Imágenes contrastantes

La tele del sábado a la mañana nos dejó la imagen contrastante: por un lado, el empate 2-2 del Leeds de Marcelo Bielsa contra el Everton del español Rafa Benítez. Pero la imagen a la que me refiero estaba en las tribunas. Otra vez el público en Elland Road. Tribunas abarrotadas. Público exultante. Miles y miles de banderitas para recibir al equipo de Bielsa después de tanto tiempo. Volver a gritar un gol en cancha. Cuando Leeds marcó el 1-1 el estallido fue fenomenal. El desahogo. Creo que me impactó más la alegría de esos hinchas que el gol en sí mismo. La Premier League, sabemos, es la Liga más vibrante del fútbol mundial. Mucho ritmo, ataque y, desde ahora, menos intervencionismo del VAR. La idea de que el juego se detenga lo menos posible. Que el fútbol siga siendo fútbol.

La otra imagen de ayer a la mañana, y que exactamente a la misma hora marcaba el contraste, estaba un canal abajo en el control remoto de mi tele. Los Pumas jugando otra vez en Sudáfrica contra los Springboks. Pero aquí con tribunas vacías. Acaso para sentir algo de carga emocional, Los Pumas fueron ruidosamente alentados, cacerola incluída (en las manos de Matías Moroni), por los suplentes, que formaron fila, gritaron, cantaron y palmearon a quienes estaban saliendo a la cancha. Se ha hecho otras veces y con público. Pero , sin la gente, ese aliento tiene un significado más fuerte. Por supuesto que juegan los jugadores, no el público. Pero la vuelta de la gente, lo vemos en la Premier, nos confirma lo vital que sigue siendo la presencia de los hinchas para el espectáculo. Y no es casual el contraste. Por mucha potencia que sea en Africa, Sudáfrica sigue siendo lo que suele denominarse Tercer Mundo. Inglaterra no. Igualmente, no todo es tan lineal. El mismo rugby nos lo muestra. Un rebrote mínimo de Covid, minimísimo, bastó para que los notables All Blacks (siguen jugando el mejor rugby mientras el resto abusa de la patada táctica) suspendieran su viaje a Australia y se complicara todo el calendario del Championship.

Los Juegos Olímpicos de Tokio eran señalados como el inicio del fin del túnel. La señal y esperanza de que podíamos recomenzar la “normalidad”. No fue así. Los Juegos no se suspendieron simplemente porque el negocio no podía permitirse ese lujo. Pero ni siquiera podrán recuperar público los Juegos Paralímpicos que comienzan este martes en Tokio. Sucedió que los contagios en la capital japonesa se multiplicaron durante los Juegos. No exactamente dentro de la burbuja olímpica. Pero sí en el movimiento paralelo. La gente entusiasmada con el espectáculo. Con la cosecha de medallas de los deportistas japoneses. Juntándose en bares y casas para ver a sus representantes. Relajándose. Las críticas hoy son muy duras.

Sin embargo, algo parecido sucedió también en la Eurocopa que se jugó en diversas ciudades del Viejo Continente y cuya final Italia le ganó por penales a Inglaterra en Wembley. Los resultados oficiales hoy por tanta fiesta fueron hechos públicos la última semana. La variante Delta, claro, ayudó a los nuevos números que inquietan a los especialistas (apenas aliviado porque ya hay mucha gente vacunada, contra una minoría siempre ruidosa que insiste en rechazar el cuidado colectivo). Tenemos entre nosotros la experiencia estos días de la Copa Libertadores. Hubo gente (limitada) en el Mineirao en la dura derrota del River de Marcelo Gallardo contra Atlético Mineiro y que, después de una década, nos dejó sin equipos argentinos en las semifinales del torneo, con la sensación de que se agrandaron diferencias, económicas y deportivas, en la comparación eterna con nuestro principal rival de la región. Todos comentaron además aquí esa gente ya permitida en las tribunas. No se contó en cambio lo que sucedió después. Autoridades furiosas porque no hubo control alguno. Hinchas juntos, abrazados, sin barbijo, etcétera, etcétera. El gobernador de Belo Horizonte avisó que, sin control, entonces otra vez las tribunas tendrán que volver a estar desiertas. Son todas experiencias cercanas y recientes. Que deberían tenerse en cuenta ahora que, para setiembre, avisan que comenzará a volver la gente a nuestras canchas. A todo esto, sabemos, tenemos que sumarle lo que ya es histórico en nuestras tribunas. La pregunta del millón que tomará fuerza cuando se acerque la fecha ¿la vuelta limitada del público dará prioridad a las barras?

Nadie puede decir que no está avisado.

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