Daniel Ruggiero: la voz de un fuelle se ilumina con colores sinfónicos

Daniel Ruggiero: la voz de un fuelle se ilumina con colores sinfónicos

El solista y compositor estrenó su segundo disco, “Bandoneón de concierto”, y explica cómo el estudio del instrumento se fue volviendo más accesible en las últimas décadas.

UNA PASIÓN FAMILIAR. Daniel Ruggiero es bandoneonista, como fue su padre, y también su hermano Adrián heredó la misma vocación musical. UNA PASIÓN FAMILIAR. Daniel Ruggiero es bandoneonista, como fue su padre, y también su hermano Adrián heredó la misma vocación musical.

Lleva el tango en la sangre, por ser hijo de un músico de la orquesta de Osvaldo Pugliese, pero en su talento anidó también la vertiente frecuentada por Astor Piazzolla, que pone la melancólica voz del bandoneón al frente de una sinfónica para desplegar un abanico de sonoridades diversas. El bandoneonista Daniel Ruggiero acaba de lanzar su nuevo disco, “Bandoneón de concierto”, que está disponible en Spotify, en YouTube y otras plataformas.

En diálogo telefónico con LA GACETA, el instrumentista, compositor y docente comentó que el disco está integrado por dos obras de tres movimientos cada una. La primera, “Bando y banda”, es un concierto para bandoneón y ensamble orquestal. La segunda, “De nácar”, es un doble concierto para dos bandoneones con orquesta de cuerdas y marimba.

En 2017, Ruggiero había editado “Bandoneón es cultura”, su primer disco solista, con nuevos arreglos y composiciones que subió en su web site, para ser descargadas libremente.

El músico, hijo del también bandoneonista Osvaldo Ruggiero (1922-1994), considera que este formato vinculado a la música académica es hacer uso del bandoneón como un instrumento más de la orquesta sinfónica.

“El bandoneón ha quedado relegado al tango, pero Astor Piazzolla, en los 70 y 80, además de las experiencias de otros músicos, lo pusieron en este lugar que siempre le han negado -dijo-. Al frente de una orquesta en una posición de solista, ya no en un quinteto de tango o en una orquesta típica sino en una orquesta con otras sonoridades y otras formas de composición”.

- ¿Cómo obtuvo el bandoneón su liderazgo en el tango?

- Es un instrumento alemán que vino al Río de la Plata en manos de los inmigrantes. Cuando el bandoneón llegó a estas costas, el tango se hacía con flauta, guitarra y violín. Era otro tipo de música, más nocturna, una música de cabaret. Cuando los músicos comenzaron a tocar el bandoneón, se inició un camino paralelo muy interesante. El instrumento no tenía escuela en ese momento, a diferencia de otros como la guitarra, el violín y la flauta, que tienen años y años de escuela, métodos y libros. Hicieron caminos paralelos, el tango y el bandoneón. Los bandoneonistas empezaron a pulir su técnica, a mejorar, a agregar notas en el instrumento. Es muy curioso, porque los demás instrumentos de una orquesta tienen un desarrollo técnico muy avanzado. El bandoneón, en cambio, se hizo en el camino. Y a medida que los instrumentistas pulían la técnica, eso contagiaba a las orquestas y a sus estilos. Ahí entendí que seguir dándole lugares nuevos al bandoneón es darle un nuevo lugar al tango.

- ¿Hay pocos bandoneonistas?

- No. Hace más de veinte años, cuando yo empecé a estudiar, no podía pagar clases particulares. Fui a la Escuela de Música Popular de Avellaneda, al Conservatorio Nacional y a un conservatorio municipal. Hoy la oferta de educación musical en bandoneón es mucho mayor. Hace poco juntamos a todos los docentes de provincia de Buenos Aires y éramos 20. Es decir que en estos 20 años la oferta de cátedras gratuitas de bandoneón, en el programa de conservatorios oficiales, creció muchísimo. Con lo cual, también creció la demanda y todos estamos contentos, porque esta también es una buena manera de difundir el tango. Esto no sucedía antes. Los que querían estudiar bandoneón tenían que pagar o, como en mi caso, tomar dos colectivos, el subte, el tren, para irme a estudiar a Avellaneda. Eran muy pocos los que estaban dispuestos a tanto esfuerzo.

- ¿El bandoneón plantea una dificultad mayor para su ejecución a la de otros instrumentos?

- Sí. Tiene una limitación grande a la hora de seducir a un alumno: a las teclas uno no puede verlas mientras toca y tiene que memorizar ese orden. Además, mientras uno abre con la mano derecha el orden es uno, pero cuando cierra el orden es otro. A su vez, la izquierda es diferente de la derecha y también diferente el orden cuando abre o cuando cierra. Por eso el alumno de bandoneón que se la banca es porque lo quería hacer de todos modos. En cambio, el que toma clases de guitarra, de piano o de flauta dulce, por ejemplo, en un mes está tocando una canción y más o menos se está divirtiendo. En el bandoneón eso no es tan sencillo.

- ¿Es un instrumento costoso o difícil de conseguir?

