El mayor culebrón de los últimos tiempos

El mayor culebrón de los últimos tiempos

Las PASO ya son, en su versión tucumana, el culebrón más retorcido de los últimos tiempos. Con un reparto estelar (por así decirlo), en las primeras entregas nomás (la registración de frentes y la inscripción de precandidatos) hay amores y traiciones a mansalva. Un despliegue de intrigas que envidiaría Raúl Lecuona, quien tantas telenovelas le dio a la pantalla chica.

El capítulo oficialista es por sí mismo, lo que se dice, un verdadero “drama”. Bien podría llamarse “Quererlo todo” (la adaptación mexicana, del año pasado, de la argentina “Herencia de amor” -2009-) porque ahí no se están disputando bancas para el Congreso para este año sino la posibilidad de disputar, o no, el Sillón de Lucas Córdoba en 2023. Y esa poltrona de Casa de Gobierno es de un solo cuerpo. Así que asistimos, acabadamente, a un “unitario”.

Juan Manzur y Osvaldo Jaldo se enfrentan a lo “Caín y Abel” (Telefé, 2010, con Joaquín Furriel y Fabián Vena). Lo dijo el propio Jaldo el lunes en el programa “Buen Día”, de LA GACETA Play: el gobernador quiere reformar la Constitución para habilitarse más reelecciones y el vice se presenta a sí mismo como el único capaz de impedirlo. Así que Manzur mira “Amo y Señor” (Canal 9, 1984), mientras que Jaldo prefiere “Cosecharás tu siembra” (Canal 9, 1991).

No va a ser sencilla la tarea del vice. El que ignora la diferencia de recursos en favor de Manzur está viendo una ficción. El Presupuesto General de la Provincia (Ley 9.369) es de $ 215.000 millones. Si descontamos las partidas de la Justicia y el Tribunal de Cuentas, quedan, grosso modo, $ 10.000 millones para la Legislatura. Y $ 190.000 millones para el Ejecutivo. O sea, 19 a 1 en materia de dineros públicos. Y durante los seis años de convivencia, ni el gobernador ni el vicegobernador desmontaron la cultura alperovichista de que “billetera mata militancia”. Eso sí: contar con los recursos no lo es todo. Hay que “ponerlos” en juego. Y saber usarlos.

Jaldo, en tanto, ensayó una movida inesperada y es candidato a la Cámara Baja. La razón: enfrentar la “fe” de sus oponentes en la billetera con el “fantasma” del corte de boleta. Ese “espectro” no se reduce a promover entre la dirigencia pejotista que voten a Manzur como senador -suplente- y a él como diputado: también espanta en la oposición. Entre los adversarios del oficialismo, las primeras figuras se anotaron para el Senado. El jaldismo bien podría buscar que la dirigencia de base de esas fuerzas le dé alguna mano. O alguna tijera.

En la provincia donde se roban de la parrilla la carne del asado, en plena vereda, no habrá margen para descuidos entre los bandos oficialistas. El 14 de septiembre, más que un ganador, habrá un derrotado. Le espera, como en la novela de Canal 9 de 1971, “Estación Retiro”.

Vecinos en guerra (Telefé, 2013)

La trama de Juntos por el Cambio tiene tres historias que se cruzan y se separan.

Por un lado, está la interna dentro de las internas abiertas: la del radicalismo. En la UCR ruedan otra vez “Mi familia es un dibujo” (Telefé, 1996).

Entre los radicales hay un problema de “objeto”. Lo cual ayuda a entender ese evangelio apócrifo de los correligionarios, según el cual donde hay dos afiliados siempre habrá una interna. Le apuntan a 2023, pero con objetivos diferentes.

La trama se entiende mejor a partir del tercero en discordia. El alfarismo buscó durante un mes un acercamiento con los parlamentarios nacionales de la UCR. En particular, con Silvia Elías de Pérez. Y durante ese mes la senadora fue esquiva. La razón (creyeron en la intendencia) era que se estaba “cotizando”. Hasta que se conoció la “verdad” confirmada por varios protagonistas: ella y el diputado José Cano habían buscado un acuerdo con los intendentes radicales del oeste: Mariano Campero y Roberto Sánchez.

Ahí emerge una primera lectura: un objetivo probable por parte los congresistas acaso sea el de un 2023 con el alfarismo derrotado y devaluado para disputar espacios, comenzando por la “joya” capital: la Municipalidad de San Miguel de Tucumán.

Para mayores confirmaciones, los gestos. Vencido en junio por segunda vez el mandato del interventor José “Lucho” Argañaraz frente al distrito tucumano de la UCR, el Comité Nacional (donde gravita Cano) otorgó una nueva prórroga, pero con una novedad: agregó un cointerventor. Es Pablo Macchiarolla, secretario de Gobierno de la Municipalidad de Yerba Buena. La conducción bicéfala hizo que muchos previeran una confluencia de ambos espacios. El entendimiento parecía preanunciar un “acuerdo de distrito”.

Pero los jefes municipales del oeste se negaron a compartir las nóminas. Ellos también piensan en 2023, pero por cuestiones de domicilio no les importa el despacho de Lavalle y 9 de Julio (Campero y Sánchez no podrían, ni queriendo, ser candidatos a intendente de la capital), sino la casa de Catamarca 851. Su objeto es la UCR el que tenga las llaves ocupará un lugar central para definir alianzas y candidaturas en los próximos comicios provinciales.

Para quedarse con la conducción del radicalismo, Campero y Sánchez necesitan desplazar de la escena a quienes vienen conduciendo los destinos del centenario partido en la provincia. En definitiva, razonan en las cercanías de los intendentes del oeste, ellos gobernarán hasta 2023. Mientras que a los parlamentarios nacionales les vencen los mandatos este año.

