La pelea del PJ: el jefe de campaña versus el director técnico

La pelea del PJ: el jefe de campaña versus el director técnico

El sábado se habilitará la etapa proselitista para las elecciones primarias del 12 de septiembre.

La pelea del PJ: el jefe de campaña versus el director técnico

El tiempo de la unidad se agota y se avecina el plazo para la presentación de los precandidatos que disputarán las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Este sábado arrancará la campaña proselitista, de acuerdo con el calendario electoral. En los hechos, la batalla política se inició desde el momento mismo en que el gobernador Juan Manzur y el vicegobernador Osvaldo Jaldo decidieron mandarse mensajes desde veredas opuestas. Uno a través de Lealtad Peronista; el otro desde Peronismo Verdadero. Ninguno de los dos duerme las horas suficientes para un reparador descanso. Terminan en la madrugada los encuentros y se levantan cuatro horas más tarde para continuar con la tarea política e institucional.

Primer round: ocupando el centro de ring

Juan Manzur se ha puesto al frente de la campaña, como jefe. Así se presentó la semana pasada en un acto político en Concepción y así viene mostrándose en cada visita a municipios o comunas rurales. Osvaldo Jaldo, en tanto, no duda en considerarse el director técnico del peronismo disidente a la Casa de Gobierno. Uno reafirma el término conducción; el otro prefiere hablar de evangelización de dirigentes y de militantes incomprendidos por el presidente del distrito Tucumán del PJ. Ambos están atentos al movimiento del otro. En algún momento de la gira proselitista estarán más cerca de lo pensado. Claro está, espacialmente. El primer round siempre ha sido de estudio. Sin embargo, uno y otro se han lanzado dardos para marcar territorio y evitar la invasión del otro.

Segundo round: las encuestas

La encuesta de Hugo Haime ha sido gritada como un gol por la Casa de Gobierno. Una proyección de tres a uno en la interna ha llevado al oficialismo manzurista a sacar pecho y señalar que la interna es una instancia en la que se puede revalidar títulos. El consultor histórico del peronismo ha intentando demostrar, en porcentajes, que el aparato oficial es más fuerte de lo que puede ser una corriente interna: 34,8% para el manzurismo versus 11,7% del jaldismo. Haime considera que la imagen de Manzur irá creciendo en la medida que avance el plan masivo de vacunación y, paralelamente, la actividad económica muestre algún repunte, con un mayor movimiento para el consumo. A Jaldo no le hizo gracia aquel resultado. Por el contrario, considera que se trata de una muestra de debilidad del manzurismo al difundir datos que, a su criterio, no se condicen con la realidad de la militancia peronista. El vicegobernador le confió al consultor Mario Nahuz una muestra con 5.125 entrevistas (1.425 en una general y otras parciales, un promedio de 500 en siete municipios del interior) que, según el jaldismo, arrojaría una nivel de adhesión del 65% para ese espacio contra un 35% del manzurismo.

