¿Quién se anima a enfrentar a Goliat?

¿Quién se anima a enfrentar a Goliat?

Lucía Lobo frente al ingenio Ñuñorco parecía la versión pequeñita, tucumana, monteriza, de la historia de David contra Goliat. Emociona la imagen de la niña de cinco años, con una cajita con cenizas recogidas en su patio de juegos, parada en las puertas de la fábrica, diciéndoles a los productores: “sólo puedo jugar en el fondo de mi casa. Pero cuando comienza a caer el hollín me tengo que ir adentro. Y eso sucede cuando llega la zafra. Me tengo que proteger los ojos y también evitar que me entre esa ceniza a mis pulmones”.

El periodista de LA GACETA fue a hablar con ella y con su padre en ese patio lleno de hollín. Vio que la niña, como una Greta Thunberg preescolar, expresaba con sencillez y contundencia sus convicciones por un mundo mejor. “Mis compañeritas me hablaron para felicitarme por lo que hice. Y fue reclamar aire puro. Me prometieron que se va a trabajar para mejorar el ambiente”. La promesa fue realizada por un funcionario de Medio Ambiente, Marcelo Lizárraga, que fue a la casa de Lucía a entregarle el acta de clausura de tres horas de la fábrica. “Fue como si mi nieta me interpelara, casi lo he tomado a título personal -dijo Lizárraga-. He representado en esa criatura el futuro de esta provincia. Tenemos la obligación de llevarles a estos niños una provincia mejor”. Lucía hizo parar la molienda de Goliat. ¿Realmente esas tres horas de cese van a tener un efecto disparador? La pregunta está en el aire, y debería interpelarnos a los tucumanos como la lluvia negra que preocupa a Lucía.

Conflicto entre producción y ambiente

La primera respuesta es poco feliz: Marcelo Casadey, el gerente de la firma que administra desde hace tres años el ingenio, dijo que se quiere cumplir pero es una fábrica centenaria -con máquinas viejas- y “va a llevar tiempo”. Concretamente, han planteado a Medio Ambiente un plan de acción para esta zafra y la que viene y por ahora han tenido que ceder a la clausura una de las tres chimeneas que tienen, porque carecía de filtro de cenizas.

¿Hay riesgo de que sigan echando hollín al cielo? El ambientalista Gustavo Masmud ha sido prudente, sin dejar de anunciar que si no cambian las cosas su organización hará una denuncia penal. El intendente monterizo, Francisco Serra, dijo elegantemente que es un tema que los preocupa y los ocupa, y que están trabajando consensuadamente con los productores porque el Ñuñorco es muy importante para la economía local.

Serra puso énfasis en que la firma que administra el ingenio está desde hace poco y que “requiere tiempo para su reacondicionamiento”, con lo cual dio de lleno en la matriz del conflicto entre producción y medio ambiente en el tercer mundo: empresas de una economía pobre que producen con el mínimo gasto para reducir costos, y funcionarios que apenas pueden controlar por el riesgo de que se vengan abajo las fuentes de trabajo. Los Goliat del tercer mundo siempre necesitan ayuda y dicen que algún día, cuando las cosas mejoren, harán todo como corresponde y ganarán todos.

Un domo lleno de cenizas

¿No es la misma justificación para la quema de caña de pie y de rastrojos? El empresario del Ñuñorco advirtió que no son los únicos que tiran cosas a la atmósfera: “La quema de cañaverales que genera carbonilla provoca también un fuerte impacto ambiental en la ciudad”, dijo. Pese a que desde 2014 hay un programa de producción limpia, que ha llevado a que en 2020 se cultiven sin quemar 47.000 de las 260.000 hectáreas de caña de la provincia, en estos tiempos de inviernos secos Tucumán se transforma en un domo lleno de cenizas en el aire. La ingeniera Patricia Digonzelli, de la Estación Experimental, habló hace pocos días de las previsiones que deben tener los productores sobre la quema en este tiempo de heladas y seca. “Traten de hacer una cosecha racional”, les dijo. En lo que va del año hubo menos quema -comparados julio 2020 con julio 2021-, coinciden el doctor en Biología Juan González y Lizárraga, probablemente porque el frío llegó tardíamente, en junio. Pero ya hemos entrado en agosto, que es el mes de las quemas. Y el año pasado fue tremendo. En julio 2020 el director de Defensa Civil, Fernando Torres, decía que se había superado el promedio de quema de los últimos 10 años.

