Sexualmente hablando: El otro Colón

Sexualmente hablando: El otro Colón

En la historia del estudio de la sexualidad humana, una de las grandes cumbres fue alcanzada en 1559 por un científico de Venecia. Su nombre era Mateo Renaldo Colón. Se hizo primero famoso por ser un importante precursor de los trabajos de William Harvey -el descubridor de la circulación general de la sangre humana-, describiendo específicamente la circulación pulmonar, el paso de la sangre entre el corazón y los pulmones.

Después de ser alumno de Vesalio, célebre anatomista del Renacimiento, Colón se convirtió en profesor de anatomía y cirujano de las universidades de Padua, Pisa y la Universidad Pontificia de Roma. Fue también cirujano del Papa Julio III.

A Colón se le atribuyó nada menos que el descubrimiento del clítoris, al que llamó Amor Veneris o “placer de Venus” (una atribución que no está exenta de discusiones). Federico Andahazi, escritor y psicoanalista argentino, en su exitosa novela “El anatomista”, recrea la vida del médico trazando paralelismos entre el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón y el del clítoris en el cuerpo de Inés de Torremolinos, y el proceso de conquista por parte de ambos. “Mateo Colón buscó, viajó y finalmente encontró la ‘tierra dulce’ que anhelaba, el órgano que gobierna el amor de la mujer. El Amor Veneris era la verdadera fuente de poder que dominaba la resbalosa y sombría libertad femenina”. Además ironiza con que, así como Cristóbal Colón descubrió un continente que los nativos conocían muy bien, Mateo Colón reveló la existencia de algo de lo que la mitad de la población mundial ya estaba al tanto.

En su libro De Re Anatomica afirmaba que este órgano “si lo toca, descubrirá que se endurece tanto como el miembro sexual masculino… Si lo roza vigorosamente con el pene, o lo acaricia con el dedo, fluye un semen más liviano que el aire, que constituye la fuente del placer. Sin esta protuberancia, las mujeres no experimentan el goce ni pueden concebir el feto”.

La hermafrodita

Según afirma Andahazi, Colón descubrió una mujer en España que parecía tener un pene diminuto (lo que en la actualidad llamaríamos un muy bien desarrollado clítoris). El misterioso órgano “estaba inflamado y húmedo; palpitaba”. Probablemente la paciente sufría de clitoromegalía, un agrandamiento que lo hace semejante a un pequeño pene. Esta dolencia es provocada por un exceso de andrógenos y generalmente va acompañada de crecimiento del vello corporal.

Naturalmente Colón creyó que estaba estudiando a una hermafrodita; pero según el conocimiento médico de la época, en esos casos la reproducción era imposible. Y aún así Inés de Torremolinos había dado a luz a tres niños.

Con el correr de sus investigaciones -que también incluyeron el estudio de cadáveres- se dio cuenta de que el “pequeño pene”, al igual que el comportamiento orgásmico, existía en todas las mujeres. De esta manera Colón, que admitió haber comenzado sus estudios por motivos amorosos, reveló el elemento clave del amor y el placer femeninos. Andahazi escribió que el médico “no pudo explicar por qué su ‘dulce tesoro’ no había sido detectado mucho antes. Tampoco aclaró cómo generaciones de eruditos y anatomistas de Oriente y Occidente nunca habían visto el diamante que podía ser admirado sólo con separar los labios vulvares”.

Colón le informó de su hallazgo al decano de su facultad y así, quien hoy en día habría recibido el Premio Nobel de Medicina, en el siglo XVI fue acusado de herejía, blasfemia, brujería y satanismo; luego fue juzgado y llevado a la cárcel. Se le confiscaron sus manuscritos y estuvo prohibido nombrar su “América” durante siglos después de su muerte.

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