La semana próxima reinician las obras en el puente sobre el Canal Sur

La semana próxima reinician las obras en el puente sobre el Canal Sur

Comenzarán a montar las vigas. Un amparo judicial había detenido el trabajo. “El mayor problema no es el puente en sí, sino la inseguridad”, dice un vecino.

La historia ya lleva años, y a los vecinos se les está acabando la paciencia: el 20 de septiembre de 2018 se desplomó el puente que, sobre la avenida Colón, cruza el canal Sur, y une la capital con El Manantial. “Hace ya casi tres años, y es un problema grave. No sólo por las dificultades para circular; también por la inseguridad que sufrimos, que se agudizó desde que el puente se vino abajo”, se queja, con razón, Mary (35 años), quien -precisamente por este motivo- no quiere decir su apellido.

“Que no se pueda circular no sólo es incómodo; las empresas de distribución de correo no entran; los repartidores y los preventistas, tampoco. Pero además, nos privan de servicios esenciales que dependen de la urgencia de la respuesta, como las ambulancias o los móviles policiales”, agrega.

“El otro día, sin ir más lejos, hubo un asalto; la gente logró atrapar al ladrón, pero la Policía tardó como una hora en llegar...”, ejemplifica y destaca que es mucha la gente damnificada: sólo en el barrio Néstor Kirchner son 900 las familias; y este puente y su contexto (como la tan anhelada iluminación) vincula muchas otras comunidades.

“Los taxis no quieren entrar; o no saben cómo hacerlo o aducen que es ‘zona roja’. Hace recién un mes que una línea de colectivos ingresa al barrio; antes debíamos caminar ocho cuadras hacia el Sur o 10 hacia el Norte... ¿Te imaginás esto en la oscuridad”, agrega.

No sólo los vecinos protestan. “El conflicto que implica que el puente y su entorno no se arreglen como corresponde es inmenso. Tengo muchas clientas en la zona y me manejo con envíos a domicilio desde que comenzó la pandemia”, cuenta Guillermina Moyano, que no vive cerca pero lo sufre igual.

“Creeme que tener que avanzar o retroceder varias cuadras para poder llegar con los pedidos implica gasto y pérdida de tiempo”, añade.

Algunas buenas noticias

Aparentemente, por fin sopla un poco de buen viento para los que esperan las soluciones. Según informó a LA GACETA el director de Vialidad Provincial, Ricardo Abad, la semana que viene retomarán los trabajos en el lugar. ¿Por qué tanta demora? Repasemos la historia...

Después de haber estado detenida más de un año por el juicio con la empresa constructora del puente caído, el 4 de noviembre del año pasado se anunció que se había firmado el contrato con la que construiría el puente nuevo.

“La obra fue iniciada y está en construcción; pero una medida cautelar en la Justicia de la empresa que había construido el puente anterior nos impidió avanzar durante cuatro meses”, dijo el funcionario.

“Sé que impacienta ver poco movimiento en el lugar -agregó-. Sucede que, después de esa interrupción, lo que podía hacerse allí ya se hizo (demoler lo que no era factible aprovechar); las vigas nuevas son premoldeadas; se están armando y confiamos en estar de nuevo en el terreno alrededor del 20”.

“Pero nos preocupa que, a pesar de que hemos señalizado y hasta puesto obstáculos, la gente ha seguido pasando en vehículos por el ‘puente mellizo’; y no sabemos si este no puede llegar a sufrir los mismos problemas que el que se cayó”, advirtió y destacó que la restricción está dirigida, por cuestiones de peso, a los autos y los camiones.

“Personas, bicicletas y motos pueden pasar”, añadió Abad.

Otros problemas

“Es, por fin, una buena noticia. Vivo en el barrio Néstor Kirchner, pasando el puente, y la verdad, me alegra; pero el puente en sí mismo no es mi mayor preocupación”, destaca José Nieva y reconoce que él es uno de los que ha desarmado los obstáculos.

“El funcionario dice que con las motos podemos pasar; y de alguna manera es cierto. Pero esos obstáculos nos obligan a frenar y luego circular muy lentamente. Y el problema no es el paso, es la seguridad”, se queja preocupado, y explica: “si tenemos que frenar, ¡nos asaltan por sistema!”.

Guillermina coincide en que la zona necesita bastante más que sólo el puente. “Muchas veces es solitaria la zona y la inseguridad es grande. Además por allí transitan muchos carros que tiran basura, animales en descomposición... Se necesita urgente una solución, y no sólo por las personas que viven allí, sino por todos los ciudadanos”, agrega.

De larga data

José asegura que no es una cuestión nueva: “hace tres años nos movilizamos y presentamos un expediente con más de 200 firmas, pidiendo luz y seguridad. Hace falta vigilancia, y más de noche”.

“¡Es que es una boca de lobo -agrega Mary- y es una de las razones por las que el barrio es estigmatizado”.

Tanto José como Mary (y muchos otros, aseguran) se movilizan con frecuencia. “Ya no sabemos qué hacer; parece que no le importamos a nadie: ni la a la Provincia, que no nos garantiza seguridad; ni a la Municipalidad, que no asegura la iluminación”, reclama Mary con un gran sentimiento de impotencia.

“Nos hemos reunido los vecinos con el personal de la comisaría 13 -cuenta José-. Armamos hasta un cronograma de cómo se harían las guardias... Un sólo día les duró...”.

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