El temor a la última cama vacía se refleja en Concepción

El temor a la última cama vacía se refleja en Concepción

Los casos de Covid aumentan y desde el Siprosa organizan megaoperativos de testeos para tener registros claros sobre la realidad en el interior.

VIVIR EN TENSIÓN. Así están los profesionales de la salud en el sur a raíz de la multiplicación de los casos y la aparición de variantes más agresivas.  VIVIR EN TENSIÓN. Así están los profesionales de la salud en el sur a raíz de la multiplicación de los casos y la aparición de variantes más agresivas.

Sábado, 9.30 de la mañana. En la puerta del Hospital Miguel Belascuain, en Concepción, hay gente que espera ser hisopada en los consultorios febriles. Forman una fila, que con el correr de las horas se hace más extensa. A esa hora la ciudad parece estar despertando de a poco.

En la vereda del frente, un café abre sus puertas y algunos vecinos se acomodan para desayunar. Leen el diario y conversan. Hasta el último fin de semana las medidas adoptadas por la provincia en la resolución emitida por el COE prohibían la apertura de locales gastronómicos y la atención de clientes en su interior, pero eso no parece ser un impedimento para que funcione con normalidad.

De pronto una ambulancia llega rauda a la guardia del Hospital Regional. La sirena se apaga cuando detiene la marcha en la guardia Covid. Del interior bajan los médicos trasladando a un hombre de 44 años en estado grave. Rápidamente lo ingresan y queda internado en las salas críticas con un cuadro grave de coronavirus.

Adrián Nieva ocupa la última cama en la guardia Covid. Y eso, en época de pandemia es tener suerte.

A Mónica, su mujer, en cambio, le tocó esperar durante cuatro horas. Conectada a un tubo de oxígeno y sentada en uno de los pasillos del hospital nos contó que se sentía muerta en vida. “Esto no es broma. Cúidense. Tengo mucho miedo”, dice casi sin poder hablar mientras los médicos la controlan. A ella le cuesta respirar y siente que la cabeza le explota. Tres días antes habían estado en el hospital donde les dieron el resultado positivo de su hisopado y los mandaron de regreso a casa a cumplir con el aislamiento indicado.

Aunque pensaron que podían recuperarse rápidamente, el cuadro de ambos se agravó a los pocos días y, esa mañana de sábado, despertaron sintiéndose ahogados. “Tenemos diez camas en el servicio. Quedaba una disponible y acaba de ser ocupada por un paciente de Concepción. A esta hora estamos en el hospital con todas las camas cubiertas”, dice el Jefe de Enfermería del Hospital, Ricardo Castillo.

“Justo a tiempo”

Afuera, Teresa Bulacio espera noticias de su hijo. Cuenta que se enteró cuando estaba en su trabajo. “No estaba saturando bien y hubo que llamar a emergencias. Yo me fui de casa y él dormía. Llegamos justo a tiempo, nos dijeron los médicos, sino quizá no contamos el cuento”, resume.

Nieva y su mujer son tucumanos aunque llegaron a la provincia hace un mes desde Río Gallegos, donde él trabaja como docente. Tenían que realizarse chequeos médicos pero se contagiaron de covid. Como las suyas, hay muchas historias que se repiten a diario en toda la provincia.

El giro de cama en el Hospital de Concepción es veloz y la ocupación se completa cada una o dos horas. “Si el paciente tiene obra social tratamos de derivarlo al sector privado, pero estamos continuamente liberando espacio e ingresando pacientes nuevos”, resume Castillo. Sin ir más lejos, ayer por la tarde, cuatro ambulancias esperaban en la puerta mientras los médicos esperaban para definir los traslados.

Rodolfo Cecanti, director del Hospital, explicó que el porcentaje de ocupación se mueve entre el 85% y más del 90%. El sistema privado de salud, por otra parte, busca sostén en el público. De hecho ese sábado había 13 pacientes de obras sociales internados. “Cuando hay saturación del sector privado es el público el que hace el soporte hemodinámico hasta que pueden conseguir camas en sanatorios. Interpreto por lo tanto, que los sanatorios están saturados porque los pacientes que llegan aquí lo hacen ante la negativa de poderse internar en ese sector”, aclara el médico.

Variantes agresivas

En el mismo sentido, Luis Medina Ruiz, secretario Ejecutivo Médico del Siprosa insiste en que la tensión es enorme y que es necesario evitar el momento en que no haya camas libres. Por eso, repite una y otra vez: “Tenemos que cuidarnos. Hoy el sur está en problemas y hay variantes muy agresivas en circulación”. Así como Mónica esperó por una cama, hay pacientes que deben buscar y llamar a más de un hospital para encontrar lugar de internación. “Una cosa es vivirlo y otra contarlo” dice Adriana Bueno, médica infectóloga y Jefa del Servicio de Clínica del Regional. “La gente muchas veces nos pide que los saquemos de ahí y los acostemos, pero tenemos que tener dónde. Es muy grave todo esto”, cuenta.

Medina Ruiz asegura que trabajan como sistema y que el paciente nunca deja de tener respuestas. “A veces es atendido en un shock room pero en todo momento hay asistencia previa. No podemos permitirnos que un paciente esté esperando en una silla. Es horrible. No queremos llegar a eso”, menciona aunque explica que puede pasar que alguien deba esperar sentado pero depende de la condición del paciente. “En esos casos se evalúa el estado general, el nivel de saturación de oxígeno y la frecuencia cardíaca mientras se busca el lugar adecuado para él”.

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