Tercer round: la confección de las listas

Manzur mira con buenos ojos los postulantes que pueden llegar a integrar la lista oficial, la de la Casa de Gobierno. Por una cuestión de alta exposición pública por la pandemia de la Covid-19, la ministra de Salud Rossana Chahla ha sido una de las sorpresas en la medición de imagen de gestión que el gobernador quiere capitalizar no sólo en las internas, sino también en futuras confrontaciones electorales. El gobernador ha solicitado también mediciones de otros miembros del gabinete, para establecer si pueden resultar una oferta atractiva para el electorado tucumano. Mañana recibirá una encuesta cualitativa que le develará parte de esa realidad. Pablo Yedlin aparece como el candidato natural de Manzur para encabezar la lista de senadores. El pediatra, actual diputado nacional, forma parte del círculo aulico del gobernador y es número puesto para integrar la nómina. Sandra Mendoza es la pata "albertista" de la eventual nómina. La dirigente de PaRTE, el partido del presidente Alberto Fernández, puede llegar a acompañar en la boleta a Yedlin. La legisladora acompaña a Manzur en cada gira por el interior. Marcelo Santillán sería la cara kirchnerista para una banca en la Cámara Baja. El gerente regional de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) goza de la confianza del mandatario, que lo ha propuesto para el cargo que actualmente ocupa. Manzur, en tanto, sería el postulante a senador suplente, una jugada clásica entre los gobernadores que piensan en su futuro político. Osvaldo Jaldo se asienta en los referentes de mayor contacto con la dirigencia para diseñar la posible nómina en caso de que no haya unidad. El líder de Acción Regional, Juan Antonio Ruiz Olivares, asoma como postulante para el Senado. Del otro lado, para Diputados, se ubica Gladys Medina que intentará conservar la banca en Diputados. La esposa del intendente de Banda del Río Salí, Darío Monteros, puede ser la prenda de unidad si es que hay humo blanco en las filas oficialistas, algo difícil por estas horas. Para el resto de los espacios, el jaldismo esperará que el manzurismo haga su jugada para completar la boleta. Hay varios nombres en danza: desde Agustín Fernández hasta Roque Tobías Álvarez y otros y otras referentes que componen el peronismo histórico y territorial. Pero el Peronismo Verdadero, que hoy encontrará un nombre para la puja interna, puede llevar incluso hasta el propio Jaldo para encabezar alguna de las listas.

La pelea de fondo: 2023

Osvaldo Jaldo siempre ha sostenido que es el candidato natural para la sucesión de Juan Manzur en 2023. La disputa de poder arrancó anticipadamente, con la excusa de una disputa por la cobertura de la Defensoría de Pueblo, hace cuatro meses. El gobernador sabía de la demanda de su compañero de fórmula mucho antes de que la división del bloque oficialista en la Legislatura. Era cuestión de tiempo, esperada más para fines de 2022 que para este 2021. En la sede del Poder Ejecutivo siguen preguntándose que le pasó a Jaldo para reclamar el lugar en medio de un segundo mandato. Sólo él y Manzur tienen la respuesta, de la misma manera que sigue siendo un interrogante la ruptura total de las relaciones entre el mandatario y su antecesor, José Alperovich. Ninguno de ellos habló, ni hablan, ni hablarán. Son los secretos de poder. Ya el año pasado, Manzur observaba que la "jugada maestra" de Cristina Fernández de Kirchner era una buena señal de lo que podía ser su futuro político si continúa en Tucumán más allá de 2023. Sabiendo que no llegaba a la Presidencia (de la misma manera que Manzur sabe que no puede continuar en el cargo si no es a través de una reforma constitucional), la actual vicepresidenta de la Nación se convirtió en una gran electora. Así nominó a Alberto Fernández para la Presidencia. Ella sigue ocupando el centro de la escena política, de la misma manera que Manzur quiere conservar esa cuota de poder. Incluso pensó en la posibilidad de aspirar a la vicegobernación, con candidato propio para encabezar la fórmula. El jaldismo ya le puso trabas a esos intentos, al recordarle a la Casa de Gobierno que mientras Jaldo sea el titular de la Cámara no habrá cambios en la Carta Magna, y también al cuestionar jurídicamente cualquier posibilidad de integrar una fórmula en el futuro. La disputa de poder no se agota tan sólo en el oficialismo. También se evidencia en la oposición. Germán Alfaro, intendente de la Capital, no oculta sus intenciones de llegar a la Gobernación; el radicalismo de José Cano y Silvia Elías de Pérez también quiere volver a intentarlo. Y hasta los intendentes Mariano Campero y Roberto Sánchez piensan que el turno electoral de 2023 puede ser la oportunidad de dar el gran salto. Ricardo Bussi no pierde las esperanzas desde Fuerza Republicana, pero, por las dudas, mantiene los lazos comunicantes con los intendentes radicales para converger en un espacio amplio dentro de dos años. Por todo eso, las PASO constituyen el primer eslabón de una cadena de contiendas que culminará en 2023. Algunos lo dicen abiertamente; otros callan, pero en el fondo, sueñan con exhibirse en la vidriera política y escalar en el poder.

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