27 Septiembre 2021
La contundente derrota electoral del Gobierno en casi todo el país confirma lo que preanunciamos en esta sección, sobre un atronador voto castigo a la gestión peronista. El previsible resultado se explica por el costo político que la ciudadanía se cobró ante el absoluto desmanejo que tuvo la crisis sanitaria. La reacción de la vicepresidenta ante la voluntad popular desnudó definitivamente quién maneja el poder en el país, dejando la autoridad presidencial como una cáscara vacía de contenido. La furia de la mandataria provocó el descabezamiento de casi todo el gabinete, quedando sólo en pie el equipo económico, pero solamente hasta el 14 de noviembre, cuando se confirme la inédita derrota peronista, y también sea reemplazado. Ahora, preguntamos: ¿creen realmente que estos cambios modificarán la frustración y el enojo popular por el desastre sanitario y económico que hicieron en este año y medio de mandato? Eso no sucederá. Más bien pensamos que si los más de dos millones de argentinos que no fueron a votar por este motivo lo hacen, la paliza será peor. ¿Piensan acaso que “poner plata en el bolsillo de la gente” hará olvidar las 115.000 víctimas de esta tragedia y las miles de empresas y comercios fundidos por la cuarentena eterna? De ninguna manera. El manotazo de ahogado del Presidente desnudó su falta de recambio, al poner nuevamente Aníbal Fernández en Seguridad, autor de la indignante frase: “la inseguridad es una sensación”, amén de ser el mariscal de la derrota en 2015, como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires. Encima tuvieron que “arrastrar” por la fuerza al gobernador tucumano para que asuma el lugar del indeseado jefe de Gabinete saliente, para regocijo del vicegobernador Jaldo. Cuando vuelva a tronar el escarmiento ciudadano en las generales de noviembre, solamente les quedará, perdidos por perdidos, radicalizar el Gobierno con las huestes camporistas, para poder llegar de alguna manera a 2023. Será como estar en el carro de la montaña rusa, en el punto más alto de su recorrido… ¡y comenzando la bajada!
Ricardo A. Rearte
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