¿Por qué la presencialidad escolar es esencial?

¿Por qué la presencialidad escolar es esencial?

Un informe de una fundación explica las razones para volver a las clases en las escuelas.

DATOS OFICIALES. Las aulas podrían prolongar su soledad, pese a que ni el 1 % de los alumnos se ha contagiado. LA GACETA DATOS OFICIALES. Las aulas podrían prolongar su soledad, pese a que ni el 1 % de los alumnos se ha contagiado. LA GACETA

La decisión de cerrar las escuelas en el marco de la pandemia que se declaró en marzo de 2020, y que afectó a más de 10 millones de estudiantes de la educación obligatoria a nivel nacional, ha causado consecuencias negativas que han sido aún mayores para aquellos en contextos de bajo nivel socio económico. Existe una gran cantidad de evidencia internacional y local que así lo demuestra, y que refuerza la necesidad de priorizar la vuelta a las clases presenciales, según la economista de la Fundación Federalismo y Libertad, María José Romano Boscarino.

La especialista señala que se ha demostrado alrededor del mundo que la suspensión de clases presenciales tiene un impacto negativo tanto coyuntural como a largo plazo, y tanto en la dimensión individual como social en general. Esto resulta de la pérdida de aprendizajes, el deterioro de la salud física y emocional de los estudiantes, el abandono y menores posibilidades futuras de progreso, y de la profundización de las desigualdades en el acceso a un derecho universal como lo es la educación.

"En el caso de Tucumán, previo a la pandemia las deudas sociales y educativas ya castigaban a la sociedad, con tasas de abandono por encima del promedio nacional, bajos rendimientos que habían dejado al descubierto la deficiente calidad educativa y aprendizajes de nuestros estudiantes, inconvenientes asociados a la conectividad y acceso a las tecnologías, siendo además una provincia atravesada por altos niveles de vulnerabilidad socioeconómica", puntualiza la Magister en Políticas Publicas por la Universidad Torcuato Di Tella. 

Si a eso sumamos el efecto de la cuarentena que incluyó el cierre de las escuelas, "queda claro que el contexto actual requiere más que redoblar los esfuerzos y entender la gravedad de la situación para actuar en consecuencia", acota. Por esa razón, precisa que es necesario utilizar la información disponible y generar evidencia local para gobernar en base a ella, con la firme convicción de que las escuelas son lo último que debe cerrarse en caso de que la situación epidemiológica lo justifique. 

"Sostener la presencialidad de manera cuidada y discutir e implementar medidas efectivas para mitigar las inequidades existentes, a la vez que repensamos el sistema educativo, debe ser una prioridad. ¿O acaso no queremos que nuestros chicos tengan la posibilidad de salir de la pobreza? ¿de acceder a un empleo calificado? ¿de emprender? ¿de contar con un salario que les permita sostenerse? ¿de tener mejores oportunidades para vivir dignamente? La responsabilidad y el compromiso es con el presente y con el futuro", plantea.

Según datos oficiales relevados por el Ministerio de Educación Nacional en la plataforma oficial “Cuidar Escuelas”, a abril de este año, solo el 1,03% de directivos, docentes y auxiliares se contagiaron de Covid-19 en los establecimientos educativos, desde que se retomó la actividad presencial. Entre los estudiantes, el porcentaje de casos positivos fue 0,16%. 

En Tucumán recientemente se lanzó el Centro de Monitoreo Situación Covid 19, a través del cual se debería contar con información actualizada sobre cómo evolucionan los contagios en las escuelas, y hasta ahora, según expresiones del propio ministro Juan Pablo Litchmajer, también se evidenció un muy bajo nivel de contagio, indicó Romano Boscarino.

"Cuando la reapertura de las escuelas se realiza de manera cuidada, existe evidencia significativa para afirmar que no constituyen un foco de contagio. Los riesgos son muy bajos en comparación con las pérdidas que genera la suspensión de clases presenciales", subraya. 

Las medidas de confinamiento han traído aparejadas distintas implicancias físicas, mentales y sociales en niños y adolescentes, pero más aún en aquellos que viven en condiciones de hacinamiento por un período prolongado. En el documento “La educación en tiempos de la pandemia de COVID-19” de CEPAL/UNESCO (2020), se expone la importante relación que existe entre las privaciones en el contexto habitacional y la vulneración de otros derechos de la infancia. 

El hacinamiento repercute en el desarrollo cognitivo de niños y adolescentes y las trayectorias laborales y de bienestar posteriores, a la vez que favorecen una mayor propensión a situaciones de abuso. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), para el primer semestre de 2020, en Argentina el 2,4% de los hogares se encontraba en una situación de hacinamiento crítico (aquellos en los que habitan más de tres personas por cuarto), lo cual involucra al 4,7% de las personas. 

Esto significa que vivían en estas condiciones 227.000 hogares compuestos por 1.349.000 personas. Estos datos se han mantenido en el tiempo y varían de provincia a provincia asociados a la evolución de los indicadores de pobreza e indigencia que, como es sabido, se han agravado en el último tiempo. Para Tucumán no existe información pública específica actualizada. Los datos publicados corresponden al último censo de 2010, agrega.

