La visión sobre la diabetes a mediados de 1926

La visión sobre la diabetes a mediados de 1926

“La diabetes es una enfermedad muy común y siempre temible no obstante los pequeños progresos realizados durante los últimos años en su tratamiento, mediante los que se hace soportable hasta una edad muy avanzada, pero no puede hablarse, aún de una cura definitiva”, de esta manera nuestro diario reproducía, a mediados de mayo de 1926, un artículo de la revista de Salud de la Liga Sanitaria del Norte sobre la enfermedad. Apenas un lustro antes, hacia fines de 1921, un grupo científico canadiense había logrado sintetizar insulina –hormona que regula la glucosa en sangre- y con ello permitir a la persona con diabetes aumentar su esperanza de vida y tener una mejor calidad.

El artículo que estaba auspiciado por la Extensión Popular de la Universidad Nacional de Tucumán, continuaba señalando que “lo peor es que la diabetes sienta sus reales solapadamente. Cuando el médico en presencia de ciertos síntomas manifiesta que sería oportuno un análisis de orina para comprobar la existencia de azúcar, que en efecto se encuentra han pasado ya muchos años que el sujeto era diabético sin sospecharlo, conservando la apariencia de una salud excelente o no experimentando sino ligeros accidentes a los cuales no dio mayor importancia”. Como vemos hace 95 años se manifestaba al igual que en el presente la necesaria realización de los estudios correspondientes para detectar la enfermedad. Aunque el artículo no la clasifica como “silenciosa”, como en la actualidad, sí lo expresa claramente al decir que el sujeto no sospechaba ser un enfermo diabético.

En otro tramo de nuestra crónica se decía que “muchos diabéticos son gente de buen apetito que tiene un aspecto espléndido, hasta el día que un hecho concreto da el toque de alarma parecen rebosar de salud” como vemos otro preconcepto de la época que la gordura era símbolo de buena salud cosa que en el presente está muy bien fundamentado en contrario. En referencia al aspecto continuaba que “esto ocurre alrededor de los 40 o 50 años y es lo que se llama ‘diabetes gorda o florida’. Cierto es que hay diabetes flaca que se acompaña de un marcado enflaquecimiento, a pesar de un apetito voraz, casos graves en extremo que se inician mucho más temprano y evolucionan en poco tiempo hacia un desenlace fatal (lo llaman diabetes pancreática)”.

Por su descubrimiento, allá por 1921 cuando trabajaba en la Universidad de Toronto, recibió el premio Nobel de fisiología de 1923 el médico canadiense Frederick Grant Banting junto a John Macleod, quien era director del laboratorio. A este equipo se incorporó Charles Best, quien era pasante y no recibió el premio. En agosto de 1921 administraron, por primera vez con éxito, la hormona en perros diabéticos, anotando como descendían los niveles de azúcar en sangre y remitían los síntomas. El primer paso estaba dado. Tras varios experimentos donde se testeó la pureza de la insulina, se procedió a realizar la primera prueba en humanos. Fue un muchacho de 14 años, Leonard Thompson, vecino de Banting y cuya diabetes estaba a punto de costarle la vida, la primera persona que recibió una inyección de insulina con éxito, hecho que tuvo lugar entre enero y octubre de 1922. La satisfactoria noticia ocupó decenas de portadas de periódicos de todo el mundo, la esperanza había llegado. La primera noticia sobre el uso experimental de la insulina llegó a nuestra provincia en enero de 1923 cuando se publicó la nota “Los descubrimientos de la medicina moderna” y explicaba: “ha comenzado a ensayarse en las clínicas neoyorquinas un serum descubierto por un joven médico canadiense, el doctor Banting, para contrarrestar los efectos de la diabetes”. El texto continuaba: “el nuevo extracto está aún en vías de perfeccionamiento en el laboratorio de la Universidad de Toronto, donde el inventor y sus colegas trabajan en su aplicación, pero los resultados obtenidos hasta ahora, permiten asegurar que se trata de un agente capaz de detener los efectos del mal, si bien no hay razones para esperar todavía que cure sus efectos de raíz”. La noticia presentada en nuestro diario expresaba que “los descubridores no han pretendido haber hallado una cura para la diabetes, sino un remedio que detiene el curso del mal, permitiendo al mismo tiempo una recuperación del organismo que le dé más fuerza para resistir los efectos debilitantes de aquel”.

Volviendo al artículo de 1926 que hacía hincapié en el tratamiento y prevención de la diabetes ,se indicaba que “nada es más variable que las formas que afecta esta enfermedad; se la ha observado aún en niños ; solo hay un signo necesario y suficiente para diagnosticarla: es la glicosuria, o sea la presencia de azúcar en la orina; es preciso ir a su encuentro, cosa fácil si se considera que hay señales precoces para notarla y que es de gran utilidad conocer. Ha de notarse que ninguno de ellos pertenece exclusivamente a la diabetes” para agregar sobre que los síntomas pueden obedecer a causas distintas dejaba en claro que “pero el hecho de converger en una misma persona debe llamar la atención”. Luego presenta una serie de elemento que dan pistas sobre la enfermedad: “el más significativo es el ántrax (también llamado carbunco). Todo ántrax exige que se verifique la prueba de azúcar en la orina. La forunculosis es otra indicación pero aquellos grande que evolucionan lentamente que tardan en curarse y que se forma en diferentes parte del cuerpo y sobre todo si se produce hacia los cuarenta años. Las neuralgias tenaces, intercostales, ciáticas dobles, la soñolencia a toda hora y el debilitamiento rápido y precoz de la vista. La sed intensa en cualquier estación”. También recomendaba hacer un análisis de orina pasado los cuarenta pero tengamos en cuenta que por aquellos años la esperanza de vida de una personas rodaba esa edad. Según un informe de la Organización Panamericana de la Salud una persona que nacía en 1.900 tenía una esperanza de vida promedio de 29 años. Esa expectativa pegó un salto de 45 años en poco más de un siglo, ya que en 2010 era de más de 75 en nuestro país.

“A pesar del enorme crecimiento de nuestra comprensión de la diabetes y sus complicaciones, somos todavía solo capaces de controlarla”, expresó Robert Ratner en 2015, científico y médico de la Asociación Americana de Diabetes.

Artículo de la Revista de Salud de la Liga de Salud del Norte. Extensión popular de la UNT.

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