Lo cotidiano se cuela en “Días teñidos”, en la Sociedad Francesa

Lo cotidiano se cuela en “Días teñidos”, en la Sociedad Francesa

La obra de Francisco Galarzo aborda la incomunicación y la soledad, junto a Martín Vázquez. “Muestro una parte de mi universo”.

DRAMA POÉTICO. Francisco Galarzo y Martín Vázquez representan “Días teñidos” dentro del ciclo Escénica. DRAMA POÉTICO. Francisco Galarzo y Martín Vázquez representan “Días teñidos” dentro del ciclo Escénica.

En lo cotidiano, en los gestos y decisiones más comunes y habituales, se encierran a veces las grandes historias personales. Algunas de ellas traspasan lo íntimo y trascienden a la escena, transmutadas en obras teatrales.

“Sentí la necesidad de mostrar una parte de lo que es mi universo. Quizás sea fragmentado y caótico, pero es mi mundo y puede ser el de cualquiera”, sostiene Francisco Galarzo, el autor, protagonista y director de “Días teñidos”, el texto que representa junto a Martín Vázquez en la reabierta sala de la Sociedad Francesa (San Juan 751). Subirá nuevamente a escena esta noche, a las 20.30. La puesta integra el ciclo Escénica que se desarrollará durante todo este año en esa institución. La asistencia de dirección es de Cecilia Genio, con técnica de Jonathan Galarzo y ambientación musical de Ricardo Gómez Madrid.

“Empecé a escribir esta obra motivado al ver cómo muchas personas no caen en cuenta de quién es el que tienen al lado; eso permite mostrar lo que uno mismo es, y al mostrarlo, descubrir que hay una afinidad enorme o no con el otro, porque son demasiado parecidos o demasiado distintos; quería mostrar cómo se afianzan los vínculos para siempre o cómo se rompen, y me interesó ver la necesidad enorme de ese otro en el acto de exhibirse en las redes sociales, como forma de buscar vínculos”, precisa Galarzo.

En su planteo, los personajes representan sensaciones y referencias sociales antagónicas, describe el director y actor, como lo masculino y lo femenino; el Ying y el Yang; o la ira, el enojo, el miedo, la melancolía, la felicidad y el amor. “Expresan la fluidez de la energía interior que todos tenemos”, sostiene. La incomunicación y las ausencias también se suceden en escena, donde “nada es exactamente como se ve”, advierte.

Durante el confinamiento del año pasado, el teatrista se sumergió en las creaciones de Jean Genet, Eugene Ionesco y Samuel Beckett, a quienes reconoce como influencia en su propuesta actual, atravesada estéticamente por el Teatro del Absurdo y con “una carga de nihilismo que, aunque suene contradictorio, puede ser esperanzador, porque deja un margen para el encuentro y la posibilidad de una vida con algún otro”.

“La soledad es un factor poderoso que se encuentra dentro de los contenidos de la obra. La pieza se desarrolla dentro de una especie de limbo personal, en el que se suceden escenas de la vida cotidiana cargadas de metáforas y de contenidos, y una buena parte de ellas es el encontrarnos solos. Siempre estamos solos de alguna manera, por ejemplo, a nivel existencial, y esta pandemia sirvió -de alguna manera- para que nos veamos, y desarrollemos positiva o negativamente ese espacio. A mí mismo me sucedió. Y ese es un lugar en donde la gente descubre que no siente amor por sí misma. Obviamente, no es igual aislarse para contemplar estas realidades voluntariamente o por instinto, a tener que hacerlo obligadamente por un ley u orden del Gobierno”, aclara.

Reivindica que en su creación hay “un proceso poético dramáticos que se sintetiza en una serie de secuencias teatrales de gran lirismo”. “Este tipo de teatro busca reflejar escenas concretas; por ejemplo, elegir qué comer. Los personajes tienen un diálogo en el que, simplemente, optan por preparar fideos al pesto, por guardar ropa por el cambio de estación, por cambiar de lugar los cuadros y cosas así, en el contexto dramático de la soledad o del miedo, simbolizado en un espacio que se reduce a tres círculos de los que no pueden moverse. Todo lo que sucede es teatro y todo lo que acontece finalmente puede adquirir un toque poético, pero, esencialmente es teatro. Hay un elemento, que un bicho dentro de un frasco, que puede simbolizar la necesidad del otro que también está encerrado, enfrascado, y es hacia ese frasco hacia donde se acerca, quizás, el clima poético. Pero es un drama, finalmente, son puras escenas dramáticas con lirismo, que surge espontáneamente y sin intención”, subraya.

Desde la Sociedad Francesa, su presidente Gerardo Isas resalta la importancia de desarrollar una iniciativa integral en artes escénico. “Lo vamos a desplegar con otra marca, que es ‘Escénica’. Es un cambio que busca hacer una pequeña diferencia entre lo institucional y lo artístico en el rubro teatral fundamentalmente, pero siempre vinculado a nuestra entidad”, asevera.

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