Micaela Chauque: “desde el arte digo, hago y transformo”

Micaela Chauque: “desde el arte digo, hago y transformo”

Micaela Chauque se siente cómoda en Uquia. “Existe un vínculo de conexión profunda, un latido, un sentimiento que me dijo es acá”.

LAS RAZONES PARA RADICARSE EN LA QUEBRADA. “Acá se respira música, rituales, cultura, arte, cosmovisión andina”, justifica la artista. LAS RAZONES PARA RADICARSE EN LA QUEBRADA. “Acá se respira música, rituales, cultura, arte, cosmovisión andina”, justifica la artista. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA

Tilcara, Jujuy. El sol rojizo aparece entre los cerros, tierra donde se respira carnaval, música andina y rituales ancestrales. Micaela Chauque nos recibe en su casa con té de yuyos serranos, podemos observar a través de las ventanas de su estudio las diferentes tonalidades y texturas de los imponentes cerros quebradeños; cambian de forma y de color acorde a como se proyecte en sus laderas la luz del tata inti.

- ¿Cómo definirías a Micaela Chauque?

- Soy mujer andina, multifacética, una artista. Desde el arte, digo, hago y transformo. El sonido de la música andina, de raíz, la quena, el sikus (instrumento musical de viento formado por una doble hilera de tubos o cañas) es mi camino. La danza mi compañera para volar. La docencia es una energía que está adentro mío, pide salir, compartir y acompañar a manifestar sus deseos, sus ganas de expresarse por medio de los instrumentos de viento a mis alumnas y alumnos, que son de todas las clases sociales, etarias y culturales.

Llegamos a Uquia, un pueblito puneño a 30 kilómetros de Tilcara, en donde el tiempo no es una preocupación, agua, sombrero instrumentos y un escenario natural que será refugio para las fotografías.

- ¿Cuáles fueron los momentos que marcaron tu carrera?

- Hay momentos y personas que una siempre recuerda. Con Jaime Torres aprendí a ser una música profesional, a moverme en los escenarios, armar un espectáculo, ensayos, viajes. En Australia, en un encuentro organizado por la embajada argentina, fui invitada a cantar. Me encontré con un público totalmente distinto al que estaba acostumbra, sin embargo, todas y todos disfrutamos del encuentro. Tocar con “Divididos” fue emocionante. Últimamente los encuentros con la familia Delio Valdez son místicos. Con ellas y ellos una se siente de festejo. El encuentro con “Uña Ramos”, un gran maestro, en mi siempre generó muchísima admiración. Él es una persona sensible y sencilla, sin duda los encuentros compartidos marcaron mi carrera.

En el camino, Juan Condorí, baqueano, guía, gran contador de historias, nos relata: “Por esta tierra caminaron las hijas de los curacas de los ayllus junto a las denominadas princesas incas, que venían huyendo de Cuzco con ofrendas de oro y plata de la masacre española”.

- Los instrumentos de viento siempre fueron ejecutados por hombres en las bandas andinas, ¿cómo fue que pudiste trascender en este ambiente?

- En el repertorio de música andina, en la mayoría de las bandas, los instrumentos de viento fueron ejecutados siempre por hombres, aunque, alguna mujer siempre había invisibilizada. De alguna manera en mi caminar yo tuve la bendición de los abuelos. En los encuentros que fui andando, por así decirlo, compartir con el maestro Torres también me abrió algunas puertas. Creo que para trascender es importante el compromiso de ser consecuentes en el tiempo. Irrumpir espacios que tradicionalmente eran ocupados por la energía masculina. Hoy ya existen bandas de sikuris de mujeres y diversas manifestaciones musicales, artísticas, culturales, en manos de mujeres que empiezan a visibilizarse, sobre todo en el norte del país, tan atrasado muchas veces en muchos debates. Agradezco poder aportar para que nuevos paradigmas dentro de la música se construyan.

Entre cactus gigantes, arena roja, diferentes tonalidades, blancas y verdes, la hija de la Pachamama camina, canta, baila, sonríe, se emociona ...

- ¿La quebrada de Jujuy se transformó en tu base artística?

- Unas de las razones para establecerme en la quebrada fueron las y los habitantes del pueblo; acá se respira música, rituales, cultura, arte, cosmovisión andina. Se manifiesta crucialmente en Tilcara, acá las bandas de sikuris son muy importantes en la idiosincrasia popular, como el carnaval. Encontré un lugar donde me siento cómoda, me encuentro con mis pares músicos, músicas. En lo personal existe un vínculo de conexión profunda. Hay un latido, un sentimiento dentro mío que me dijo es acá, lo escuché, me quedé a habitarlo.

- ¿Tenés anécdotas sobre los escenarios?

- Varias. Mi primer viaje al festival del poncho en Catamarca, fue impresionante. En la prueba del sonido tenía al genio de Lito Vitale esperando que termine, para él poder probar sus instrumentos. Ahí dimensioné dónde estaba parada. Compartiendo escenarios con ídolos que había visto por televisión, o como parte del público. En Tilcara fui invitada por “la planadora del rock” Divididos a cantar Mañanas del Abasto; había 15.000 personas. Yo subí con mi caja (tambor de mano tradicional de las copleras andinas). Mientras acomodaba el micrófono se escucha un grito profundo entre el publico; eh, qué estás nerviosa. Me duraron un segundo esos nervios, al primer golpe, el corazón de mi caja coplera retumbó, el público se enloqueció, una marea humana se puso en movimiento en un gigante pogo. Siempre es fuerte estar expuesta al público.

El sol cae cenitalmente sobre la quebrada de las señorías; el obturador fotográfico hace sus últimos sonidos. En el camino almorzaremos en Huacalera, en el comedor centenario “Doña Vega”. El menú es guiso de papa verde, sopa y postre.

- ¿Cómo sobrellevaste el tiempo de pandemia?

- Siento que crecí en lo personal, prioricé la capacitación, la formación, el estudio; me adapté, ejercité la tolerancia, la paciencia, el cariño. Esta pandemia la pude aceptar de una manera amigable, como a todas, todos, las restricciones y los cambios que nos produjo la pandemia nos generaron nuevas formas de habitar este tiempo y este espacio.

- ¿Cuáles son tus sueños y proyecciones?

- Mi sueño es explorar el mundo, recorrer nuestro continente, conocer gente nueva, visitar pueblos, mucha naturaleza, transitar por la pachamanca, poder llevar en mi mochila la música andina, compartirla y regarla por nuestros pueblos de Latinoamérica.

- La pandemia te llevó a trabajar despacio, pero sin pausa, ¿qué es lo que viene musicalmente hablando?

- Un disco grabado en vivo. Ya está el cuarenta por ciento mezclado, hay versiones de mi último disco Jallallala, grabadas en vivo. Incluye nuevas composiciones, un homenaje al maestro Uña Ramos. El arte de la tapa lo estamos trabajando con imágenes grabadas en la presentación en vivo en la usina cultural. Calculamos que en diciembre lo estaremos presentado.

Son las 18, el día empieza a llegar a su fin y luego de recorrer la quebrada de las señoritas en el pueblo de Uquia para la producción fotográfica, entre ríos de arena rojas, cerros imponentes y muchas historias ancestrales, nos despedimos de la “princesa andina”, quien junto a su fiel compañero gatuno “Toto” y la mama quilla (luna) que aparece ya en el cielo azulado de la quebrada, nos dice adiós con una tierna sonrisa y un profundo abrazo.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios