Tucumán, con la tasa de desempleo más alta en 17 años

Se trata de 58.000 personas sin trabajo; el triple de las existentes al inicio de la gestión del gobernador, Juan Manzur, en 2015, y casi la mitad de los empleados públicos de la provincia.

LA GACETA / ARCHIVO. LA GACETA / ARCHIVO.

El golpe estadístico ha sido demasiado duro. El gran Tucumán-Tafí Viejo es el segundo aglomerado urbano de la Argentina con mayor nivel de desocupación (sólo superado por Córdoba, con un 14,8%).

Y eso no sólo obedece a una cuestión estacional, ya que -históricamente- el primer trimestre de cada año suele ser muy poco demandante de empleos. Es la consecuencia del duro cóctel que ha significado la acumulación de períodos recesivos y los efectos de la pandemia en la actividad privada.

Un dato del 14,4% de desempleo, como el difundido hoy por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), no se registraba en el distrito desde hace 17 años, con un mismo porcentaje al tercer trimestre de 2004 y cuando el país comenzaba a mostrar signos de haber dejado atrás la debacle de fines de 2001.

Lo que que agrava el escenario es que el ejército de desocupados ahora está integrado por 58.000 personas, el triple del nivel existente al inicio de la gestión del gobernador, Juan Manzur, en 2015, y casi el equivalente a la mitad de los empleados públicos registrados por Tucumán en el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA).

No hay posibilidades de ampliar el plantel estatal porque, sencillamente, no alcanza el presupuesto para generar más trabajo. Por esa razón, el gobernador intenta que las obras públicas arranquen cuanto antes para que, al tercer trimestre de este año, cuando la Argentina esté en pleno proceso electoral, la situación socioeconómica se modifique. Y se perciba en las estadísticas públicas.

Hay dos cuestiones que el Estado y los privados, corresponsables de este agudo cuadro social, no deben perder de vista.

-La constante generación de empleos en negro en una economía en el que un tercio de su actividad (si no ha crecido esa proporción durante la cuarentena obligatoria del año pasado) no está registrada. No debería sorprender a nadie que las tasa de asalariados sin descuentos jubilatorios (término técnico con el que se designa al trabajo en negro) alcance definitivamente a uno de cada dos empleados. Esa medición no es más fina y no se conocen cifras más certeras porque la pandemia no permite a los censistas realizar el trabajo de campo. Pero si esa tasa es de un 50%, los trabajadores en negro constituirían la segunda fuerza laboral de la provincial (en el sector privado se desempeñan 155.000 personas registradas).

-La otra cuestión está relacionada con la falta de oportunidades para los más jóvenes. La última vez que pudo medirse el impacto del desempleo en la franja etaria de hasta 29 años, dio como resultado un 26% de expulsión de jóvenes del mercado laboral, cuando el índice general era de unl 10,4%.

Este panorama deja un duro escollo que deberán resolver los sectores público y privado, porque si no hay empleo, no habrá ingresos. Y si no hay ingresos, la pobreza seguirá creciendo, por encima de un 43,5%, según el último dato oficial al cierre del pandémico año pasado.

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