Se inician las obras de la escuela Miguel Lillo

Se inician las obras de la escuela Miguel Lillo

Hace 90 años se ponía la piedra basal del establecimiento de la zona noroeste de la capital.

PIEDRA BASAL. El 6 de septiembre de 1931 comenzaron las obras para la construcción de la escuela.  PIEDRA BASAL. El 6 de septiembre de 1931 comenzaron las obras para la construcción de la escuela.

Se puede decir que septiembre está íntimamente ligado a una escuela señera de la zona oeste de San Miguel de Tucumán, estamos hablando de la escuela Miguel Lillo (España al 1.700). Aunque su génesis está muy relacionada al primer golpe de estado ocurrido el 6 de septiembre de 1930, porque hasta iba a llevar ese nombre, pero la audacia del gobernador electo en 1932, Juan Luis Nougués, le cambió el nombre por el del sabio naturalista con el que se la conoce hace 90 años. En los primeros días de septiembre de 1931 se firmó el decreto que disponía su construcción, el presupuesto y la fecha de inicio de la obra: 6 de septiembre de aquel año.

De acuerdo con la información brindada por nuestras páginas, el establecimiento “será de tipo chalet y contará con tres salas, tendrá 13 aulas y una sala para clases de economía doméstica con cocina. Contará de lavatorios, un gran hall, aula para canto y un salón de fiestas. Tendrá dos pabellones de obras sanitarias, circundada la parte interior por galerías y sala para dirección y secretaria. Los techos será de eternit a canaleta impermeable aisladora del calor e incombustible; los cielorrasos serán de celossec, material formado por bagazo. Todas las ventanas serán de hierro con celosía y la carpintería de cedro del norte”. Se anunciaba que la capacidad del establecimiento sería de 1.600 alumnos en dos turnos. Además se anunciaba que dispondrá de “terreno para la enseñanza agrícola e instalaciones de granja”. También se decía que tendría agua corriente gracias a los trabajos de Obras Sanitarias de la Nación.

Otro dato que aclaró nuestro cronista se refería a la propiedad de los terrenos donde se construyó la escuela. Nuestra crónica del día de la colocación de la piedra basal indicaba: “la Quinta Negri, antes del 6 de septiembre, era un inmueble cuya propiedad realmente se ignoraba. Era y no era del Consejo General de Educación. Hasta se cree que alguien pensaba dejar pasar los años para alegar posesión. Pero alguien recordó sobre su propiedad y tales planes se desbarataron”.

Agregaba que estaba prevista la construcción de tres escuelas. La edificación fue considerada de gran valor para el desarrollo de la zona noroeste de la ciudad “uniendo la población con los cuarteles y transformando el aspecto de esas calles que en la actualidad todavía son callejones”.

Añadía la crónica que se habípodría ir a los cuarteles por Asunción, España, Paso de los Andes e Italia. Además se anunciaba que el pasaje 3 de Febrero (hoy Sebastián Gaboto) que “moría en la acequia del Oeste, ha sido prolongado hasta empalmar con la calle España”. Esta construcción venía a resolver el problema de alquileres de tres inmuebles para los tres establecimientos que iban a usar las instalaciones una vez construidas. Los niños de las escuelas Miguel Lillo, Silvano Bores, Patricias Argentinas, Prácticas del Hogar, Juan María Gutiérrez y Ernesto Bavio fueron quienes entonaron las estrofas del Himno Nacional que fue ejecutado por la Banda Provincial de Música bajo la dirección del maestro José Ruta.

Simple y elegante

Una edificación simple, elegante y atractiva llamó la atención de LA GACETA en abril de 1932. Era sólo una foto epígrafe bajo el título “No está aún ocupado” y allí explicaba lo siguiente: “fue terminado el hermoso edificio que se pensó destinar para la escuela 6 de Setiembre. A pesar del tiempo transcurrido, aún no se le ha dado destino a este local, encontrándose el mismo completamente abandonado y sufriendo los perjuicios consiguientes, mientras en las poblaciones de la campaña se clama por la deficiente comodidad de los establecimientos educacionales. Sería de desear que esta casa que tanto dinero costó fuera aplicada cuanto antes al servicio de cualquier repartición, ya que parece que no se piensa hacerla desempeñar la función que le estaba deparada”.

OBRA TERMINADA. Hacia 1932 la escuela ya lucía de esta manera. OBRA TERMINADA. Hacia 1932 la escuela ya lucía de esta manera.

La nota señalaba que de acuerdo con “una resolución de las autoridades educacionales, desde hace algunos días han comenzado a funcionar en el magnífico edificio dos escuelas: la Miguel Lillo y la Silvano Bores, que tenían su sede en los barrios noroeste y para las cuales se alquilaban casas a precios bastante elevados”.

El nombre

El Poder Ejecutivo provincial, que ejercía Juan Luis Nougués (electo el año anterior), presentó el proyecto de ley proponiendo el nombre del naturalista, que había fallecido casi un año atrás, el 4 de mayo de 1931, para la escuela que iba a funcionar en ese flamante edificio que todavía no había sido puesto y marcha.

Nuestra crónica expresaba: “para dar un nombre más apropiado a la escuela construida bajo la última intervención federal, cuyas autoridades la denominaran 6 de Setiembre, un homenaje a la revolución de 1930, el Ejecutivo envió un proyecto de ley. Agregaba que Tucumán debe el tributo de un homenaje y de recuerdo al ilustre sabio, que honrara la ciencia argentina y mundial con sus investigaciones y sus famosas colecciones botánicas, con su vida ejemplar y su sobriedad, que hicieron siempre de él un hombre modesto, en quien no se encontraba asidero ni la vanidad, impropia de los espíritus superiores, ni el desplante de los seres animados de subalternas pasiones”.

El gobernador Nougués consideró que el legado de Lillo debía ser exceptuado del pago de impuestos y por eso presentó la ley correspondiente. En este sentido, la noticia que anunciaba la presentación del proyecto, señalaba que “el doctor Miguel Lillo hizo en vida un legado a la Universidad para la instalación y conservación del museo destinado a conservar sus colecciones y a enriquecerlas. Ese legado deberá pagar impuestos a las herencias, con lo cual se reduciría sensiblemente su monto y ya no sería posible mejorar el museo y quizás ni conservarlo”.

El establecimiento escolar apenas había cumplido dos años desde su inauguración y presentaba una serie de fallas. Nuestro diario se hizo eco de que las instalaciones sanitarias debían ser reparadas a la brevedad.

Clases al aire libre

La situación se extendió por algunos días durante los cuales los alumnos recibían sus clases en los jardines, ya que las aulas no podían ser utilizadas. Cabe destacar que la temperatura fue bastante inclemente con los tucumanos de entonces.

En aquellos días de mediados de julio de 1935 la temperatura era bastante baja. La nota añadía: “las autoridades del Consejo General de Educación, que han podido informarse perfectamente de la situación, resolvieron proceder a la inmediata clausura de la escuela, hasta tanto se realicen las reparaciones necesarias”.

De acuerdo con el decreto se dispuso la suma de 368 pesos para los trabajos de reparación.

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