El socavón que amenazaba tragarse viviendas se transformó en un extenso canal revestido

El socavón que amenazaba tragarse viviendas se transformó en un extenso canal revestido

 LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL

En la Colonia 14 de Santa Ana, también conocida como Villa del Carmen, la gente recuperó la tranquilidad luego de un par de años de desasosiego y zozobra. Un enorme socavón de 120 metros de largo, 10 de ancho y casi 10 de profundidad, mantenía en vilo a las 60 familias de la zona. Ahora el relieve es distinto en el lugar a partir de las obras que concluyó la comuna local. El pozo se abrió en el 2019 por la fuerza de una creciente que arrasó lo que encontró a su paso. La correntada se abrió paso por la calle principal del pueblo y por poco arrasa algunas casas. La de Lorena Farias, madre de cuatro niños, quedó casi al borde del inmenso foso. “No creo que mi vivienda hubiera soportado otra creciente, con el riesgo de terminar nosotros tragados por el socavón”, advirtió a LA GACETA.

Lorena ahora está feliz al ver concluido el complicado trabajo que ejecutaron trabajadores de la comuna y que contempló el achicamiento y encofrado de la acequia con mallas de hierro y cemento, la colocación de gaviones, de muros de contención y la pavimentación de la calle por donde bajan las aguas desde el cerro. Se prevé que así el agua tendrá mejor y rápido escurrimiento, diluyendo las amenazas de nuevos socavones. La casa de los Farías, como el edificio de la Escuela 288, de la capilla Virgen del Carmen y de otros vecinos, se muestran resguardados por la obra que, según explicó Diego Delgado (encargado de obras públicas), demandó la utilización de unos 120 camiones con piedras y cerca de 2.000 bolsas de cemento. Trabajaron 25 operarios. “A la obra la finalizamos en seis meses. Se trabajó contra reloj porque había que llegar antes de la época estival. En esto hay que reconocer la enorme voluntad y esfuerzo del personal de la comuna que le respondió plenamente al comisionado comunal Diego Reales”, expuso Delgado.

El Ministerio del Interior brindó los recursos y el esquema de trabajo que fue mejorado en función a las observaciones hechas por los técnicos locales. El socavón se ha convertido ahora en un canal revestido de cemento y amurallado. “El agua se direccionó hacia el canal principal, el que tiene salida en el arroyo Matazambi. Se trabajó sin tregua y en plena pandemia. Los vecinos nos colaboraron enormemente asistiendo a los obreros con líquidos y algunos alimentos sencillos”, apuntó el funcionario. Lorena contó que fue en el verano del año pasado el último susto que sufrió su familia a causa de las crecientes que agigantaban el socavón. “Todos quedamos traumados. Y vivíamos con el Jesús en la boca cada vez que llovía. Mis hijos lloraban por miedo al agua. Una noche llegó una inundación y no teníamos por donde escapar. Lo único que nos quedó con mi esposo fue rezar en medio del llanto de los chicos hasta que todo pasó por suerte”, recordó.

Cuando salió afuera se dio con que el socavón se había ensanchado hasta el patio de su casa. Doña Beatriz Salina reconoció que ahora todos viven con menos desasosiego durante el verano. Pero advirtió que hasta tanto no se frene la tala indiscriminada en el pedemonte, los riesgos de aludes o crecientes descontroladas seguirán latentes. El comisionado comunal Reales reconoció el drama que representa la depredación de los bosques de la zona. Aseguró que la comuna está tomando medidas concretas en ese sentido al recuperar extensos terrenos desmontados con fines de plantar citrus y caña de azúcar. El objetivo ahora es reforestar.

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