Mitos y verdades sobre el tiempo que los niños pasan con las pantallas

Mitos y verdades sobre el tiempo que los niños pasan con las pantallas

La exposición temprana a los dispositivos electrónicos tiene sus efectos en el desarrollo intelectual y emocional de los más pequeños. ¿Conviene poner reglas estrictas? ¿Cómo llegar a un buen equilibrio? Consejos de expertos

PASATIEMPO FAVORITO. Muchos chicos pasan largos ratos frente a las pantallas viendo videos on line. PASATIEMPO FAVORITO. Muchos chicos pasan largos ratos frente a las pantallas viendo videos on line.

“Siempre me propuse ser muy estricto con mis hijos en cuanto de la tecnología. Les ponía horarios específicos y cuando tenían menos de dos años no les prestaba el celular ni la tablet. Pero llegó la pandemia y me pateó todo el tablero: los chicos se tenían que educar, divertirse y conectarse con sus amigos y abuelos a través de las pantallas. Conclusión: se acabaron los límites”, confiesa Rodrigo Campos, ingeniero en sistemas y papá de dos niños, de 8 y de 12 años.

Rodrigo piensa que lo mejor sería limitar al máximo el uso de la tecnología en los niños. Y subraya que es una tendencia de aquellos profesionales que son padres y trabajan en Silicon Valley. Incluso los gurús tecnológicos Steve Jobs y Bill Gates no quisieron que sus hijos jugaran de pequeños con dispositivos electrónicos.

La creencia de que el tiempo en pantalla está afectando de forma negativa el cerebro y el cuerpo de los niños no es nueva. Algunos son mitos; otros, consecuencias probadas. En esta nota los especialistas responden qué es verdad y qué es mentira acerca del impacto de la tecnología en el desarrollo de los chicos.

1- Más pantallas, menos atención

Lo han notado más los docentes en estos meses, pero en realidad lo vienen advirtiendo desde hace unos años: a los chicos que pasan demasiadas horas con las pantallas les cuesta mucho concentrarse, prestar atención en el aula y ser pacientes. No se trata de un mito, ya ha sido comprobado por estudios científicos: a mayor tiempo expuestos a las nuevas tecnologías, mayor es el riesgo de desarrollar Síndrome de Déficit de Atención con Hiperactividad, aclaran el psiquiatra Pablo Abdhulamid, que trabaja en Ineco (institución especializada en neurociencias, fundada por el médico Facundo Manes), y la psicopedagoga Natalia Jiménez Terán, máster en neurociencias.

“En los niños, el cerebro madura con los años, al igual que la destreza psicomotora. Y en ellos, sobre todo en los más pequeños, el exceso de pantallas afecta en la manera de hablar, de pensar, de moverse y también en su tamaño corporal. Tienen poca capacidad de usar la imaginación y un desarrollo motor inferior. Por eso la recomendación de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) es nada de pantallas hasta de 0 a 2 años”, señala Abdhulamid.

El profesional se refiere a un informe que hizo la SAP, publicado en 2020, en cual abordó el uso de pantallas a edades tempranas (menos de cuatro años) y su probable relación con los trastornos del desarrollo, cuya prevalencia está en aumento: en la actualidad es del 15%.

La psicopedagoga Jiménez Terán apunta: “hay evidencias de que mucho tiempo de exposición a los diferentes dispositivos electrónicos se relacionan a mayores dificultades en el aprendizaje por déficit de atención”.

“También tiene un impacto directo sobre los índices de obesidad, los trastornos del sueño y la depresión infantil. El abuso de las tecnologías es aún más negativo en los primeros meses de vida, cuando el cerebro se está desarrollando y necesita empezar a desarrollar cuestiones como la concentración. Si no lo logran en esa etapa, en el futuro se traduce en problemas de aprendizaje. La exposición temprana y prolongada va afectando la maduración de las distintas estructuras y funciones del cerebro, así como también la forma de relacionarse. Los chicos tienen que ser capaces de interesarse en cosas que no necesariamente tengan luces y ruidos”, remarca.

El neuropsicólogo Álvaro Bilbao, autor del exitoso El cerebro del niño explicado a los padres, lo detalla así: “la atención es como la ventana por la que vemos el mundo: cuanto más grande es, más luz nos entra de afuera hacia dentro; a mayor atención, mayor introspección y capacidad de aprendizaje y resolución de problemas”. “Al darles un móvil a los más pequeños para que se entretengan, los estamos entrenando para que tengan una ventana pequeña”, señala.

