A los muertos se los honra

A los muertos se los honra

La clase dirigente tiene un defecto que no oculta, ni le avergüenza: la pasión por acusar al adversario político de todos los males del país, característica que se exacerba hasta lo intolerable en tiempos electorales. Cualquier palabra, gesto, cifra y hasta circunstancia climática sirven para buscar responsabilidades en el otro, para imponer relatos que estiman les arrimarán simpatías, cuando no votos. Hay sectores de la sociedad predispuestos a escucharlos. En ese afán por acusar al adversario, oficialistas y opositores no trepidan en subirse a cualquier aspecto de la realidad -por nimio que sea- para diferenciarse y mostrar al otro como el peor de todos. Ni piensan en la grieta que siguen alimentado, sino en los supuestos beneficios a obtener. Lo último que se les cruzó fue la cifra de 100.000 muertos a la que, lamentablemente, llegó la Argentina por causa de la pandemia. No puede haber tamaña insensibilidad como la de pretender sacar provecho político arrojando responsabilidades por esos argentinos que no están, y pensando en los comicios. Lamentable y triste. A los muertos se los honra, no se los usa por interés y especulación política. Es abyecto y malsano.

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