La vocación de los jefes municipales es férrea respecto de marcar el fin de la hegemonía de Cano y Elías de Pérez. Por eso -según fundadas versiones de un lado y otro- uno de los parlamentarios hasta ofreció “bajarse” de cualquier candidatura, para consensuar un armado en el que un congresista liderase una lista y un intendente encabezara la otra.

El pasado jueves 15, a propósito de su entrevista en “Buen Día”, Cano tuiteó: “Desde hace tiempo vengo dialogando con los intendentes y con otros referentes que supieron ocupar cargos importantes en los últimos años. Voy a hacer todo el esfuerzo para articular una lista representativa”. Pero los jefes municipales pusieron una tranca tras la puerta.

Ahora se enfrentarán la senadora y el diputado, figuras “instaladas” en toda la provincia porque ambos la han recorrido siendo candidatos a gobernador, contra los intendentes del oeste, quienes por sus cargos ejecutivos pueden mostrar “gestión” y cuentan con estructuras municipales.

Tienen razón Cano y Elías de Pérez respecto de que, entre la UCR fundida de la década de 2000 y esta que durante el segundo decenio peleó la gobernación en 2015 y fue segunda fuerza en 2019, hay un proceso de construcción del que ellos dos fueron protagonistas. Ese ciclo hizo posible que Campero y Sánchez llegaran a las intendencias de Yerba Buena y de Concepción. Pero la novela que para los parlamentarios se debería haber llamado “Soy tu fan” (el unitario de Canal 9 de 2006), para los jefes municipales se titula como el culebrón colombiano que inauguró la cadena Caracol como canal privado en 1998: “Dios se lo pague”.

Cuando los congresistas advirtieron que los intendentes iban por ellos, empezaron a devolver las llamadas del alfarismo. El viernes (víspera del cierre de listas) desde una diputación nacional tucumana con mandato hasta 2023 llegó el mensaje a los teléfonos municipales de que los parlamentarios querían parlar. Y el mismísimo sábado, a la siesta, hubo una comunicación directa para intentar unificar una lista entre ambas partes. Pero ya era tarde. Lo que el alfarismo podía ofrecer era menos que lo que los congresistas consideraban que les correspondía. Después de un mes de no obtener respuestas, en la intendencia habían decidido que el PRO tucumano era “El Elegido” (Telefé, 2011) como socio para la batalla electoral.

La idea asomó tras la visita del intendente tucumano a Horacio Rodríguez Larreta, el 29 de junio. Y fue el jefe de Gobierno porteño quien, el viernes, le puso el moño al acuerdo: le daban al PRO la posibilidad de sumar una banca de diputado, él y Patricia Bullrich vendrían Tucumán para hacer campaña por el alfarismo. El sábado, el titular del PRO Tucumán, Ramiro Beti, firmó la aceptación de candidatura. Anteayer llamó Rodríguez Larreta. Ratificó que vendrá. Y anticipó que Bullrich llega el 9 de agosto.

Lo que sigue, como en la telenovela de Natalia Oreiro y Benjamín Vicuña que estrenó Telefé en 2015, es una lucha “Entre caníbales” por quedarse con el casillero del medio de la oposición.

Contra las cuerdas (Canal 7, 2010)

Ricardo Bussi y FR siempre ganan proyección cuando recrudece el hartazgo extremo de muchos tucumanos contra la política. Son la contingencia de la oposición.

Es a los intendentes radicales del oeste a quiénes se debe que el bussismo reverdeciera hasta volver a convertirse en una propuesta que, cuanto menos, parece encaminarse a arruinarles los proyectos a uno o a varios espacios. En 2020 Ricardo Bussi atravesó un año de zozobras, que incluyeron dos denuncias penales: por supuesto atentado a la salud pública y por presunto abuso sexual. Cuando Campero y Sánchez buscaron al líder de FR para iniciar conversaciones, aquel Bussi puso a disposición su partido: no tenía planes para disputar una banca al Congreso, afirmaba. A partir de entonces, los jefes municipales pregonaron en cuanto ámbito pudieron que FR tenía 160.000 votos (el resultado en las elecciones provinciales de 2019); que era el principal aliado a buscar en la oposición; y que Ricardo Bussi era un hombre de la democracia porque todos los cargos públicos que ocupó fueron electivos. Es decir, no sólo reinstalaron al líder de FR: lo blanquearon como un demócrata a sumar en cualquier armado opositor. E hicieron actos políticos con él.

Cuando la UCR, la Democracia Cristiana y el Partido de la Justicia Social opusieron “Perla Negra” (Telefé 1994) para vetar la incorporación de FR a Juntos por el Cambio, los intendentes fueron a definir con Bussi el armado de un frente propio. Pero el legislador, ahora, le apuntaba a la precandidatura a senador. En definitiva, argumentó, tenía 160.000 votos, era el principal aliado a buscar en la oposición y era un hombre de la democracia...

Tampoco hubo acuerdo y Bussi se lanza otra vez sin alianzas, a la vez que no deja de pregonar que la actitud de los intendentes radicales con él ha sido “Traicionera” (adaptación colombiana de 2012 de la telenovela de Canal 13 “Malparida”, de 2010)

Cara a cara (ATC, 1983)

La suerte está echada. El resultado ya empezó a rodarse, igual que “El primero de nosotros”, que Telefé estrena este año.

Lo que empieza a prefigurarse ahora, y que terminará de definirse en las urnas, es el escenario político de la provincia cuanto menos para los próximos seis años. Habrá actores que ratificarán su vigencia. Y otros a los que, en adelante, sólo les cabrán los papeles de reparto. Para unos y para otros, como en la novela de canal 9 de 1992, será “El oro y el barro”.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios