El auge de la dietéticas

El auge de la dietéticas

Cuatro de cada 10 argentinos compra habitualmente en estos negocios por la tendencia a la alimentación saludable. Qué cuidados hay que tener. Comer sano, pero no en exceso, es la clave.

Mix de cereales con frutos secos, polen de abejas, aceite de coco, semillas de lino y leche de almendras. Con esa lista, Lourdes Vaca (de 36 años) arranca la semana en una dietética que le queda de camino al trabajo, en el centro. En su alacena no pueden faltar nunca la mantequilla de maní sin agregados y el azúcar mascabo. Como ella, cada vez más tucumanos pasan por estos locales a buscar arroz yamaní, stevia, dátiles, legumbres, especias, cous cous, quinoa, trigo burgol, sésamo y chía, entre otros alimentos.

Hasta no hace mucho tiempo, conocer estos productos y consumirlos era algo limitado a un pequeño público. Pero en los últimos años y especialmente desde la pandemia, la clientela de las dietéticas pasó a ser mucho más amplia y diversa. Tanto que ahora estos comercios se han vuelto el lugar predilecto para muchos consumidores.

Un reciente estudio realizado en el país mostró que existe un boom de las dietéticas. Cada vez se abren más comercios de este tipo. La encuesta que realizó la consultora Voices este año reveló que cuatro de cada 10 argentinos son compradores habituales en estos comercios. En 2019, ya el 30% de la población elegía las dietéticas con frecuencia. Desde 2017, se sumaron tres millones de clientes al rubro, a un ritmo promedio de 4.100 por día.

El impulso

Al principio, cuando abrieron, eran un lugar donde la gente iba a comprar ciertos alimentos para personas con algunas condiciones específicas de salud: diabéticos o celíacos, por ejemplo. Pero desde que se impuso una fuerte tendencia a una alimentación más saludable, cambió el público, coinciden los comerciantes consultados para esta nota.

Graciela Juárez, de Saludable y Natural, ha notado un mayor interés de los tucumanos por consumir productos sin conservantes y más sanos. “La gente empezó a tomar conciencia de la buena alimentación por varios motivos: muchos están consultando nutricionistas por problemas de salud, por deportes o porque sienten un malestar físico; mientras que otras personas están en contra del maltrato animal y cambian su forma de alimentarse. Creo que también la gente empezó a cocinar más. El año pasado se vio una mayor conexión con la tierra, más personas hicieron su propia huerta”, describió.

Juárez no cree que sea una moda pasajera. Es un estilo de vida que llegó para quedarse, sostiene. Ella, desde hace tiempo, no consume carnes y fue justamente su deseo de tener una alimentación saludable el motivo por el que hace cinco años abrió la dietética. Al principio, lo que más buscaban sus clientes eran productos sin gluten, edulcorantes y alfajores o dulces sin azúcar. Hoy esos artículos se siguen vendiendo mucho y también se incrementó el consumo de todo lo que sea suelto: avena, garbanzos, lentejas, hierbas, semillas y cereales, entre otras cosas.

La gente empieza a buscar sus alimentos en pequeños comercios, buscan una experiencia mas íntima y cercana. Se vincula a las dietéticas con lo saludable y ahora también con lo sustentable. Más gente quiere saber qué come y de dónde viene. Y en ese sentido, las personas está valorando más los negocios en los que puede encontrar producción local, explica Mercedes Cerviño, dueña de Hamsa, un local que abrió como parte de un centro de yoga, para disponer de lo necesario para la alimentación que desde esa disciplina se propone, cuenta.

“El boom de las dietéticas es una respuesta a considerar nuevamente la alimentación como opción base de una buena salud o la importancia de ser más conscientes de ella para revertir enfermedades. El veganismo como respuesta al respeto por los animales es otra de las causas. Hubo una rápida acción de emprendedores para ocupar este nicho de mercado, más allá de sus personales convicciones respecto de la alimentación. Por esto, encontramos todo tipo de productos, y el hecho de estar en una dietética no es sinónimo de alimento bueno para la salud”, advierte Cerviño.

Hay que estar atentos a los ingredientes y su procedencia, señala. Aconseja preguntar, buscar calidad, que sean productos orgánicos, agroecológicos y también de producción local, de productores de la agricultura familiar.

Lo que más le piden sus clientes son cereales integrales y orgánicos, legumbres agroecológicas, aceites, hierbas, quesos y embutidos veganos, sin conservantes, mieles y azúcares orgánicas, hamburguesas sin agregado de harinas ni huevo, suplementos dietarios, tinturas madre y productos libres de gluten, hongos, algas, frutos y frutas secas, semillas orgánicas y variedades de té.

Marina Iriarte, empleada de una dietética, cuenta que atiende gente de todas las edades, desde jóvenes a los que un entrenador le indicó comprar frutos secos hasta adultos mayores que buscan miel, polen de abejas y levadura de cerveza. Hay gente que lleva años consumiendo productos saludables, pero también muchos que están empezando, y esos son los que más asesoramiento piden. “Disfruto mucho venir aquí; es un placer y una desconexión. Pero soy un peligro porque me quiero llevar todo”, confiesa una de las clientas, Romina Landa, quien hace dos años decidió sacar la carne de sus platos y elegir alimentos preferentemente orgánicos.

Evitar los excesos

En medio de una mayor conciencia por la alimentación saludable y el auge de las dietéticas, nos encontramos con incremento sostenido de los índices de sobrepeso y de obesidad en la población. Muchas veces el problema de quienes consumen productos dietéticos es que se confían y creen que pueden comer todo lo que quieran y en grandes cantidades. Francisco D'Onofrio, médico especialista en nutrición, hace algunas aclaraciones:

“Diet o dietético significa cualquier modificación de un alimento, sea porque se le ha reducido su contenido energético (calorías) o de nutrientes o porque se lo ha fortificado o enriquecido. Por lo tanto, dietético no es sinónimo solo de bajas calorías”, resalta. Otro mito común es que es preferible endulzar con miel (fructosa) que con azúcar (sacarosa). “Ambas contienen aproximadamente cuatro calorías por gramo y aunque posean diferentes compuestos químicos, las dos aumentan la glucemia en el organismo”, puntualiza. “Que los alimentos integrales no engordan también es falso. Los cereales integrales aportan más fibra que los refinados, pero, a igual peso, aportan las mismas calorías”, aclara.

El profesional está a favor de que las personas se preocupen por comer más saludable. Sin embargo, aclara: “lo que genera el aumento de peso es consumir más calorías de lo que se gasta por día”.

También se mostró preocupado porque durante la pandemia las fórmulas anti-obesidad (formulaciones dietéticas que supuestamente ayudan a controlar el peso) fueron uno de los productos más vendidos de acuerdo a los datos de la Confederación Farmacéutica Argentina. “Hay que tener mucha precaución con las infusiones o las hierbas que se utilizan para adelgazar: pueden tener principios activos similar a los medicamentos que, al no ser prescritos por un médico, puede ocasionar danos a la salud”, puntualiza.

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