Bilbao hizo en el sitio español 20minutos.es una interesante comparación entre el entorno en el que un niño queda envuelto al jugar a un videojuego con el de un aula. En el primer caso, constantemente están pasando cosas y obtiene recompensas inmediatas y constantes. En el contexto de un aula, al contrario, está mucho más estático, lento, y para obtener la recompensa hay que esforzarse. Por eso, abunda el experto, a los niños que viven en el mundo digital, el colegio les parece lento, les cuesta concentrarse, creen que los libros son aburridos porque hay que leer palabra por palabra y terminan una página y no ha pasado nada.

2- La tecnología nos hace más inteligentes

No necesariamente, apunta el especialista Pablo Abdhulamid. Lo que es innegable es que esta herramienta nos hace más eficientes y eso se ve más que nada en los adultos no en los niños más pequeños, sostiene.

El neuropsicólogo Álvaro Bilbao sostiene que los dispositivos están diseñados para ser intuitivos y fáciles de usar. Además, las nuevas tecnologías no ayudan a desarrollar la inteligencia porque no hay transferencia de lo aprendido en el mundo digital al mundo real. “Es decir, puedes ser muy bueno jugando al Guitar Hero pero no tener ni idea de tocar la guitarra”, expone el doctor. “La creatividad es otra cosa que las pantallas tiraron abajo porque los chicos imitan lo que ven, más que nada. Bien usada, la tecnología sí puede despertar la creatividad”, sostiene Jiménez Terán.

3- Más tiempo, más peligros.

Esto es verdadero. “Así como hay muchas oportunidades en el uso de las tecnologías, también hay riesgos a los que pueden estar expuestos cuanto más tiempo pasen con los dispositivos electrónicos”, remarca el secretario de Participación Ciudadana, José Farhat. Los peligros incluyen desde la presencia de ciberacosadores, bullying, violencia, porno, comunidades pro anorexia, pro bulimia y grooming, entre otras cosas.

Un riesgo grave es la exposición a contactos indeseados, cuya única finalidad es crear un vínculo con el menor para obtener una satisfacción sexual. El acosador o groomer es siempre un adulto, que se vale del engaño para ganarse la confianza de sus víctimas y tener una relación forzada con ellas. Otro de los grandes riesgos de internet es el uso que los menores hacen de las plataformas y redes sociales para hacer daño a otros de su misma edad: ciberbullying.

Muchos padres no saben cómo actuar ante esto. Los expertos recomiendan hablar mucho con ellos de lo que hacen en la web, así como antes se les consultaba qué habían hecho en el día, en plaza o en el club. Hay que contarles cuáles son los peligros y darles la tranquilidad de que pueden confiar si algo les genera tristeza o preocupación.

4- Poner reglas es lo más efectivo. No siempre es tan bueno poner reglas estrictas, consideran los especialistas.

“Las reglas siempre son difíciles de cumplir porque cuando uno como padre le dice no a la tecnología en realidad debe ofrecerles a los hijos alternativas, estimularlos para que hagan otras cosas, y eso significa ponerle el cuerpo a la cuestión y no siempre estamos dispuestos a hacerlo todo el tiempo”, sostiene Abdhulamid. No obstante, para él la regla que sí vale es nada de pantalla hasta los dos años.

En el mismo sentido, opina Jiménez Terán: “para poner normas, lo primero es dar el ejemplo y no siempre los adultos lo hacen cuando de tecnología se trata”. “La mejor opción es mostrarles a los niños un modelo de interacción con la tecnología basado en la moderación y el autocontrol. Educarlos con el ejemplo: ayudarlos desde pequeños a disfrutar de otras actividades les permitirá a ellos que puedan controlar el uso de la tecnología, que puedan desengancharse sin problemas”, propone.

Colleen Russo Johnson, madre y experta en desarrollo infantil, dijo recientemente para una nota en the New York Times que ya es hora de alejarse de las opiniones extremas e irreales sobre el tiempo que pasan los niños frente a las pantallas. “Hay mucha variedad y no todo está creado del mismo modo. No son buenas las reglas”, sostiene. Sí cree que los padres deben involucrarse. Y afirma que una pregunta que pueden hacerse es: “¿Cómo este dispositivo o pantalla, tecnología o función en particular mejora o le resta valor a la experiencia?”. En algunas oportunidades, podrían buscar tecnologías o medios digitales que motiven a los niños más pequeños a ser creativos y a realizar actividades lejos de la pantalla, como embarcarse en una búsqueda del tesoro o jugar tras indicaciones en la pantalla, propone.

