“Me encanta escribir, pero sufro cada palabra”

“Me encanta escribir, pero sufro cada palabra”

La tucumana Gabriela Bosso presenta la edición argentina de su novela “Musha”. La trama está ambientada en los convulsionados 70.

LA AUTORA. Gabriela Bosso recuerda que empezó a escribir su novela cuando enfrentaba el cáncer.  LA AUTORA. Gabriela Bosso recuerda que empezó a escribir su novela cuando enfrentaba el cáncer.

Las reediciones implican un volver a nacer para los libros. Y cuando esas historias cruzan las fronteras se agrega un clima celebratorio al acontecimiento. Es el caso de “Musha”, novela que la tucumana Gabriela Bosso había publicado en Perú y hoy empieza a recorrer otro camino gracias a la edición argentina, a cargo de Puerta Roja.

Ambientada en los convulsionados años 70 -época a la que la autora se referirá con precisión a lo largo de esta entrevista-, “Musha” apuesta por el suspenso y, a la vez, por la esperanza. Es su segunda novela, después de “Acerca de Judas”, y forma parte de la prolífica producción artística de Bosso, que además de escritora es documentalista.

- ¿Cómo fue el recorrido de “Musha” durante estos años? ¿Por qué esta nueva presentación de la novela?

- El recorrido fue bastante movido. Mucho más de lo que yo esperaba. En 2018 se publicó en Lima, donde quedó finalista del Premio Altazor de Novela. En 2020 se tradujo al italiano y en junio de este año se publicó en Italia, donde recibió distinciones en Turín y en Tivoli. Además, es finalista del Concurso Trecolori. En diciembre conoceremos el resultado. El domingo presentamos la primera edición argentina, con el honor de abrir la Colección de Narrativa de Puerta Roja Ediciones.

- Con una mirada a la distancia, ¿cómo analizás aquel proceso de escritura del libro?

- Fue muy turbulento. Empecé a escribir “Musha” un par de semanas después de empezar con la quimioterapia. En ese momento enfrentaba un cáncer galopante y los médicos me daban pocas esperanzas de vida -menos de seis meses-, entonces la escribí con bastante apuro. No tenía miedo de morirme; tenía miedo de que todas estas historias se murieran conmigo. Y también escribir me ayudó a sobrevivir. Me aferré a las letras como a un salvavidas y eso me permitió enfocarme en otra cosa más allá de la enfermedad. Todos los días, a pesar del malestar me levantaba a escribir, y me iba olvidando del dolor, de la angustia. Me daba una razón para pelear un día más. Y si bien la novela es bastante dura, de alguna forma era mucho más amable que lo que afrontaba mi cuerpo. De una extraña manera era mi refugio. Una especie de fight fire with fire (combatir el fuego con fuego).

- ¿Pensás volver en futuros trabajos a los años 70? ¿Qué te atrae de esa época?

- No es que me atraiga esa época, sino que la ficción se nutre de conflictos. Y los 70 fueron una época cargada de conflictos tan profundos que incluso marcaron las décadas siguientes. Hay conflictos en los que vale la pena bucear, no para seguir ampliando las brechas sino para poder superarlos. El tema no pasa por escribir sobre los 70 o no. Escribo si hay algo que me interese contar. Y es lo que pasó con “Musha”, que si bien toca el tema de la dictadura gira en torno a la vida de la gente común, en los vínculos de solidaridad que se tejieron entre personas que no se conocían, y que incluso no tenían nada en común. Historias de personas dispuestas a arriesgar su propia vida por otros que no conocían. Esa solidaridad de la que poco se habla es lo que me interesaba retratar.

- Combinás las letras y el audiovisual en tu producción artística. ¿En qué se parecen y en qué se diferencian los abordajes a los proyectos?

- Básicamente soy una contadora de historias. Mi proceso creativo es bastante doloroso: empieza con una especie de obsesión por un tema especifico que por alguna razón me conmueve mucho. Pero mucho mucho, hasta las lágrimas, te diría sin exagerar. Si no me emociona, no me interesa. Y excavo y escarbo cada vez más profundo hasta que encuentro qué quiero contar, y recién ahí me surge la idea de cuál es la mejor manera de hacerlo. A veces la realidad es tan transparente que te atraviesa, entonces elijo lo audiovisual. Una imagen vale más que mil palabras, trillado pero cierto ¿no? Otras veces el tema es denso y complejo o muy sutil, y no bastan las imágenes para retratarlo. Entonces lo escribo. Pero siempre voy al hueso. Me encanta escribir, pero sufro cada palabra. Lo mismo me pasa con lo audiovisual. Si no me moviliza, no vale la pena. A veces, como en el caso de “Musha”, saltan de un formato a otro. Yo la escribí como novela, pero ahora en Italia fue elegida como una de las historias más “bonitas” y participa en un concurso para hacerla película.

- ¿Sobre qué te gustaría escribir y sobre qué te gustaría filmar en el futuro, y por qué?

- Estoy en proceso de edición de un documental sobre Lucía Piossek de Zucchi. Y también escribiendo una novela sobre el perdón, sobre perdonar y perdonarse, que es tan fácil de decir, pero que a veces cuesta tanto. Y en el futuro... La verdad es que no pienso mucho en el futuro. He aprendido a vivir día a día, a disfrutar del momento presente. Confío en que, venga lo que venga, siempre traerá inspiración.

El domingo, en Citá

La zona del Abasto fue la elegida por Gabriela Bosso para la presentación de “Musha”. El encuentro está programado para el domingo a las 19 en Citá (La Madrid 1.457). Hablarán sobre el libro Daniel Ocaranza (encargado de la edición literaria de Puerta Roja) y la periodista Silvina Cena. También habrá música, con la participación de Valen Moises. “Es una cantante salteña muy grossa y viene sólo para esto”, destacó Bosso.

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