- Difícil de conseguir, es posible. Pero no es costoso en comparación con otros grandes instrumentos. Yo tengo el bandoneón de mi viejo, pero he comprado instrumentos y comparado con un buen violín, cuesta mucho menos. Un buen violín puede costar un millón de euros, mientras que uno básico de estudio puede salir $ 2.000. El violín, el piano o la guitarra son instrumentos ultra populares que en todo el mundo la gente los toca. En el caso del bandoneón, el rango de precios es alto para comenzar. El más barato no creo que baje de los 800 o 1.000 dólares (unos $ 160.000). Pero el más caro de todos no puede superar los 10.000 dólares. Con lo cual, sí, es difícil empezar pero una vez que comenzó, si uno quiere tener el Steinway o el Stradivarius de los bandoneones, puede llegar a tenerlo. En la Universidad Nacional de Lanús hubo una experiencia de hacer bandoneones con impresoras 3D, como para que sean económicos y poder repartirlos en las escuelas públicas, pero el proyecto se suspendió durante los cuatro años del gobierno anterior. No sé si se está retomando ahora pero, si no, debería retomarse porque es un proyecto buenísimo.

- ¿Está volviendo la época de las orquestas de tango?

- Sí. Pero la gran diferencia es que las orquestas actuales lo que hacen es rememorar las orquestas de antaño. En cambio, en los años 40 o 50 cada orquesta tenía su estilo. Había decenas de orquestas típicas, todas con su estilo, con su repertorio, todos los temas con arreglos originales y muchos con composiciones propias. Hoy hacen un homenaje a todo eso que pasó. Hay orquestas de tocan a lo D’Arienzo, a lo Troilo, a lo Di Sarli o a lo Biaggi. No hay producción de temas nuevos ni de arreglos nuevos para que sean bailables. Lo que hay son transcripciones de esa época. Me parece fantástico, pero el fenómeno no es el mismo.

- ¿No hay nuevas orquestas de tango con temas propios?

- Sí. No es lo que circula en la milonga, pero por ejemplo la Fernández Fierro, donde toca mi hermano (Adrián Ruggiero), tiene composiciones originales. Pero no es algo tan nuevo. Esa orquesta está cumpliendo 20 años.

- ¿La actividad musical de su padre era sacrificada, por tener que tocar casi todas las noches con la orquesta de Pugliese?

- Yo nací cuando mi padre ya era un señor grande, pero por lo que llegué a conocer ellos la pasaban bárbaro. El año que viene es el centenario de mi viejo y estoy recopilando cosas. Tengo cantidad de fotos de todas partes del mundo. Laburaban un montón, ensayaban un montón, tocaban casi todas las noches y en algunos momentos tenían muchos problemas por la condición política de Pugliese (era comunista), pero evidentemente se divertían, a pesar del esfuerzo.

- ¿Qué recuerda de Osvaldo Pugliese?

- Muchas cosas, porque en los últimos años de mi viejo con Pugliese se inauguró la Casa del Tango, a fines de 1994, y con ese proyecto trabajaban juntos. A don Osvaldo le gustaba jugar al truco y jugábamos los cuatro, con mi hermano y mi viejo. Hemos pasado momentos increíbles. Acá en Buenos Aires y en Mar del Plata, donde pasábamos veranos juntos, incluso cuando mi viejo ya no estábamos. Pugliese tenía una carpa en uno de los balnearios y nosotros íbamos a pasar la tarde con él, tomando algo y jugando al truco. Ha sido una persona increíble.

- ¿Además del tango académico cultiva una faceta más popular?

- Hice de todo. Hoy con la pandemia está complicado, pero suelo ser el director musical de un hotel, acá en Buenos Aires. En eso trabajo todas las noches del año, aparte de mi actividad docente y de otros proyectos. Hace poco hicimos un homenaje a Piazzolla en el Centro Cultural Kirchner, donde me convocaron como director. He tocado con Raúl Lavié, Guillermo Fernández, Amelita Baltar y mucha más gente, por suerte.

- ¿Le gustaría venir a hacer tango sinfónico en Tucumán?

- Me encantaría, aunque es complicado. A veces es más difícil ir a tocar al interior que ir afuera. De hecho, tengo que ir a tocar en Colombia ahora en octubre. Este año, que fue el centenario de Piazzolla, intenté proponer en las orquestas a las que tenía acceso algún concierto homenaje, como el que hice en México hace dos o tres años, pero la respuesta no llega.

Perfil: Daniel Ruggiero

Nacido en diciembre de 1979, en Buenos Aires, se formó  con grandes maestros como Walter Castro, Rodolfo Mederos y Néstor Marconi, entre otros. Desde 2004 se desempeña como director, arreglador, bandoneonista y compositor del grupo de tango contemporáneo Quasimodo Trío, con tres discos editados y uno en proceso de edición y conciertos en Europa, Norteamérica y Argentina. También es director musical del espectáculo “Rojo Tango” en el Hotel Faena, es docente de Bandoneón y Práctica de Tango en el conservatorio Juan Pérez Cruz  (Junín, Buenos Aires) y dicta en forma particular su taller Componer desde la Imagen.

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