Una banda que se negó a formar parte del "jet set"

Una banda que se negó a formar parte del "jet set"

Pablo Perantuono es uno de los autores de Fuimos Reyes. La historia completa de los Redonditos de Ricota, libro que reconstruye los orígenes, los avatares y la disolución de la banda.

LOS AUTORES. Mariano Del Mazo y Pablo Perantuono. LOS AUTORES. Mariano Del Mazo y Pablo Perantuono.
25 Julio 2021

“El montaje final es muy curioso, es en verdad realmente entretenido, vas en la oscura multitud desprevenido, tiranizando a quienes te han querido”, cantan los Redondos desde Ji Ji Ji, canción que despertaba durante los shows el denominado “pogo más grande del mundo”, la celebración total del pueblo ricotero. Y quince años después, y si se lo pensara cinematográficamente, el montaje de la disolución de la banda fue, si se quiere, un tanto absurdo y curioso. “El desenlace final tiene que ver con una cuestión puntual: el destino de los videos. Los últimos tres grandes conciertos de los Redondos, que son los de Racing, River y Córdoba están filmados con calidad internacional y con sonido de consola, con lo cual podrían armar si quieren tres documentales. Eso que es un archivo audiovisual extraordinario lo conservó Claudio Quartero, el hijo de la Negra Poli, que trabajaba con ellos. Pero cuando la banda entra en un parate, el Indio quiere ver ese material y la Negra Poli y Skay empiezan a no darle del todo información. Hasta que una noche después de hacer una nota para una revista, empiezan a discutir por eso y ahí se va todo al carajo. Se gritan y nunca más vuelven a verse”, comenta el periodista Pablo Perantuono, quien junto con Mariano Del Mazo son los autores del libro Fuimos reyes, que intenta dar cuenta de la historia de ese fenómeno musical, cultural y social que se llamó Patricio Rey y sus redonditos de ricota, desde la pre-génesis de la banda hasta esa madrugada de miércoles de 2001 en la que se fue “todo al carajo” (el pasado 6 de julio el Indio Solari comentó con un emoji un posteo de Instagram de Skay referido a Willy Crook, y Skay fijó ese comentario. Fue el primer intercambio público entre ambos desde aquel final).

De sótanos a estadios

El libro documenta la historia de una banda de rock, que comenzó como un grupo cuasi circense experimental actuando en sótanos, y que terminó llenando estadios de fútbol siempre transitando por el camino de la autogestión, y renunciando en el trayecto a sponsors, a empresarios o al apoyo de la televisión. Optaron en cada acción por la independencia “y lo que fue un gesto de audacia se convirtió en un acierto absoluto que les dejó un montón de regalías. También es cierto, que todos los ingresos se los dividían entre el Indio, Skay y la Negra Poli. En ese sentido, los Redondos eran un binomio, no era una banda ni de cinco ni de seis. Las decisiones las tomaban ellos. Cuando fuimos con Mariano a hablar con la gente de La Plata, que participó a fines de los 70 o de los 80, los protoredondos, los Mufercho, los Fenton, todos ellos son gente que quedó herida. Después es para estudiar si tienen razones o no para efectivamente sentirse heridos o apartados”, suma Perantuono.

La edición actual de Fuimos reyes llega para completar aquella otra de 2015, ya que luego de la relectura y la corrección de “unos pequeños detalles”, los dos periodistas agregaron “información porque hablamos con gente que no había querido hablar para la primera versión, como Walter Sidotti y Hernán Aramberri, dos integrantes de la banda, y volvimos a hablar con otros que ya habían hablado y nos dieron más material. Además en este tiempo el Indio Solari sacó su libro de conversaciones y memorias, y muchas de las preguntas que aparecen ahí fueron basadas en nuestro libro”. Sumada a toda esa información adicional, la edición 2021 cuenta con un prólogo de la escritora Mariana Enríquez quien, al sentir de uno de los autores, “enaltece el libro porque aborda algo desde la experiencia personal, y el tono del libro si se quiere es más solemne. Por eso el pulso personal y la intensidad que tiene Mariana al escribir le agrega un montón. Además a lo que ella apunta es a retratar esa oscuridad, ese peligro acechante que tenían los shows de los Redondos, y que cuando íbamos ahí sabíamos que podía pasarnos algo, y sin embargo asumíamos ese peligro”. El trabajo recorre de manera cronológica y discográfica la historia de Los Redondos, y en ese trayecto hay distintos hitos como la decisión de comenzar a ser más profesionales dejando atrás aquella etapa del comienzo “que es más que nada un colectivo de experimentación artística de la que son parte de una manera no orgánica de la Cofradía de la Flor Solar, una época de experimentación lisérgica, todos eran bastante más jóvenes y vivían en una especie de estado de psicodelia. Conforme van creciendo y conforme van decidiendo dedicarse a la música, toman esa decisión, porque si bien abrazaban la bohemia tampoco es que se dejaban abandonar a eso sino que querían construirse un destino de gloria. Si algo me llamó la atención de ellos, es la ambición que tenían. De ninguna manera se iban a quedar zapando en un fogón de por vida y trabajando en una ferretería sino que tenían una ambición artística tremenda”, remarca Perantuono.

