Tribulaciones electorales o no

Tribulaciones electorales o no

Hoy es uno de los días más importantes de la democracia y muchos ciudadanos lo viven con entusiasmo. Pero muchos dirigentes han desplegado lo peor de la política en los días previos. Y muchos votantes, también.

Hay varias historias dando vueltas en la vida de los tucumanos que hoy tendrán que ejercer uno de los actos más maravillosos de nuestra democracia. Hay pasajes tristes, otros vergonzosos y los hay también emotivos.

La hipocresía

En los últimos días la economía de los tucumanos se ha visto alterada. En la city tucumana donde se cambian dólares a las escondidas no había efectivo. La plaza se había secado porque muchos actores de la política necesitaban billetes para entregar este fin de semana. Para prostituir la democracia. Para devaluar la pasión y la fidelidad por la política.

En las últimas 48 horas se exacerbó todo lo que se venía viendo. Sin ninguna vergüenza se amontonaron en actos como si el coronavirus estuviera desde hace 20 días en veda electoral.

La aparición de bolsones con votos y comida adentro traen del recuerdo aquellas frases que decían los abuelos cuando llegaba “la oración”: “lo que Raúl dice de Pedro en realidad dice más de Raúl que de Pedro”. Por eso cuando aparecen esa bolsas con arroz, polenta o aceite junto a un voto, sin dudas ,está metiéndose en la libertad del elector; pero además está desnudando la incapacidad de la dirigencia política que ha contribuido a la pobreza y al hambre y ahora pretende sacarle provecho.

Volantines

Hay cheques dando vueltas, volando por los aires. Millones figuran en los bordes superiores derechos de esos papelitos con valor. Una de las formas de entrega de las últimas horas ha sido con dos cheques. El primero con seis ceros que se cambia para que los dirigentes tengan billetitos frescos y donde se paga la comisión. El otro cheque tiene sólo dos ceros, pero es el 10 por ciento del valor anterior, suficiente para que aquel que hace la gestión se dé por bien servido.

Alquileres

No sólo la actividad financiera fue sacudida con la campaña. También se incursionó en el mercado inmobiliario. No faltó quien se le ocurriera que se podía pagar por el “alquiler” de aquellos patios donde se hacían las reuniones políticas.

La degradación del elector también llegó a la hora de los actos o de los encuentros. Por “estar” se recibía dinero, pero no importaba la fidelidad hacia el precandidato. Lo importante era hacer bulto. Y se podía gritar, mejor. Después de ese acto estaba liberado para ir a llenar otro patio alquilado o, simplemente, a escuchar a otro dirigente de cualquier otro espacio. “Eh, ¿cuánto pagan en ese ómnibus?” Cuando el curioso recibía la respuesta y se daba cuenta de que en el vehículo en el que lo habían trasladado se pagaba más, se bajaba y sin ninguna duda se subía en el otro colectivo.

En los momentos de mayor exposición de los postulantes, todos han reconocido de uno u otro modo la necesidad de modificar esta forma de afrontar la política. Es difícil de creerles cuando son actores principales de esta desagradable forma de abusar de dineros públicos y de los electores. La hipocresía se ha hecho costumbre y los excesos, también.

Yo era el rey de este lugar / aunque muy bien, no lo conocía / me habían dicho / que atrás del mar / el pueblo entero pedía comida / No los oí, que vil razón / les molestaba su barriga… cantaba en los años 70 Charly García en sus “Tribulaciones, lamento y ocaso de un tonto rey imaginario o no”.

Los liderazgos

Este domingo ha tenido dos tipos de precandidatos. Los conocidos de siempre y los desconocidos de ahora.

Desde hace tiempo venimos siendo espectadores de la creación de los espacios políticos. Los partidos han ido diluyéndose. Se han convertido en caras o en grupos de partidos donde las identidades se disuelven y, por lo tanto, sus palabras y sus discursos tienen más devaluaciones que el peso argentino. Estas PASO son la demostración de que los dirigentes no pudieron –ni quisieron- ir construyendo nuevas figuras en la vida política tucumana. Por eso en la campaña mostraron y explicaron sus decisiones los que ya eran conocidos, mientras los otros intentaban decir quiénes eran y por qué estaban allí.

Estas pocas situaciones describen que algo debería cambiar. Es difícil entender por qué a un dirigente que suele repetir la importancia de trabajar por la gente le puede servir continuar con este sistema que es “pan para hoy y hambre para mañana”. Les puede alcanzar para ganar elecciones, pero no para gobernar y transformar esta sociedad empobrecida. Hace mucho tiempo que los tucumanos no encuentran un líder que trascienda. Duran lo que el agua entre las manos.

Calor humano

En un partido de tenis en verdad terminan jugándose dos partidos muy duros y muy difíciles de afrontar. Uno se desarrolla contra el rival y el otro contra uno mismo. En las campañas electorales pasan cosas parecidas. Hay un partido en el que el dirigentes se desespera por ganar el voto del ciudadano. Pero también juega un partido muy duro consigo mismo.

En el primero tiene los dientes apretados y no le importa nada con tal de ganar un voto, hasta hace lo que no debe. Se anima a hacer trampas y gastar lo que no tiene o lo que no es propio.

En el otro partido está cara a cara con el vecino. Le cuentan sus ilusiones y sus sueños. Le confiesan sus padecimientos y sus males. Incluso, comparten sus alegrías y sus bailes. En estos pocos meses recobran humanidad. Hay quienes confiesan que cuando los ven, o los reconocen, recuperan el sentido de la política. Hay papás que lloran por sus problemas. Hay chicos que no lloran porque la droga también congela las lágrimas -aunque no el dolor ni la frustración-. Y hay mamás que piden a gritos que hagan algo para que sus hijos aprendan a leer.

Con los partidos de tenis, se puede ganar o perder con el rival, pero la competencia más enriquecedora es la otra. De esa deberían aprender y abrevar los candidatos.

El debate

En muy pocas horas estas líneas serán viejas y se pondrán amarillas, como si un siglo hubiera pasado por ellas. Ya se habrá sabido si el peronismo dirimió su disputa de liderazgo o si, simplemente, ambas fuerzas consiguieron demostrar que no tienen la poder de fuego necesario para eliminar al adversario.

En Cambiemos también habrá concluido la guerra. Los gestos a la hora de conocerse veredicto de la ciudadanía lo van a decir todo. Hay un radicalismo tradicional que pugna por su continuidad; un radicalismo más conservador, aunque con ímpetu juvenil; y un peronismo disidente.

Mientras en el oficialismo los matices prácticamente no existen, porque la discusión es simplemente por el poder y así ha quedado demostrado en la campaña; en la lucha tripartita de la oposición las diferencias son claras. Están bien delimitadas.

La primera vez

Por primera vez, las PASO habrán estado justificadas. Son la primera parte de una película cuyo epílogo concluirá el 14 de noviembre. El resto de las fuerzas peleará por tener aunque sea un papel de reparto en la segunda parte de este filme. Seguramente escape de esa lógica el bussismo, que de todos modos debe querer saber qué habrá sido de él.

En pocas horas más de 1,2 millón de habitantes de la provincia cumplirán uno de los actos más trascendentales de la vida. Como tal, no se trata de una tarea fácil. Elegir es una tarea individual y exige más responsabilidad aún, porque no habrá culpa ni logro ni fracaso compartido: serán simplemente el ciudadano y su decisión.

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