San Cayetano cumple y sus devotos lo celebraron

Como cada año, miles de fieles se acercaron al Templo dedicado al santo para rendirle homenaje y darle las gracias. Un ritual distinto en pandemia.

SENTIDO PERO RÁPIDO. Por procotolo, los visitantes no podían permanecer mucho tiempo en el templo, pero eso no les impidió hacer sus oraciones. SENTIDO PERO RÁPIDO. Por procotolo, los visitantes no podían permanecer mucho tiempo en el templo, pero eso no les impidió hacer sus oraciones.
08 Agosto 2021

No importó edad, género ni clase social. La fe mueve montañas y no conoce barreras ni pandemias. Ayer se festejó, como cada 7 de agosto, el Día de San Cayetano, patrono de la providencia, el pan y el trabajo. En una celebración en tiempos de covid, pero con más libertades que en 2020, miles de tucumanos se acercaron al Templo dedicado al santo para hacerle peticiones y dejar sus agradecimientos por los favores recibidos.

En un momento dónde la falta de trabajo y las dificultades económicas están a la orden del día, la fe y la oración se vuelven centro de vida para muchos. Y eso quedó demostrado con las largas filas afuera de la iglesia: con rosarios en mano, imágenes del patrono y panes, los feligreses se dispusieron a visitar la imagen que lo representa.

“Para mí San Cayetano implica un montón. Me ha ayudado muchísimo; es una devoción que tengo desde hace años. Tenía una promesa desde hace mucho tiempo, y no se me daba por la pandemia pero, gracias a Dios y a San Cayetano, se dio. Vengo a agradecerle porque me salió un nombramiento en el trabajo”, asegura José González, mientras con una foto del santo en la mano espera para ingresar a dar las gracias.

Como José hay muchos: la fila, cerca del mediodía de ayer, comienza en la puerta misma de la parroquia de Brígido Terán 980 y da la vuelta a la manzana; así se aleja un poco del panorama vivido hace un año. La diferencia es que hay más gente. La fe, como siempre, es tá intacta. “San Cayetano cumple”, es la frase que más se repite.

“Él nunca me ha dejado sola. He pasado muchas situaciones de falta de trabajo y de inestabilidad laboral, por todos los estados que te podés imaginar, pero nunca me ha soltado la mano. Siempre ha estado”, afirma Nelly Rosa Tevez, vecina de la zona, que se encuentra frente al portón de ingreso al templo, que durante las misas permaneció cerrado por cuestiones sanitarias. “Vengo a agradecer porque tengo trabajo y a pedirle ayuda y colaboración para toda la gente que lo está pasando mal, por todos aquellos que no tienen trabajo”, agrega.

Nelly admite extrañar la vieja normalidad, aquellos tiempos en los que se realizaba una vigilia previa y todo el barrio se preparaba para los festejos. “Ahora se lo vive con otro tipo de sentimientos -cuenta-; es muy emocionante que ahora me acompañe mi hijo (Francisco, de siete años), porque desde que quedé embarazada vengo. Antes veníamos los 7 de cada mes y el sacerdote me bendecía la pancita”.

El ambiente es silencioso: las únicas voces que se escuchan son las de los voluntarios que piden respetar las distancias a los creyentes, que desean saludar al patrono y dejarle alguna ofrenda. Es rápido, cada fiel no puede permanecer ni siquiera un minuto para lograr la circulación de personas, evitar amontonamientos y prevenir contagios.

Aún en estas condiciones, el acto no pierde su solemnidad: a muchos de los que pasan no les hace falta más que mirar a los ojos de la imagen para desarmarse en lágrimas. Y es que solo quien vive la fe de una manera tan fuerte sabe lo que se siente: San Cayetano es apoyo, es esperanza, es futuro. “La gente necesita entrar”, se le escuchó decir a una de las visitantes afuera del templo, una queja reiterada de quienes se agolpan para ingresar.

Hay un antes y un después en los que acceden a la iglesia: luego de una larga espera (durante las misas se mantuvieron las filas para el ingreso), los devotos salen renovados, alegres, felices. Reciben su pan y siguen su camino, agradecidos por su presente o esperanzados en el futuro.

La caravana

Aunque no todo fue color de rosas (ver “La otra cara”), pasadas las 10 de la mañana se realizó quizá el evento más conmovedor de la fiesta. La figura del celebrado partió desde el colegio San Cayetano para orar en diferentes puntos de la capital. Y sus seguidores lo sabían.

Desde que empezó el recorrido, miles de creyentes se acercaron a rutas y calles para saludar al patrono: con pañuelos, bolsas, ramas, flores o simplemente las manos, lo alababan sin cesar. Autos, motos, camionetas y colectivos que pasaban a su par tocaban sus bocinas en señal de respeto, mientras que muchos ancianos, todavía cuidándose de la covid, salían de sus casas, algunos a paso lento apoyándose de un bastón o de un familiar o en silla de ruedas para verlo pasar.

“Ha sido toda una vida con San Cayetano”, afirma Inés Graneros, que en la primera parada (en la parroquia Inmaculada Concepción); está lista, visiblemente conmovida, para acercarse a tocar la figura y quedarse, tal vez, con alguna flor o espiga de trigo de las que adorna la imagen, como tantos otros creyentes hicieron. Incluso desde algunos autos se abrían sus ventanas para recibir una espiga de recuerdo.

María Cristina Soria, empleada del Hospital de Niños, esperaba emocionada que San Cayetano pasara por el lugar. “Es muy emocionante. Le agradezco a Dios, a San Cayetano y a la Virgen (también presente en la caravana) por el trabajo y el pan de cada día. Estoy a punto de jubilarme”, remarca.

La procesión recorrió hospitales, colegios y locales comerciales. Este año, aparte del trabajo, se realizó un especial homenaje al personal de salud, y se rezó pidiendo fortaleza para los enfermos y sus familias.

La otra cara

Sin respetar las distancias

MUCHEDUMBRE. Por momentos no se respetó el distanciamiento social. MUCHEDUMBRE. Por momentos no se respetó el distanciamiento social.

Hubo algunos puntos flacos en la celebración de ayer: muchos creyentes llegaron a las misas esperando que haya parlantes para oír desde afuera, somo se había anunciado. No fue así y se vieron obligados a quedarse afuera y sin participar de la ceremonia. Tampoco se cortó la calle Brigido Terán, como suele hacerse, a pesar de que hubo más concurrencia que en 2020. Los fieles no respetaron el distanciamiento y, a pesar de estar delimitado en todas las filas (tanto afuera como dentro de la Iglesia), hubo amontonamientos. En el portón de entrada no faltaron los que quisieron saltarse la fila y algunas discusiones que rompieron con el clima de paz.

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