La economista sostiene que el aumento del abandono a causa del cierre de las escuelas se vive aún más dramáticamente en los distritos con alta vulnerabilidad económica y social. Estimaciones realizadas por Agustín Claus, investigador de FLACSO a nivel país, indican que de mínima más de 1,5 millón de estudiantes en la educación común, es decir, un 13% de estudiantes en los tres niveles obligatorios (inicial, primaria y secundaria) y en el superior no universitario, se habrían desvinculado del sistema educativo. 

"Esto implica que el abandono se habría triplicado a raíz de la pandemia. En Tucumán no existe información pública al respecto, aunque se han anunciado programas para mitigar el abandono, de los que no se conocen hasta el momento resultados. Esto ocurre en una provincia con más del 40% de la población en la pobreza, y más del 50% en menores de 14 años", expone.

Con la virtualidad como medida elegida para dar continuidad educativa a los estudiantes en el contexto de cuarentena, quedó expuesta la fuerte brecha digital que manifiesta la inequidad en el acceso a la educación. En este sentido, según un informe realizado por el Observatorio de Argentinos por la Educación, en Tucumán el porcentaje de hogares con acceso a Internet fijo al cuarto trimestre de 2019, era de 47,7%, muy por debajo del dato a nivel nacional de casi 63%, dice el reporte de la economista para la Fundación Federalismo y Libertad. 

Asimismo, con el uso de datos relevados por las pruebas APRENDER, el informe puntualiza que particularmente para el último año del nivel primario, el porcentaje de estudiantes sin conectividad a Internet en su hogar en 2018 era del 28,7% y para el último año del nivel secundario en 2017 ese porcentaje era del 24,7%. Estos datos agravan más la realidad si tenemos en cuenta que contar con acceso a Internet no es sinónimo de estar conectados. Nos encontramos con estudiantes que no disponen de dispositivos, con quienes deben compartirlos con el grupo familiar, con quienes no cuentan con buena calidad de conectividad, o con una combinación de las situaciones mencionadas.

A su criterio, lo planteado queda expuesto en el Informe Preliminar de la “Evaluación Nacional del Proceso de Continuidad Pedagógica” realizada por el Ministerio de Educación de la Nación en 2020, donde docentes encuestados a lo largo del país señalaron que sólo el 57% de los estudiantes lograron tener una participación activa en las actividades propuestas. 

Este mismo informe además da cuenta de que tampoco los educadores cuentan con los recursos necesarios para la enseñanza en la virtualidad. De hecho, sólo un tercio de los encuestados a nivel país declaró contar con una computadora que puede usar de manera exclusiva, sin necesidad de compartirla con otras personas en el hogar.

Según el estudio “Los costos y la respuesta ante el impacto de la pandemia de COVID-19 en el sector educativo de América Latina y el Caribe”, del Banco Mundial, “la pobreza de aprendizaje al final de la educación primaria podría aumentar en más del 20%. Más de dos de cada tres estudiantes de educación secundaria podrían caer por debajo de los niveles mínimos de rendimiento esperados, y las pérdidas de aprendizaje serán sustancialmente mayores para los estudiantes más desfavorecidos”.

Además, una investigación publicada por el Banco Mundial en 2020 manifiesta que un cierre escolar de siete meses podría traer aparejada la pérdida equivalente a 0,9 años de enseñanza escolar en comparación con un escenario de base, sin interrupción de clases presenciales. Si a ello sumamos que el punto de partida de Tucumán era deficitario, con bajos resultados evidenciados por ejemplo por las pruebas APRENDER, es esperable que la situación atravesada empeore a la luz de todos los puntos mencionados anteriormente. 

A 2019, dicho dispositivo de evaluación nacional ya exponía que, de los estudiantes del último año del secundario de los establecimientos de gestión estatal evaluados en Lengua y en Matemáticas, el porcentaje de aquellos por debajo del nivel básico llegaba a un 29,3% y un 63,5% respectivamente.

Romano Boscarino enfatiza que también es importante dimensionar el efecto nocivo en el futuro económico y laboral de los estudiantes producto de la pérdida o disminución de los aprendizajes. 

"Para demostrarlo, es posible tomar el estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cornell, publicado en octubre de 2017 por el Cedlas para Argentina, que analiza las consecuencias de la pérdida de clases por paros docentes. El mismo concluye que la exposición a una pérdida promedio de 88 días de clase durante el ciclo primario, reduce los ingresos anuales de los afectados en un 2,99% hacia los 30 años y en un 2,22% hacia los 40 años", argumenta.

Además, se encontró evidencia de una disminución en los salarios por hora, un aumento del desempleo, un aumento de la probabilidad de no encontrar trabajo o no proseguir los estudios y una declinación en los niveles de habilidad de las ocupaciones elegidas. Estos resultados, están asociados a una reducción de los logros educativos y tienen además efectos intergeneracionales “significativos”. Extrapolar estos resultados a lo ocurrido en Argentina en 2020 permitiría avizorar las consecuencias del cierre de las escuelas, con clases virtuales al alcance de una parte de la población, y una gran cantidad de chicos directamente desconectados del vínculo pedagógico, finaliza Romano Boscarino.

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