Tucumán disfrutó al mejor “Lole” en el Codasur

Tucumán disfrutó al mejor “Lole” en el Codasur

“No dejaba de asombrarme la locura de la gente por mí” dijo de su inolvidable experiencia de 1980, cuando el rally vino al norte e hizo centro en la provincia. Aquí tuvo amigos y adversarios.

OVACIONADO. En el autódromo, con la corona de laureles en alto y el calor popular a pleno. OVACIONADO. En el autódromo, con la corona de laureles en alto y el calor popular a pleno. ARCHIVO LA GACETA

¿Cómo se hacía para seguir la carrera deportiva de un ídolo antes de la explosión digital y de internet? Por radio en vivo; por TV en blanco y negro (y recién en colores a fines de los 70); por LA GACETA del día después en Tucumán y en buena parte de la región; por las revistas, a varios días de transcurridos los hechos, para mayores y especializados detalles. Carlos Alberto Reutemann fue una figura que convocaba a la gente en aquellos tiempos de escasa inmediatez informativa, atraída por lo que de él decían y mostraban los medios. Para los fanáticos de los motores de estas tierras, quizás su presencia aquí para el Rally Codasur de 1980 representó el cenit. El santafesino por entonces una estrella de la F-1. Fue lo máximo verlo de cerca en las calles de la ciudad, en el autódromo y en los caminos; sacarle fotos con aquellas viejas cámaras analógicas; admirar su destreza en el manejo en una categoría que no era la suya; compartir con él la alegría de haber sido tercero en la carrera.

Pero aún antes de que “Lole” se diera un baño de masas en Tucumán, en la provincia muchos ya lo habían visto acelerar en nuestros polvorientos caminos. Antes incluso de que se fuera a Europa y se convierta en un referente de la F-1. Nos vamos a la década del 60, en la que se sitúa el inicio de una carrera fulgurante, que comenzó en una prueba de Turismo Mejorado en La Cumbre (Córdoba), con 23 años y un Fiat 1.500 al mando.

No fueron pocos sus adversarios tucumanos en aquellos años de desafíos durísimos en los polvorientos caminos.

“Mi ‘viejo’ fue su rival, y su amigo”, cuenta Ítalo Maresio (h) sobre la relación de su papá homónimo con Reutemann. Sentían admiración mutua, estaban al tanto uno del otro. El santafesino fue el primero en ir a visitarlo en el hospital a Maresio cuando se dio un tremendo golpe en Córdoba. En julio de 1965, cuando “Lole” ganó su primera carrera en Turismo Anexo J, el tucumano completó el podio. En la Vuelta del Noroeste de 1967, ambos se midieron mano a mano. Y ganó el oriundo de Bella Vista. Carlos Acotto fue otro tucumano de estrecha relación con “Lole”; eran conocidas las anécdotas que solía contar sobre él, sobre todo aquella que recordaba el origen del apodo. “Me voy a ver lo lechones” se excusaba para no participar de alguna excursión juvenil por su Nelson natal a la salida de la escuela. Y sus amigos lo cargaban diciéndole “¡andá a ver ‘lole’ chones, vos!”

Después de aquellos años en categorías nacionales de Turismo, comenzó su romance con el automovilismo de Europa. Desembarcó en la F-2 Internacional en 1970, y en 1972 se convirtió en piloto de F-1. Pasó mucho tiempo sin que Reutemann visite la provincia. Hasta que volvió, un frío julio de 1980.

El Codasur

Por delante tenía un desafío inédito. El Rally Codasur lo convocó en medio de su campaña en la “máxima”. Habían pasado sólo dos meses de una rutilante victoria en el Gran Premio de Mónaco sobre un Williams-Ford. Y estaba a más de un año de enfrentar su máximo reto: pelear por el título mundial de F-1, misión en la que falló, superado por apenas un punto por el brasileño Nelson Piquet.

A Lole” lo trajeron para darle vuelo a la primera edición en el país de la carrera de una categoría que, con los años, se convirtió en un clásico: el Rally Mundial. Su sola presencia generó una movida increíble, de fanáticos, espectadores comunes, prensa. Y eso que también en esa competencia estaba presente, como director deportivo de Mercedes, la mayor gloria del automovilismo nacional: Juan Manuel Fangio.

