Toda obra necesita tener un plan de mantenimiento

Toda obra necesita tener un plan de mantenimiento

En medio de críticas, con algunos vecinos descontentos por las demoras en las obras y por la aparente falta de superficie verde, la Municipalidad finalmente inauguró la remodelada plaza Independencia, corazón de la ciudad de Tucumán y paseo público más importante del casco urbano.

Más allá de las consideraciones puntuales sobre esta intervención, lo que está claro es que continúa firme la decisión municipal de continuar transformando el espacio público, mejorando principalmente los parques y las plazas, los espacios verdes en general. Se trata de un plan que lleva ya varios años y cuyas muestras más importantes las dieron, por ejemplo, las plazas San Martín y Belgrano en barrio Sur, la plaza Urquiza en barrio Norte, el parque Avellaneda en el oeste, o el nuevo parque El Provincial, en avenida Roca al 600.

En todos los casos, se dio casi de manera inmediata un fenómeno similar: la apropiación -en el buen sentido- del espacio público por parte de los vecinos. Se convirtieron tras esas obras en lugares de esparcimiento, de bienestar, de convivencia entre los vecinos y de actividad física. Por supuesto -y aunque no sea la mayor proporción en comparación con los buenos usos- también han surgido de inmediato el vandalismo y la desaprensión, con daños infundados, robos y delitos que enturbian estos nuevos aires que se viven en la ciudad.

A esta altura de los planes de revalorización del espacio público, las variables vinculadas al mantenimiento y al vandalismo deberían estar contempladas desde el inicio, tanto para prevenirlas como para combatirlas y subsanarlas. La Municipalidad, además de destinar recursos en refaccionar y remodelar plazas, parques y calles, debería fortalecer las reparticiones que tienen a cargo esos espacios, para accionar con firmeza contra esos flagelos.

Se dice muchas veces que se trata de una cuestión de idiosincracia local el poco apego a las normas y el poco aprecio por lo que es público, de toda la ciudadanía, que pareciera ser de nadie. Pero el cambio cultural es también una responsabilidad del Estado, que cuenta con los medios para revertir aspectos negativos, utilizando distintas estrategias.

Por un lado, está la cuestión del control. Los espacios públicos no pueden quedar librados a las buenas intenciones de la ciudadanía. Por ejemplo, Espacios Verdes de la Municipalidad reclama por los robos del cableado del alumbrado público en el parque 9 de Julio. Suena inconcebible que, con las cifras que se invierten en estas obras, la Municipalidad y la Provincia no cooperen para realizar patrullajes constantes que prevengan estos y otros delitos. También aparece el tema de la concientización y de la sensibilización ciudadana: la Municipalidad debería impulsar campañas permanentes y sostenidas en el tiempo si busca generar el cambio necesario para que el vecino adopte, cuide y valore como propio el espacio público.

Finalmente, e igual de importante que los anteriores, está la necesidad de contar con un “plan de manejo”, como le llaman los urbanistas al mantenimiento programado de las obras que se hacen. Es una actividad constante, como cualquier tarea de mantenimiento. Citamos como ejemplos el parque 9 de Julio, que hace algunos años fue puesto en valor en la zona de la avenida Soldati, y al tiempo los bancos de madera mostraban signos propios del paso del tiempo y de la intemperie, y exhibían falta de mantenimiento.

Además de la plaza Independencia, el Municipio está modificando toda el área céntrica. Han plantado 66 árboles en las semipeatonales (fresnos americanos en la San Martín y lapachos en la 25 de Mayo) que, si sin cuidados, en la primavera seguramente darán un espectáculo maravilloso cuando florezcan y se llenen de hojas. Si sobreviven a los vándalos, ¿cómo se los cuidará? ¿ya está planificado?

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