dónde se van a extraer esos aceites por arrastre de vapor y luego enfriamiento. De ahí se obtiene el hidrolato, que es el agua y sirve para hacer colonia, y los aceites para los perfumes finos”, resume.

Algunos de los aceites para sus productos son comprados y otros tantos son producidos por él mismo. “Por ejemplo, para hacer las de rosa, me voy al Rosedal del Parque y, cuando caen los pétalos, me dedico a la recolección, o me avisaban cuando se iban a podar y yo iba a recoger. También hago de romero, pero no hay recolección porque necesito mucha cantidad, en ese caso tengo que comprarlo sí o sí para luego hacer la esencia”, cuenta el perfumista.

Imbaud, ahora en San Pedro, está interesado en la botánica de la ciudad para ver qué aceites se podrían extraer. “Hace poco descubrí que crece en las calles poco transitadas el cardo santo, que es un cardo que tiene la flor blanca, no esa flor redonda o rosada que vemos en todos lados. El cardo blanco sirve para fijador natural de los perfumes, y estoy entusiasmado viendo si da resultado sacarle el aceite esencial”, comenta.

Curiosidad

Una de sus últimas creaciones, durante esta primavera, ha sido la fragancia de lapacho. “Un día los vi y dije ‘de esto nunca vi una esencia’, y me fui a cortar, que por supuesto se hace en lugares dónde uno vea que no destroza la planta ni le quite la posibilidad de dar frutos -explica-; todo surge de la curiosidad. Ahora, como dije, estoy estudiando la botánica de la zona... acordate que los perfumistas hemos estudiado mucha química, entonces veo la composición y eso me ayuda a saber si es posible extraer el aceite, porque hay plantas de las que no se puede extraer con el sistema del alambique”

Valor agregado

“Hoy estoy fabricando tres líneas de perfume: los de autor, que la fragancia lleva el nombre de la persona que lo pidió; luego están las fragancias que hago, como la de flores blancas; y además estoy fabricando perfumes textiles. Lo innovador en mi caso es que al textil lo puedes usar de ambientador y también de colonia porque, como lo hago con alcohol de cereal y las mismas esencias naturales, lo podés usar sobre el cuerpo”, remarca.

Lo “diferente” de sus perfumes, además del trabajo artesanal, son sus componentes. “Los comerciales tienen sustancias creadas en laboratorio, por rompimiento de moléculas, y que en algunos casos no son biodegradables y causan problemas en el ambiente, así cómo el plástico. El de autor o de nicho, se hace con sustancias naturales y biodegradables, que no perjudican al ambiente porque forman parte de él”, asegura.

Marcelo admite que su emprendimiento surgió de aquel recuerdo de fragancias que regalaba, pero también por la necesidad económica, ya que es jubilado. Que la necesidad lo haya impulsado no quiere decir que sus productos no sean hechos con pasión y esfuerzo. De hecho, a pesar de que sus pedidos crecen día a día (ya ha enviado encomiendas a España y México) el aún trabaja solo. “Hay gente que me dice ‘deberías empezar a tomar empleados’, pero no quiero saber nada -ríe-; si bien me interesa lo económico en este momento, porque no me alcanzaría con mi jubilación sola para vivir, tampoco quiero hacerme rico ni pretendo grandes cosas. Quiero hacer realmente con esta pasión lo que estoy haciendo y no pensar en lo económico nada más”.

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