El derecho a la contradicción

El derecho a la contradicción

05 Septiembre 2021

Por Inés Páez de la Torre

Psicóloga y Sexóloga

Una ideología no es otra cosa que un conjunto de ideas, creencias, maneras de interpretar el mundo, la conducta humana, los vínculos entre las personas. Con excepción de los maestros “iluminados”, conscientes de que esta realidad es relativa, transitoria, impermanente (por lo que no se la toman muy en serio)… el resto de los mortales no podemos escapar a ciertos sesgos, posturas, modos propios de ver la vida y, por supuesto, de vivirla.

Si nuestra interpretación del mundo es limitada, contenida, si está llena de prohibiciones, de culpa, de ideas muy cerradas acerca de, por ejemplo, cómo tienen que comportarse las mujeres y los varones o “lo que debe ser” una familia; si la visión “progre” del erotismo se vive como una amenaza y hay mucha energía puesta en defender los frentes que corren peligro… es evidente que la vida sexual recibirá el impacto de tanto prejuicio. En este sentido, podemos inferir que aquellas personas que comulgan con ideologías políticas más conservadoras, estructuradas y reaccionarias, serán también conservadoras, estructuradas y reaccionarias… en la cama. Se permitirán menos. Análogamente, las personas progresistas, que no sólo no les temen a los cambios sino que los promueven en pos de ampliar libertades y derechos… en el sexo también se atreverán a experimentar lo nuevo. Gozarán más. Y lógicamente: a más disfrute, más deseo, más frecuencia.

¿Será siempre así? Alguien dijo una vez que “el derecho a la contradicción es el menos reconocido pero el más humano”. ¡Sabias palabras! Para recordarnos que cuando de personas se trata no hay dos más dos son cuatro. Que somos complejos, contradictorios, que nos habitan muchos aspectos -algunos conscientes, otros no tanto-. Si hasta nosotros mismos a veces nos asombramos de lo que hacemos. Y qué decir cuando entra en juego la sexualidad: misteriosa, enigmática, involucrándonos de lleno.

Así es como muchas proclaman libertades que no son capaces de llevar a la práctica y otros que parecen muy medidos pueden sorprendernos. Porque nuestras opiniones no siempre están alineadas con lo que hacemos, ni la imagen que proyectamos -o que los demás tienen de nosotros- refleja todo lo que somos… o podemos llegar a ser.

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