Hojeando el Diario: hace 90 años actuaba Arturo Rubinstein

Hojeando el Diario: hace 90 años actuaba Arturo Rubinstein

VISITA. El artista en el Instituto Musical de Tucumán.  VISITA. El artista en el Instituto Musical de Tucumán.

“Terminemos estas líneas, escritas al correr de la pluma y a altas horas de la noche, agradeciendo a Rubinstein el habernos asombrado con su enorme talento durante dos veladas de inolvidables recuerdos, a la Asociación que pensó en traer a tan gran artista venciendo los obstáculos que se presentan en toda obra cultural y al público que llenó la sala” con estas palabras nuestro cronista despedía al gran pianista polaco Arturo Rubinstein que se presentó en Tucumán en las noches del 17 y 18 de agosto de 1931.

Sobre el pianista, bajo el título “Rubinstein: el mago del piano” y firmado por el director de la banda de Música Juan Serra Bernabé, se decía que “su facultad de interpretación constituye la característica de un artista en cualquier instrumento; y si Lizt, Chopin, Rubinstein, Paderewski, Joachim y otros muchos han sido declarados artistas eminentes en sus respectivos instrumentos, débese la causa, además de sus grandes facilidades para el mecanismo a su facultad de interpretar y esta es precisamente la que en alto grado posee el insigne, el por todos conceptos eminente pianista Arturo Rubinstein”.

En la crónica sobre la primera presentación de Rubinstein en Tucumán se decía que “aún no se había extinguido el eco de los aplausos tributados al violinista húngaro Kubelick, de gratos recuerdos, cuando ese mismo público, respondiendo a la invitación que le hiciera la Asociación Sinfónica de Tucumán, colma el amplio salón de la Sarmiento para escuchar, aplaudir y ovacionar a uno de los más grandes pianistas de la época”. Cabe destacar que en primera fila y visiblemente orgullosa se encontraba la presidente de la institución, Sarah Carrera junto a otras figuras de la cultura tucumana que escuchan extasiados los acordes que sale del piano Beschstein, que por entonces apenas había cumplido 18 años de vida, propiedades de la Sociedad Sarmiento.

El intérprete nació en la ciudad polaca de Lodz, el 28 de enero de 1887 siendo el séptimo hijo de una familia judía de tejedores. Comenzó a estudiar piano a los tres años y con apenas seis dio su primer concierto. Tuvo problemas con sus profesores en Polonia y se marchó a Berlín donde quedó bajo la tutela del violinista Joseph Joachim. Nuestra crónica de presentación allá por 1931 reproducía parte de una entrevista aparecida en España donde reconocía que su familia era “antimusical” y agregaba: “yo, que hasta los cinco años no hablado una palabra, desde los veinte meses cantaba todas las canciones que oía hasta tal punto, que mi familia se entendía conmigo interpretando mis cantos. Por ejemplo: entraba en casa un amigo español y me preguntaban: ‘Arturito, ¿quién ha venido?’ Yo para decirles que era español, les cantaba ‘Carmen’ y si el visitante era francés, ‘La Marsellesa’, y si quería dormir, ‘El sueño de Manon’” Y en cuanto a sus actuaciones desde muy pequeño como niño precoz, respondió enfático: “yo no he sido jamás explotado como niño prodigio, porque siempre entendí que eso era un peligro para el porvenir. Aparecía de vez en cuando en los conciertos para mostrar mis progresos, pero siempre tornaba a mis estudios”. En esa misma entrevista sentenció que se emancipó a los 15 años. “Desde entonces marcho solo por el mundo, y yo me administro y respondo de mis actos”, dijo. También tuvo una respuesta irónica y con humor sobre el matrimonio y el amor al expresar: “las adorables mujeres con quienes soñé me han interesado. Sin embargo, tengo horror del casamiento; si algún día recibe Ud. la noticia de que he matrimoniado, puede estar seguro de que me he vuelto loco. Para un artista el casamiento es nefasto”. No sabemos si el periodista de la revista “La esfera” de Madrid recibió la comunicación, pero el artista se casó en 1932 con Aniela Mlynarski, hija del famoso director y profesor polaco Emil Miynarsky. Otro dato para descubrir la personalidad del visitante es dónde le gustaría vivir y respondió: “Londres para vivir; para mirar, Italia y para amar, Andalucía”.

Nuestro colega describe al personaje de la siguiente manera, previas señales de admiración por su capacidad interpretativa: “mediano de estatura, de complexión robusta, nariz larga y aguileña, amplia frente, ojos de azul claro y luminoso, movimientos musculares de felino, cabellos bermejos y ensortijados, labios espesos y sensuales, cabeza grande y larga. Toda su persona refleja vivacidad de inteligencia e inspira simpatía”.

Los primeros sonidos salidos del piano ejecutado por Rubinstein fueron de la “Toccata”, del padre de la música: Bach, arreglada por el eminente pianista italiano Busoni, cuyos tres primeros tiempos fueron interpretados magistralmente poniendo en cada uno de ellos la expresión, el color y el brillo de su personalidad vigorosa”. Terminó la primera parte con la sonada “Appasionata” OP 57 de Beethoven. La segunda parte fue dedicada al romántico polaco Chopin. “Emotivo en la Barcarola, elegante en el vals, delicado en Berccuse y brillante, espectacular en la octava polonesa OP 53. El pianista hizo derroche de las excepcionales condiciones que posee”, decía la crónica. También hubo obras de De Falla, Albeniz y Stravisky. En la segunda presentación se respetó el primer programa pero se dejaron de lado las obras interpretadas en la primera parte de la actuación del 17 (Bach y Beethoven).

Sobre el programa elegido, de cuya selección se encargó el propio intérprete, y que fue enviado a nuestra provincia para su impresión, hay una anécdota sobre las condiciones del pianista para su impresión, pero que serán parte de otra historia.

El eximio intérprete también se dio tiempo pocas horas antes de partir hacia Córdoba, tras sus actuaciones, para visitar el Instituto Musical de Tucumán. Allí departió con los directores del instituto, Enrique Casella y Luis Ginneo, además de profesores y alumnos. También se tomó su tiempo para firmar autógrafos en cuanto álbum, postal o papel le fue presentado. Fue toda una revolución para el establecimiento ya que la visita se produjo en el horario de actividades y los estudiantes demostraron su reconocimiento al pianista.

En un momento de su charla reconoció el cariño que le profesó el pueblo de Tucumán. En el libro de visitas de la institución estampó sobre su firma: “Al Instituto Musical Tucumán. Por su obra de cultura y encantado de haberla visitado. Tucumán, 19 de agosto de 1931”. Tras ello partió hacia la estación del ferrocarril Central Córdoba.

El pianista polaco hizo dos actuaciones en la Sociedad Sarmiento. La Filarmónica lo trajo

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