LA GACETA/FOTOS DE JOSÉ NUNO
La doctora Cristina Argota vuelve una y otra vez con sus pensamientos a ese preciso momento en que comenzó la pesadilla. Fue el miércoles al mediodía, cuando regresaba a su casa desde el hospital de Niños, donde trabaja. Caminaba por la vereda de Lavalle al 800. No advirtió que faltaban varias baldosas. Trastabilló, se dobló el pie y cayó al piso. La rodilla dio contra el cemento, luego el tórax. Los vecinos salieron a auxiliarla. Horas después, cuando el dolor se volvió insoportable, terminó en un consultorio médico.
Las placas radiográficas revelaron que no fue una simple caída: esguince de tobillo y traumatismo de rodilla y tórax. “No me puedo mover”, dice la pediatra, infectóloga y docente de la UNT. Sus palabras son una mezcla de dolor y de enojo. Cuando tuvo el accidente no hablaba por celular ni se distrajo saludando a algún vecino. Tampoco iba muy rápido.
“Ya no se puede ni caminar por las veredas de barrio Sur; la mayoría están rotas debido a las empresas de servicios que hacen arreglos y dejan todo destruido, o no ponen de nuevo las baldosas que sacaron y entonces el piso queda desnivelado. Realmente es un riesgo”, expresó la doctora, que tiene 64 años.
Un recorrido por la zona es suficiente para comprobar lo que dice Argota. Hay innumerables aceras estropeadas, con baldosas salidas y pozos de distintos tamaños. En la Ayacucho prácticamente hay más de una rotura por cuadra. Lo mismo pasa en las calles Rondeau, Bolívar y también en la zona céntrica; por ejemplo, en la Crisóstomo Alvarez.
“Las veredas son angostas y están dañadas. Hay que ir más que atento, esquivando raíces de árboles, huecos, desniveles y montículos de escombros”, reclamó Bernardo Martínez, un comerciante de 70 años, que tampoco salió ileso de esa desventura cotidiana. “Hace dos años, me tropecé con una baldosa sobresalida, caí al piso y terminé en el hospital con un grave problema en una muñeca”, cuenta.
“La ciudad realiza mejoras en distintos espacios y calles, se han hecho peatonales que quedaron hermosas. Sin embargo, este es un problema básico que deben solucionar: las veredas rotas son un peligro. Uno no puede andar a los tropezones. Cuando me caí, el médico me dijo: ‘agradecé que no re rompiste la cadera‘”, remarcó.
Los consultorios traumatológicos suelen ser un termómetro del peligro que generan las veredas rotas. El médico Héctor Piedrabuena atendió innumerables casos de personas se cayeron o tropezaron porque no vieron un bache en la vereda. En la mayoría de los casos se trata de gente mayor que ya presentaba problemas de osteoporosis y, por un tropezón, se quebraron la cadera o la muñeca.
Piedrabuena describió una situación que motiva frecuentemente la asistencia a víctimas de caídas en la vía pública: “apenas tropiezan, en un acto reflejo, ponen los brazos primero; por eso, son comunes las lesiones en las muñecas o en los hombros”.
“El estado en el que dejaron las veredas las empresas que hacen arreglos es incomprensible; son verdaderas trampas, en especial de noche”, señaló el traumatólogo. Otras lesiones comunes de los peatones que se accidentan en las veredas son los esguinces de tobillo o los traumatismos de rodilla.
Más problemas
Dentro de las cuatro avenidas, además de las roturas de baldosas, otras trampas a las que se expone cualquier vecino de la capital al caminar son: falta de tapas y rejillas en algunos sectores, desniveles o restos de material sobresaliendo en puntos donde hay obras en construcción y pisos levantados por raíces de árboles.
“Tenemos muchísimos reclamos. En más del 90% de los casos, estas quejas se deben a obras que han realizado empresas de servicios, las cuales rompen las veredas para hacer un arreglo y no las vuelven a dejar en condiciones óptimas. Barrio Sur es un claro ejemplo. Se cambiaron todas las cañerías en muchas cuadras, lo cual es bueno, pero las aceras quedaron destruidas”, explicó Alfredo Toscano, secretario de Obras Públicas de la capital.
En ese caso, aclara Toscano, es a las empresas a quienes les corresponde dejar todo como estaba antes de la obra que realizaron. Por otras situaciones, es el frentista quien está obligado a tener su vereda en buenas condiciones.
“En muchas oportunidades, las empresas esgrimen que no las repran porque no pueden conseguir las mismas baldosas que tenían las aceras que tuvieron que romper. Lo cual es cierto: a veces son pisos que ya no se hacen. O no pueden estar buscando cinco o seis baldosas de cada tipo. Es por ello que estamos elaborando un proyecto de ordenanza que luego deberán tratar los concejales. El objetivo es establecer que, de ahora en más, habrá un solo tipo de baldosas para el área ubicada dentro de las cuatro avenidas. De esta manera, uniformaremos el piso de las aceras céntricas”, señaló el funcionario.
La idea, según dijo, es buscar un tipo de piso que siempre se pueda conseguir y fabricar. En algunos casos, las obras las hará la Municipalidad y en otros (cuando se trate de roturas realizadas por empresas) deberá hacerlo la firma que rompió la vereda. “Así haya roto 50 centímetros, estarán obligadas a reemplazar todo el piso de la acera”, precisó. “De esta forma quedara todo unificado y se evitarán los parches que a veces afean tanto las veredas, añadió.
Dentro de las cuatro avenidas de la capital hay 78 manzanas. Se calcula que en la mitad de ellas hay veredas con desperfectos. “Si nuestro gran objetivo es desalentar el uso del auto particular y promover que los vecinos caminen más por la ciudad y la disfruten, arreglar las veredas debe ser prioridad”, evaluó Toscano.
En esa línea, el funcionario adelantó que el municipio avanzará con las semipeatonalización de algunas calles. Por ejemplo, la 9 de Julio al 100 y al 200. En esa zona y en los alrededores también se mejorarán las veredas. Igual que en la calle Mendoza, entre 25 de Mayo y Laprida. La idea, además, es hacer aceras inclusivas con baldosas podotactil que ayuden en su desplazamiento a las personas con baja o nula visión y con rampas para discapacitados en todas las esquinas, adelantó.