5- HAY QUE BUSCAR UN EQUILIBRIO.

Verdadero. Es la mejor opción, dicen los expertos. “La realidad es que las nuevas tecnologías llegaron para quedarse y no las podemos negar como adultos, papas o docentes. Negarlas puede ser tan dañino como no regular la exposición frente al uso de pantallas”, resalta Jiménez Terán.

Según la psicopedagoga, la pandemia nos ha dejado en evidencia que debemos incorporarla como una herramienta muy valiosa y facilitadora. “El problema es cuando está en exceso y a edades muy tempranas”, insiste.

“La pandemia también nos ha demostrado que el sistema educativo no estaba a la altura de las circunstancias. Todavía tenemos un sistema muy tradicional; es hora de que se incorpore a la tecnología como protagonista de la educación”, sostiene.

¿Cómo lograr el equilibrio? Jiménez Terán nos da algunos tips:

“Hay que aprovechar que, de a poco, vamos recuperando la normalidad e incentivar a los chicos con otras actividades, ya sea deportivas o culturales”, recomienda. Y añade: “conviene ajustar el tiempo que pasan frente a las pantallas. Que sean tiempos cortos. Además, evitar que si se juntan los chicos no estén cada uno con celulares en las manos en un mismo lugar”.

Mitos y verdades sobre el tiempo que los niños pasan con las pantallas

¿Qué dicen las entidades pediátricas?

La Sociedad Argentina de Pediatría y la Academia Americana de Pediatría proponen no exponer a los niños a las pantallas antes de los 18 meses debido a la inmadurez del desarrollo y la dependencia de la interacción con el adulto para decodificar los estímulos; en los niños menores de 18 meses hasta los dos años, solo recomiendan aplicaciones de video en tiempo real para comunicarse con familiares. En caso de exposición a partir del año y medio, deben ser acompañados para la selección e interpretación de contenidos, debido a la evidencia limitada de efectos beneficiosos a estas edades y al reemplazo de otras actividades que estimulan el desarrollo infantil.

Una hora por día, de dos a cinco años

Las recomendaciones para los niños entre los dos y los cinco años limitan el uso de dispositivos a una hora diaria con fines educativos; mayor tiempo de exposición puede asociarse a problemas del desarrollo. También desaconsejan la utilización de dispositivos antes de dormir por la asociación con alteraciones del sueño (supresión de melatonina endógena producida por la luz emitida) y durante las comidas principales porque puede asociarse a obesidad (exposición a publicidades de alimentos y disminución de atención a señales de saciedad).

Una hora por día, de dos a cinco años

La investigación realizada por la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) en el país reveló que antes de la pandemia el tiempo promedio de exposición a las pantallas entre los chicos menores de cuatro años fue de 2,25 horas al día. En ese tiempo, los niños desplazaron otras actividades. La supervisión de contenidos se registró en menos de la mitad de los casos y tampoco se cumplió la limitación del uso previo al sueño y durante las comidas principales.

Padres preocupados

Según la encuesta de la SAP,  el 100 % de los niños usa algún dispositivo electrónico y lo hace en forma combinada. De acuerdo con los resultados, se ha observado que sí hay una la preocupación de los padres por las alteraciones del desarrollo psicomotor. Esta inquietud se hace presente cuando los niños pequeños están expuestos a la tecnología fuera de las recomendaciones vigentes por edades. Los padres de aquellos pequeños que pasan más tiempo con las pantallas (2,92 horas diarias) son los que manifestaron más preocupación. Hay un 80 % de probabilidades de que en estos menores ya existan alteraciones, señalaron los profesionales.

La memoria y la seguridad, en riesgo

El informe ¿Cómo afecta el tiempo en el que los niños utilizan pantallas sobre su bienestar, relaciones sociales y actividad física? realizado por Unicef indica que la tecnología ofrece muchos beneficios potenciales para los niños, permitiéndoles conectarse con sus amigos o acceder recursos educativos o entretenimiento. Al mismo tiempo, existen preocupaciones sobre con quién interactúan los niños en línea, si experimentan acoso cibernético o acceden a contenido apropiado para su edad. En exceso, las pantallas pueden afectar la capacidad de la memoria, según el estudio.

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