Vale la pena reproducir el texto de una columna que escribió Reutemann en una revista de la época:

“Me parece estar viviendo en otro mundo. Tenía ganas de correr un rally desde hace años y felizmente pude hacerlo en esta oportunidad, en mi país, dar la vuelta y además terminar bien clasificado. Sinceramente todo me salió redondo y confieso que viví una aventura apasionante porque nunca pensé que en el interior de nuestro país el automovilismo tuviera una repercusión tan especial, y tampoco que se me considerara tanto. Llegar a cualquier final de un prime significaba una odisea para la gente de la organización y para la policía de la zona, porque el público estallaba en un solo grito de aliento para mi. Todo esto fue un mundo nuevo que viví y recién ahora comprendí que el público que va al autódromo de Buenos Aires para ver el Grand Prix no tiene nada que ver con esta gente, que también me conoce y disfruta a su manera. En la primera etapa de asfalto no pude notar tanto el aliento del público por el sistema de seguridad muy estricto. Pero cuando llegué a la zona de neutralización, promediando la segunda etapa, todo fue una locura. Teníamos una hora de espera y la gente comenzó a meterse de cualquier forma en el parque cerrado. Después hicieron un cordón militar para protegerme, pero tampoco sirvió para nada, y finalmente, me sacaron en el aire y me metieron en una habitación de un hotel para esperar que se cumpliera el tiempo. (...) No dejaba de asombrarme por lo que pasaba afuera. Para ellos parecía algo normal, pero yo estaba asombrado y sorprendido. Y esto fue pasando en cada lugar en que paré. Incluso cuando terminó el último prime de la carrera, en un pueblito muy chico, cuando llegué al puesto de auxilio para reabastecerme, la gente se enloqueció. (...) Como me gritaban tanto, tuve que acercarme al alambrado, y cuando iba caminando hacia ellos empezaron a saltar el alambrado y tuve que irme rápido hacia atrás. La gente llevaba banderas, carteles y chicos en los brazos para besarme y saludarme de cualquier forma. Todo un mundo nuevo para mi, que sinceramente me emocionó mucho, algo que nunca pensaba me fuera a suceder”. A todas luces, impresionante.

Las crónicas de la época sacaron a relucir la experiencia adquirida por Reutemann en sus primeros años de automovilismo sobre vehículos de Turismo (entre 1965 y 1968), cuando se transitaba a toda velocidad por los polvorientos caminos del país. Fanáticos de toda la Argentina, y de países vecinos, llegaron al norte a seguirlo a él, y a la competencia. Subido a un Fiat 131 Abarth, y con el italiano Mauro Perissuti como navegante, fue un abanderado de la regularidad y de los buenos parciales. Así, llegó al final de la carrera a 46 minutos del alemán Walter Röhrl (Fiat) y a media hora del segundo, el finlandés Hannu Mikkola (Mercedes Benz 500 SLC).

El final de aquel rally fue de novela. El público llenó el autódromo y festejó el podio de “Lole”, que lució una sonrisa fantástica, con una corona de laureles en su cuello.

No fue esa la última vez que “Lole” vino a estas tierras por deporte. En 1992, cuando la provincia recuperó la fecha del Rally Mundial, vino como veedor, como espectador, y como amigo. Ante su sola presencia, respeto y admiración. Esa que hoy aflora a borbotones por una carrera en el automovilismo que perdurará a través de los tiempos.

Datos relevantes

Santafesino.- Nació en Nelson, el 12/4/1942, hijo de Enrique Reutemann y Flora Molina.

Inicios.- Debutó en 1965 en La Cumbre (Córdoba), con Fiat 1.500, en Turismo Mejorado. Su primer triunfo: 11/7/65, en Villa Carlos Paz. Fue campeón en 1966/67 en el Turismo Standard, corrió en TC con Ford Falcon y con el Huayra Pronello-Ford.

En Europa.- Hizo pruebas de la F-2 y F-1 entre 1968 y 1972. Mundial Sport Prototipos en 1973.

En la máxima.- En 1971, corrió por primera vez en Buenos Aires, en carrera no puntuable. Con McLaren Cosworth fue 3°. El debut oficial fue en 1972 en Buenos Aires, con Brabham BT34-Cosworth. Logró la pole y terminó 7°. En F-1 corrió 10 temporadas (1972 a 1982) en cuatro marcas: Brabham (1972/76), Ferrari (1976/78), Lotus (1979) y Williams (1980/82).

Palmarés.- Disputó 146 competencias (dos sin puntos), con 12 victorias (entre ellas, Mónaco y Nürburgring), 46 podios, seis poles y seis récords de vuelta. Se retiró en 1982 en Interlagos. Subcampeón en 1981, perdió el título en Las Vegas por un punto a manos del brasileño Nelson Piquet.

Golpe.- En 1974 en Buenos Aires, con Brabham, venía ganando, se le desprendió la toma dinámica, que lo dejó sin combustible sobre el final.

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