De la muerte de Bulacio a Olavarría

Fuimos Reyes también da cuenta de la muerte en abril de 1991 del joven Walter Bulacio, tras una razia policial en las afueras del estadio Obras donde la banda estaba dando un show, y que -después de lustros de dilataciones judiciales- en el año 2013 arrojó la condena a tres años de prisión sin cumplimiento efectivo para Miguel Ángel Espósito, quien en aquel entonces estaba a cargo de la Comisaría 35 de Nuñez, responsable del operativo policial.

También aparecen entre muchas otras anécdotas los encuentros con Pappo o con Spinetta, los viajes a Nueva York, las drogas, la clandestinidad, el andamiaje de la organización de cada disco y de cada show, y la histórica conferencia de prensa que ofrecieron tras la suspensión de sus shows en Olavarría.

“Hoy, en tiempos de redes sociales, donde no existe ni la intimidad ni la privacidad absoluta, es muy difícil de dimensionar. Pero en ese momento esa aparición de ellos en Crónica TV fue un hito tremendo”.

Muchas fueron las cosas con las que se sorprendieron los dos periodistas a la hora de preparar el texto. Una de ellas resultó descubrir que “Aaron Beilinson, el padre de Skay, era un millonario dueño de una empresa que hacía carreteras y que en 1974 fue secuestrado por el ERP y que se terminó pagando un rescate de varios millones de dólares”. O también que “Skay llegó a París en 1968 cuando se estaba terminando de producir el Mayo Francés, y que en Londres pudo ver a Jimi Hendrix en vivo y eso lo transformó para siempre”.

Una banda que se negó a formar parte del jet set

Fenómeno casi religioso

Fuimos reyes da cuenta de ese fenómeno llamado Patricio Rey, que puede emparentarse “con lo que sucede con las religiones. El dios de cualquier religión en lo concreto, en el día a día, no te da nada: te da una promesa del cielo, de lo que fuera. Es todo lo que ponés vos y te da su palabra. Pero en el caso de los Redondos te da más: te da la letra y la música, y proyecta una imagen que dos generaciones de chicos marginales de alguna manera abrazan porque le creen, creen en esa honestidad, que no es del todo explícita, sino que es casi interpretada. En una época como los 80, en la que las bandas de rock & pop se peleaban por ocupar los pasillos del jet set, aparecer en las revistas y salir con modelos, que una banda se negara a todo eso para un montón de gente era una señal inequívoca de honestidad, el no querer pertenecer a ese lugar en el que todos triunfan, y de que solo importe la música y lo que se festeja ahí. Entonces eso es lo que esas generaciones abrazan. Así empiezan a convertir a la banda en un fenómeno musical casi religioso”.

PERFIL

Pablo Perantuono nació en Buenos Aires en 1971. Periodista y escritor, es editor jefe de la revista digital La Agenda de Buenos Aires. Trabajó en los diarios Clarín, Crítica y Río Negro. Colaboró en medios como La Nación, Rolling Stone y Gatopardo. Es el autor de la novela Teoría del derrape.

Caldo de cultivo *

Por Pablo Pareantuono y Mariano del Mazo

Carmen Castro hacía sonar sus tacos en cada uno de los bares de la calle 51 y la belleza natural y su traza de rockabilly enamoraba a los varones de la alta noche. Carlos Alberto Solari dibujaba sin parar en su silencioso departamento, disfrutaba la soledad y pensaba el argumento de una historia que bien podría ocurrir en Valeria del Mar, el balneario pegado a Pinamar donde se encontraban sus padres en ese mismo instante. Eduardo Beilinson trataba de sacar los extraños acordes de “Yo soy la morsa”, de los Beatles, en la residencia familiar. Una chica de clase media baja que no sabía qué hacer con su vida, iracunda y aventurera, con un rostro enigmático y un hijo demasiado pequeño al que casi no veía; un obsesivo precoz, hijo de un empleado de correo, con una verba apasionada con palabras prestadas de malas traducciones de novelas clásicas y beatniks; un guitarrista entusiasta que luchaba internamente por no ser arrastrado por los millones de su padre.

Instantáneas de La Plata, la ciudad que puede ser un paraíso o un infierno. Una usina de cultura y de jóvenes en llamas y un averno de empleados públicos resentidos. La Negra Poli, el Indio Solari y Skay Beilinson se deslizaban entre esos polos. No se conocían, contemplaban cada uno a su manera a sus pares: chicos que egresan del colegio secundario o que entran a la universidad en ese limbo hormonal de los diecisiete o dieciocho años. Ninguna estrategia de vida más allá de seducir a alguna chica o de alivianar la angustia del futuro adulto a través del arte o el estudio formal. El big bang de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota partió desde la abulia hacia un torbellino de inquietudes culturales y políticas que, en un inicio, poco tenía que ver con el rock.

* Fragmento de Fuimos Reyes (Planeta).

© LA GACETA

Por Flavio Mogetta - Para LA GACETA - Buenos Aires.

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