Abuelos: más grandes y con menos nietos

Abuelos: más grandes y con menos nietos

La caída de la natalidad y el aumento en la esperanza de vida genera cambios sociales. Pro y contras de que aumente cada vez más la brecha entre los chicos y los adultos mayores.

UN AMOR ÚNICO. Silvia y su nieta Jazmín tienen una relación muy estrecha. UN AMOR ÚNICO. Silvia y su nieta Jazmín tienen una relación muy estrecha.

En la casa de Ana Selis abundan los rompecabezas de goma eva, las muñecas y las canciones infantiles. Todo está a disposición de Sofía, de dos años. Tiene sillita para comer y hasta una cuna en la habitación. Hay cualquier cosa que la pequeña pida. Menos el celular. Pasa dos días a la semana ahí: ama tirarse en el piso a jugar con los abuelos y mirar dibujitos en la tele. Es la gran mimada de la familia: muy ansiada por Ana, de 72 años, es la hija única de su hijo y su primera nieta.

“Mis amigas ya eran bisabuelas y yo seguía esperando. No les decía nada a mis dos hijos, pero me moría por tener un nieto o una nieta; era mi gran anhelo”, confiesa la mujer, que en pocos días también se convertirá en abuela de Luján, la primera bebé de su hija.

El caso de Silvia Morti Rojas es similar. “El amor que hay entre Jazmín y yo no lo puedo explicar. Hacía tiempo quería ser abuela, y cuando ella llegó a este mundo, hace cinco años, hizo realidad todos mis sueños”, detalla la mujer -también de 72 años-, que es docente jubilada.

Jazmín tiene su propio dormitorio y un montón de juguetes en la vivienda de su abuela. El juego favorito de las dos es armar rompecabezas. “Soy una niña más cuando nos entretenemos juntas”, confiesa Silvia, que tiene tres hijas y otra nieta bebé desde hace un año.

Las historias de Ana y Silvia reflejan una tendencia que se viene acentuando en los últimos años y que, según los demógrafos, se podrá ver con más contundencia en el próximo censo: los abuelos son cada vez más grandes y tienen menos nietos.

Hay varios factores que se relacionan con esta tendencia. Influyen la caída de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida. También el hecho de que las parejas esperan mucho más tiempo para convertirse en padres. Los progenitores primerizos son cada vez más maduros, sobre todo en las clases medias y altas. Tener una mayor estabilidad laboral o lograr un progreso en sus carreras profesionales son algunas de las explicaciones de este fenómeno.

Hasta no hace muchas generaciones, los abuelos debutaban en ese rol a los 45 o 50 años y muchos llegaban a tener más de 10 nietos. Ahora en varias casas de abuelos hay pocos nietos o no hay directamente.

“Mi abuela tuvo siete hijos y 16 nietos. Yo creo que tendré tres o cuatro como mucho”, evalúa Selis. La cantidad de hijos por mujer (tasa de fecundidad) viene bajando desde hace tiempo en el país. Las tucumanas no son la excepción: cada vez postergan más la maternidad. Y tienen menos descendencia en su vida. En 1955, por ejemplo, había cinco hijos por cada fémina en edad fértil y en la actualidad hay dos. Los últimos registros de nacimientos son reveladores: en 2010 nacieron 30.400 bebés; en 2016, 28.306; en 2019, 26.551; y en 2020, 20.947, de acuerdo a los datos de la Dirección Provincial de Estadísticas y del Registro Civil.

Los pro y los contra

¿Cómo es el vínculo entre abuelos y chicos nativos digitales? “De lo más bien y sin aparatitos”, responde Silvia. De todas formas, dice que ella se lleva muy bien con los dispositivos tecnológicos y está siempre dispuesta a aprender nuevas cosas, especialmente si eso le permitirá estar más conectada con sus nietas.

Silvia y Ana no ven la tecnología como un cuco. Pero sí creen que ser abuelas con más de 70 años tiene sus pro y sus contras. “Soy una persona muy activa, me gusta viajar, salir con amigas, hacer gimnasia y talleres, y por suerte tuve mucho tiempo libre para hacer eso. Si hubieran llegado antes los nietos, no sé si hubiera podido hacerlo”, cuenta Ana, que se jubiló a los 65 años.

También habla de los contra. “Soy consciente de los límites de mi edad y de que tal vez hay cosas que soñaba, como poder viajar con mis nietos algún día, y que no se si podré hacerlo. Cuando ellos tengan la edad, tal vez yo no esté. O no me encuentre en condiciones óptimas. Me surgen temores, si me llego a caer o me pasa algo, y estoy sola con mi nieta, por ejemplo”, confiesa.

Por motivos similares, los encuentros de Silvia con la pequeña Jazmín suelen ser a puerta cerrada. “Así me siento más segura. No quiero salir a la calle. A una amiga le pasó que iba caminando con su nieta, la niña se le soltó de la mano y empezó a correr. No la podían alcanzar. Fue desesperante”, cuenta.

Una figura clave

Los abuelos desde siempre han sido una figura clave e importante en la vida familiar. Son los que suelen malcriar a los nietos y los cuidan cuando los hijos no pueden. Pero ese no es su rol más importante, sostiene la doctora Aurora Rueda, especialista en gerontología. “Son ellos quienes guardan la memoria de la familia y sus vínculos con los nietos permiten mantener los valores culturales vivos, de generación en generación”, señala.

Para Rueda, en ese sentido, no es tan relevante que se esté desplazando la edad para ser abuelos como consecuencia de la postergación de la maternidad. “Hay que pensar en la calidad y no en la cantidad de tiempo que puedan disfrutar de esa relación que enriquece muchísimo a las dos generaciones”, explica.

En su consultorio, ha escuchado pacientes desesperados porque pasan varias horas a cargo de sus nietos, cuidándolos. Y muchos ya no tienen la energía para hacerlo, menos después de los 65 o los 70 años. “El abuelo no puede hacerse cargo de la crianza de un niño. Hay quienes sienten una gran presión y responsabilidad, y no pueden decir que no. Si la mamá y el papá trabajan, corresponderá al Estado diseñar políticas para resolver quién cuida a los hijos. Se suele pensar que en la tercera edad las personas no pueden desarrollarse y tienen tiempo de sobra para hacerse cargo de los nietos. Y eso no debe ser así”, reclama.

Rueda insiste: el rol del abuelo no puede ser la crianza. Debe ser tiempo de calidad y debe ser una elección, no una imposición. Así, la complicidad, el juego y el contar las historias de la familia seguirán poniendo a abuelos y nietos en los dos extremos de una línea de tiempo que nada ni nadie -ni siquiera la paternidad postergada- podrá borrar.

Así envejecemos

Los adultos mayores de 60 años en adelante representan el 13,6% de la población tucumana. Mientras que los chicos que tienen menos de 10 años son el 17%. Ese porcentaje, que antes mostraba una diferencia abismal, ahora se acerca cada vez más. Es la principal señal del envejecimiento demográfico, que tiene muchas causas asociadas, pero las principales son la baja tasa de fecundidad y al aumento de la esperanza de vida.

Estos dos puntos generan cambios sustanciales en la composición por edad de la población. Si viajamos en el tiempo y vemos la pirámide poblacional de 1914, nos revela que el 70% de los tucumanos tenía menos de 29 años entonces. Los chicos de hasta 10 años eran el 30% de la población, casi el doble de lo que son hoy. Y los mayores de 70 no alcanzaban el 4%.

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