Estudio en 1.500 niños

Por ahora no se puede medir la contaminación del aire. Lizárraga dice que estamos en el momento central de las dos zafras -la azucarera y la del limón- y que además de las quemas hay movimiento intenso de camiones y tractores por la red de caminos terciarios y secundarios, y que eso añade un tierral al domo tucumano. Hace unos años la Universidad Nacional de Córdoba hizo un registro de la suciedad del aire y halló niveles preocupantes para la salud de la gente. Hace cuatro años un equipo de Rodrigo Calli (Siprosa) y Mateo Martínez (Facultad de Medicina) -entre otros- hizo una investigación entre 1.500 niños de Monteros para determinar la incidencia en enfermedades respiratorias y oculares. “Se detectaron efectos en la salud de niños, en episodios agudos de contaminación inusitadamente alta”, describieron. Lo presentaron en el Congreso de Pediatría. Lucía tenía un año, la empresa que administra la fábrica no había llegado aún al Ñuñorco. Pero esos datos no han servido todavía para hacer una política pública más fuerte, que supere el conflicto producción-medio ambiente.

Un investigador del Instituto de Física y Química de la UNT, y del Conicet, Rodrigo Gibilisco, acaba de recibir el Humboldt Alumni Award por un trabajo que apuesta a medir la calidad del aire en Tucumán en tiempo real. Su proyecto, “Respira para cambiar” (“Breathe to Change”) apunta a instalar sensores de la calidad del aire (de bajo costo) y crear una red de monitoreo, así como desarrollar de actividades educativas, para “involucrar a los ciudadanos en el proceso de medición y sensibilizarlos sobre los problemas medioambientales”, según el informe del Conicet. Es cierto. En el Tucumán de 2021 no se mide, hasta ahora, el nivel de contaminación del aire. Juan González explica que se puede hacer un relevamiento satelital, “que son aproximaciones”, y el registro in situ, que requiere instrumentos caros. Esta segunda opción es la que abordará Gibilisco.

Los emojis de Greta

Entonces, ¿cuál es la respuesta que se le va a dar a Lucía? Hay dos puntos de vista sobre esto. Uno lo da la misma Greta Thunberg. Entrevistada en abril pasado por una radio de Buenos Aires, para el programa “Permitido pisar el pasto”, fue un poco pesimista: “Si tuviera que elegir un emoji para hablar sobre la crisis climática, cambiaría todos los días. Un día podría elegir un emoji de risa porque es realmente gracioso ver algunas declaraciones que se hacen; otro día usaría un emoji de llanto y otro día, uno de frustración. Es un tema muy complejo y que abarca muchos aspectos, pero la verdad es que estamos estancados porque nada está pasando en la lucha climática ahora”. Otro punto es pensar en la evolución de la temática ambiental en los últimos años. Allá por mediados de los 90 se hablaba de la influencia que podían tener los niños para incidir en la mejora ambiental. Un librito -“50 cosas que los niños pueden hacer para cambiar la tierra”- daba consejos que son los mismos de hoy con respecto a residuos, el plástico y el uso del agua. Pero ahora hay activismo juvenil y conciencia en movimiento. Gibilisco apuesta a eso. Juan González destaca la tremenda fuerza que ha tenido que una niña de cinco años, parada frente al Goliat fabril, ha podido detener la molienda aunque sea por tres horas. Es un paso grande. Ahora es tiempo de que los adultos empiecen a aprender la lección.

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