Facundo Ferreyra: el juicio empezó lleno de contradicciones

Facundo Ferreyra: el juicio empezó lleno de contradicciones

Los amigos de la víctima se presentaron a declarar y no fueron coincidentes en ciertos puntos. Las declaraciones de los testigos e imputados estuvieron caracterizadas por los malentendidos, reiteraciones e imprecisiones Los policías Nicolás Javier Montes de Oca y Mauro Gabriel Díaz Cáceres contaron su versión de los hechos. Por primera vez en el proceso dieron una explicación de porqué habían empezado una persecución contra los adolescentes

DESTROZADA. La madre de Facundo apenas pudo declarar por el llanto.  DESTROZADA. La madre de Facundo apenas pudo declarar por el llanto.

“Entramos a la Policía para proteger personas, no para matar”

Lleno de contradicciones y malentendidos. Así comenzó el juicio oral en contra de los policías acusados de haber asesinado de un disparo en la cabeza a Facundo Ferreyra (12 años) el 8 de marzo de 2018. No sólo uno de los imputados se complicó en su afán por defenderse sino que también los amigos de la víctima plasmaron versiones diferentes (en ciertos puntos) a las que habían brindado durante la instrucción de la causa.

Nicolás Javier González Montes de Oca (27) fue el primer acusado en declarar. Llegó esposado ya que está detenido por otro hecho. Su compañero, Mauro Gabriel Díaz Cáceres (30), quien tras cumplir con la preventiva se reintegró al servicio 911, donde desarrolla tareas mecánicas y de limpieza de vehículos, llegó al debate en libertad para contar su versión de los hechos.  

Según la imputación, esa noche González Montes de Oca (conducía) y Díaz Cáceres tripulaban una moto del 911 trabajando en la prevención de la zona del parque 9 de Julio. “Sin ajustar su comportamiento a la norma policial que los regula, sin recibir una previa noticia criminis y sin razón ni motivo que los justifique, cruzaron una platabanda y emprendieron una persecución en contramano por avenida Benjamín Aráoz de una moto Guerrero G90”. Se les acusa a los uniformados de haber efectuado 8 disparos en total y que J.A., el adolescente de 16 años que conducía la moto en la que viajaba Ferreyra, les respondió dos disparos luego de la agresión. Facundo cayó agonizante del rodado en la esquina de Avellaneda y Francia. “No dieron la voz de ‘¡alto, Policía!’ ni pidieron ayuda por handy policial. Actuaron sin mediar una agresión armada alguna en su contra, hasta ese momento, que explique la reacción racional del modo en que lo hicieron”, se leyó en la acusación. Además, se les reclamó que Montes de Oca estaba bajo efectos de estupefacientes y que no conservaron la escena ni asistieron a la víctima mientras aún vivía.

Planteo defensivo

“En Soldati y Francia divisamos unas motos sospechosas, con caños de escape ruidosos. Un hombre robusto, con un buzo verde, nos hace una seña de que portaban un arma (se levantó e hizo una imitación del momento). Por eso seguimos a los sospechosos, les tocamos bocina y les dimos la voz de alto policía”, indicó González Montes de Oca cuando se sentó en el banquillo a declarar. Por primera vez a lo largo del proceso se nombró públicamente (el hombre de verde) un motivo por el que habrían iniciado la persecución en contra de los adolescentes. Esa persona no fue llamada a declarar hasta el momento y se desconoce su identidad. “Al vernos ellos escapan por Soldati, doblan en contramano por Benjamín Aráoz y empiezan a dispararnos. Fueron varios fogonazos. En ese momento Díaz Cáceres repele el fuego disparando su escopeta con balas de goma”, añadió.

Ambos imputados coincidieron en que seguían a ocho sujetos que viajaban a bordo de cuatro motos. También en que recibieron un proyectil en el acrílico de su motocicleta policial. “La verdad yo ahí sentí miedo por mi vida, al punto en que paré la marcha. Mi compañero se quedó sin balas en la escopeta y sacó su reglamentaria para repeler el ataque, porque no paraban los fogonazos. Yo seguía inmóvil cuando Díaz Cáceres me dice que había una moto en el piso. Nos acercamos y ahí vimos que eran menores. Mi compañero aprehendió a uno de los chicos en el pasaje (Río de Janeiro) y yo me quedé con el herido y llamé a una ambulancia. Quiero dejar en claro que entramos a la Policía para resguardar la vida de terceros, no para matar a una persona, y mucho menos a un menor”, concluyó González Montes de Oca, que aseguró que no consume ningún estupefaciente.

Díaz Cáceres secundó la versión de su compañero y hasta destacó que Montes de Oca ni siquiera había disparado su arma, y que detuvo la marcha en un momento por temor. “Primero, soy inocente; segundo, ese día mi compañero conducía y yo era el apoyo cuando un hombre de buzo verde nos señaló a un grupo de motociclistas y nos hizo una seña (se levantó e hizo con las manos la seña de una pistola). Alcanzamos a las motos en la estación de servicio de Francia y Soldati, les dijimos que se detuvieran pero no hicieron caso y escaparon. Doblaron ‘profesionalmente’ en contramano por otra avenida y ahí empezaron a dispararnos. Yo con la escopeta hice un disparo al aire para disuadir y luego tuve que usarla para defendernos”, comenzó diciendo el acusado de haber efectuado el mortal tiro.

“Los disparos no paraban, y en avenida Avellaneda una moto CG roja nos esperó para matarnos. Yo atiné a dispararle a ese vehículo, no para matar a nadie, sino defendernos. Sólo pude hacer dos tiros con mi reglamentaria, luego se me trabó y quedamos indefensos. Tontamente intentamos seguir a los motociclistas, porque ya no teníamos con qué defendernos, y ahí vi que uno escapaba por el pasaje y me bajo para detenerlo. Recién ahí vimos que eran dos personas menores, dos adolescentes”, agregó Díaz Cáceres.

El segundo imputado luego comenzó a responder preguntas de las partes y terminó cayendo en algunas confusiones, pero por sobre todo en algo que podría jugarle en contra: reconoció que marcó con ladrillos algunas vainas en el lugar del hecho, es decir que intervino en la escena en lugar de conservarla para que los peritos correspondientes hicieran ese trabajo. “Aun tengo las dudas de por qué las vainas que figuran en el expediente no son las que nos provee la Policía”, planteó.

“Es difícil el manejo de una escopeta arriba de una moto, es pesada. Pasaban los autos, no dejaban de dispararnos y nuestras vidas estaban en peligro. No tuve nunca la intención de matar a alguien”, concluyó.

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