Batalla entre poderosos
Batalla entre poderosos

Son los dos grandes acontecimientos del espectáculo deportivo. Primero las Copas Mundiales de la FIFA y luego los Juegos Olímpicos. Los Juegos son mucho más inclusivos (doscientos países, todas las disciplinas). Pero el fútbol es fútbol. Su poder como caja de resonancia no tiene equivalentes. Y menos en los mundiales. Ambos, sin embargo, atraviesan un momento cuanto menos complejo, cambiante, y que torna incierto saber cómo seguirán su camino.  

¿O acaso no intuimos todos que la batalla Clubes vs. Federaciones en esta triple fecha eliminatoria de la Conmebol es apenas el primer round de una vieja lucha pero que, esta vez, muestra a los contendientes con poderío parejo? Mandan las federaciones (en este caso la FIFA, la federación madre) y por eso el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) de Suiza falló a su favor y avaló que los jugadores sudamericanos retenidos por sus clubes europeos puedan jugar con sus selecciones. Pero mandan también los clubes europeos. Por algo Brasil recibirá hoy a Argentina sin sus nueve jugadores de la Premier League. El poder no se ostenta, se usa: 17 jugadores de la Premier fueron convocados por Sudamérica, pero sólo cinco pudieron viajar. El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, habló de “solidaridad”. No advirtió castigos, porque tal vez difícilmente pueda hacer que se cumplan.

Argentina fue la única selección que inició la serie con plantel completo. La conquista de la Copa América fortaleció al grupo. “Leo” Messi está definitivamente líder, dentro y fuera de la cancha. Una paradoja: por cuestiones de edad, su juego, su desequilibrio individual, su mano a mano, no tiene la misma potencia de los años más frescos. Pero lo compensa con un crecimiento muy interesante. Porque lidera sin levantar la voz. Cero ostentación. Y mucho compromiso. Recibió una patada criminal contra Venezuela, que hasta podría haberle costado el tramo final de su carrera. Pero permaneció en la cancha hasta el último minuto. Como en los viejos tiempos de Diego Maradona, si el número uno se compromete así, el resto, es inevitable, se siente doblemente comprometido. Esta es una Messidependencia distinta de tiempos anteriores. No menos interesante para el análisis.  

Messi, es cierto, tiene espaldas suficientes. Además, PSG, su club, está bajo control de Qatar, sede del próximo Mundial, es decir, parte interesada en la promoción de “su” Copa. ¿Pero cuánto tiempo más podrán seguir resistiendo los otros jugadores si sus clubes ingleses, o italianos o españoles también, mantienen su negativa de cederlos para los próximos compromisos de la Selección? “La economía del fútbol -escribió un especialista brasileño- es cada vez más la economía de los clubes”. Los clubes pagan salarios millonarios y ejercen “soberanía” sobre sus jugadores, más allá de la FIFA y el TAS. Las Federaciones (especialmente en Sudamérica) precisan a esos jugadores estrella que actúan en Europa para reavivar el interés por la pelota en la región, económicamente empobrecida y cada vez más lejos del poderío del Viejo Continente. Y los precisan también para recaudar dinero. La televisión alimenta a ambas cajas: a los clubes que animan Champions y Libertadores y a las Federaciones que juegan mundiales y campeonatos continentales. Su rol en la batalla no será menor.  

Brasil, rival hoy de Argentina, lidera incuestionable la eliminatoria. Sin varios de sus titulares, viene de ganarle a Chile en su casa. Siete partidos, siete victorias. Pero llegará a Qatar habiendo jugado contra apenas una selección europea en los dos últimos años. Las diferencias entre continente y continente son cada vez mayores. Y crecen también entre Brasil y Argentina. Brasil, favorecido por el cambio de su moneda y acaso porque sus clubes-SA pueden recibir capitales de modo generoso, le ganó a Argentina siete de los  últimos ocho duelos directos entre clubes de uno y otro país. Allí está Atlético Mineiro plagado de estrellas que eliminó de la Libertadores primero a Boca y luego a River. ¿Se puede trasladar la comparación a las selecciones? Argentina viene de un buen partido, pero Venezuela, su débil rival, es una medida dudosa. Eso sí, si la Selección mantiene el bloque compacto que permitió ganar la Copa América en el Maracaná competirá hoy en absoluta paridad con el Brasil supuestamente imparable de Tite.  

Y nos quedan los Juegos Olímpicos que prometimos al inicio. Están terminando los Paralímpicos y Japón acaba de sufrir un sacudón. Su primer ministro, Yoshihide Suga, que había apostado a los Juegos como botín político, anunció el viernes pasado que no se presentará a las elecciones. Lo condenó su pobre gestión en la pandemia. Solemos creer que los pueblos se anestesian ante un éxito deportivo. No fue así en Japón. Los terremotos políticos, aunque por otros motivos, ya habían sacudido también al Brasil que había sido sede del Mundial 2014 y de los Juegos de Río 2016. Ni la pelota ni los podios olímpicos pueden tapar todo. La fiesta algún día termina. Y volvemos a la realidad.  

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