TINELLI. ARCHIVO
“Siento que vos tenés que hacer televisión”, le dijo su mentor, Juan Alberto Badía, y Marcelo Tinelli dejó la radio hace ya muchos años. Desde entonces la TV no volvió a ser la misma.
En los años 90 Videomatch impuso personajes, bloopers, humoradas y cámaras ocultas. Después, con Ritmo de la Noche, Tinelli se afianzó con peso en la pantalla chica argentina.
Humoristas, comediantes y presentadores consagrados hicieron sus primeras armas en la arrasadora tele de la medianoche. Entre ellos, Pachu Peña, Pablo Granados, Freddy Villarreal, Diego Pérez, Diego Korol, José María Listorti y Mariano Iúdica.
Con la creación de la productora Ideas del Sur, más tarde LaFlia Contenidos, llegaron formatos como Cantando por un Sueño, Patinando por un Sueño y Bailando por un Sueño Este último fue el más mediático, y de allí surgieron oleadas de personajes que integran la televisión actual.
El negocio del show
Este año, tras muchos meses de ausencia en la pantalla, Tinelli reapareció en la conducción al frente de ShowMatch-La Academia, de lunes a viernes en un prime time anticipado para ganarle a la competencia.
Nuevamente hay parejas de famosos que bailan, que hacen acrobacias o imitaciones, y que son juzgados por otros famosos. Al show siempre lo envuelven los dimes y diretes, la previa y la posterior entre juzgados y jueces, el verdadero drama del reality show, corregido y aumentado en otros programas, en redes y a toda hora.
Cada viernes, el programa cambia de carácter al humor político, con imitadores y comediantes entre los cuales se cuentan algunos de los humoristas primigenios del Universo Tinelli. Además de la dudosa vuelta de los viejos archiconocidos, el megashow empezó la temporada envuelto en polémicas por el cero protocolo sanitario con multitudes en el set, con lamentables contagios de covid y hasta con demandas legales.
La cocina del show
ShowMatch-La Academia vino a plantar bandera desde ElTrece frente al tanque de la competencia, Masterchef Celebrity 2 dueño de las noches de Telefe.
DEL MORO. Al frente del hitazo del año en Telefe.
Aunque con diferencia horaria, se sabía que se enfrentaría a un reality show que llevaba meses (desde su primera edición, en 2020) cómodamente instalado en la pantalla rival como uno de los programas más vistos del aire.
La franquicia, exitosa en el mundo, vino a replicarse fiel a sí misma. En esta segunda temporada tampoco importa si se ve poco o nada cómo preparan los platos los 16 famosos. Importan la producción, muy eficiente, un casting que garantiza variedad de audiencia y un jurado que ha ido afianzándose en roles respectivos.
Se instala clima de thriller, donde se mezclan tensión, angustia, llantos y risas, reforzados por música al tono. Y ante todo, edición que mire por el rabillo del ojo si algún participante alza una preparación del piso y luego la sirve al jurado sin hesitar.
Finales abiertos
La segunda edición del reality de las hornallas está en la recta final: se prevé que el lunes 21 se elegirá el mejor cocinero, y ya se ve venir la tercera temporada.
No es para menos. La producción de Boxfish TV se recuesta en sus altos ratings de antes de la llegada de ShowMatch, refrendados en los 20 puntos (un mundo en términos de audiencia) de diferencia que le sacó sólo esta semana.
¿Qué hará el astuto y antiguo Rey de la TV vernácula? ¿Se mantendrá en su loop, fiel a su creación de los 90? ¿Se dejará vencer por dudosos talentos culinarios? Y la audiencia mayoritaria, ¿cuánto tiempo más optará por los dramas entre ollas y sartenes? ¿Qué pasará cuando vuelva la ficción al horario central?








