De Blancanieves a los chistes en redes: ¿cómo operan los micromachismos?

Los pedidos de censura y críticas online hacia contenidos de consumo que muestran escenas machistas se han vuelto una constante. Discusiones, aproximaciones feministas y la “generación de cristal”.

UN BESO CONTROVERSIAL. La polémica gira en torno de la falta de consentimiento por parte de Blancanieves. UN BESO CONTROVERSIAL. La polémica gira en torno de la falta de consentimiento por parte de Blancanieves.
Guadalupe Norte
Por Guadalupe Norte 24 Mayo 2021

En la caza de lo “políticamente correcto” nada se salva, ni siquiera los personajes animados. A principios de mes, las redes sociales encendieron la polémica por el machismo que reproduce Disney en sus películas clásicas de princesas.

Luego de cerrar debido a la pandemia, el parque temático Disneyland Resort (Estados Unidos) volvió a abrir sus puertas con algunas modificaciones en sus atracciones.

El punto de conflicto fue un show de “Blancanieves y los siete enanitos”, en el que la protagonista (dormida por la maldición de una bruja) recibía un beso no consensuado por parte del príncipe.

¿Hay límites sobre los cuales poner la lupa? ¿Por qué ahora nos incomodan cosas que antes dejábamos pasar? “Gracias a los avances legales y sociales en materia de género de estos últimos cinco años, hay países que empezaron a replantear los contenidos que ofrecen por el atraso de sus mensajes. De a poco, va creciendo una mayor sensibilidad a ciertos discursos machistas y poco inclusivos. Ya sea rechazando los estereotipos de mujer de 'La sirenita' y 'La Cenicienta' o las publicidades y menosprecios en las charlas diarias”, reflexiona la socióloga Alejandra Rodríguez Galve.

Para la profesional, hacer estos planteos sobre filmes clásicos y productos que consumimos en otras épocas es saludable, dado que muestra los contrastes y avances hacia la equidad.

Sin embargo, reclamar con furiosos tweets el cierre de espectáculos o la censura de escenas no es la solución.

“El revisionismo de los discursos por parte de la población está en auge. Lo malo es que para remediarlo se instauró la idea de que debemos recurrir a la cancelación, lo prohibitivo o lo descalificativo. Esto nos posiciona en un extremo donde criticamos perpetuamente al pasado y no nos damos cuenta de combatir mensajes actuales igual de nocivos para los infantes y adolescentes”, comenta el sociólogo Francisco Huerto.

Según Rodríguez Galve antes de increpar a Blancanieves por creer que su realización personal es formar una familia o cocinar, hay que pensar en el paso de los años y los cambios en la historia.

“Cada película tiene un contexto sociocultural de producción. Estas narraciones (y mucho del material infantil que aún circula en nuestras casas) data del siglo XVII. Así que no hay posibilidades de que concuerde con lo que pensamos y aspiramos las mujeres (y la sociedad en general) en la actualidad. Antes que preocuparnos por las princesas y el machismo de Disney es importante pedir por los derechos de las personas de carne y hueso”, acota.

En los videos y redes

Con nuestra eterna presencia el internet, hay muchos micromachismos (acciones o comentarios naturalizados destinados a perpetúa esquemas de desigualdad y sometimiento) que se reproducen en las redes sociales. Algunos se esconden detrás de los memes, los challenges en pareja y los videos de TikTok.

“Con la pandemia hubo bastantes modificaciones vinculares en los hogares y se potenciaron formas de entretenimiento digitales como retos o desafíos virales. Esto fue un buen recurso para divertirnos, pero también mostró el machismo de algunas prácticas y la violencia simbólica que hay contra la mujer”, advierte Huerto.

Por ejemplo, con los chistes sobre las familias y el trabajo de “amo de casa” o los antes y después de las parejas (sin maquillar, excedidas de peso y con celulitis). “El humor no deja de ser un medio para transmitir ideologías y estereotipos. En este año, se vio muchas bromas pesadas que tenían de punto a las mujeres y algunos desafíos que las dejaban mal paradas o hacían burlas sexistas. Hace cinco meses, en Instagram se popularizó uno en donde la mujer era tomada -por sorpresa- por el cuello mientras sonaba la canción 'I see red'”, agrega el sociólogo.

El repudio más reciente fue al conductor José María Listorti, que hizo un sketch en el que su esposa intentaba comunicarse con él y a cambio prendía un electrodoméstico para no escucharla. “Qué suerte que tengo una licuadora”, titulaba el microvideo.

De Blancanieves a los chistes en redes: ¿cómo operan los micromachismos?

Otro caso que caldeó Twitter fue -en marzo- la broma que Maxi López le hizo a Daniela Christiansson. Emulando un viral de TikTok, el futbolista llenó una botella con agua y la vació encima de su novia. Sumado a que rompió entre risas un huevo en la cabeza de la modelo y huyó.

Sensibilidad extrema

En la ida y vuelta de publicaciones relacionadas a peticiones o proyectos con tinte de género es usual encontrar comentarios en los cuales se tilden las medidas como “innecesarias” o a sus simpatizantes de “exagerados”.

En otras, se alude a ser parte de la generación de cristal: un término -en este caso despectivo- para hablar de gente hipersensible, que desea combatir cada pequeño detalle y que se siente ofendida por todo.

“Es curioso porque esta categoría alude de antemano a quienes nacieron a partir de 2000, pero de a poco se fue posicionando como algo negativo propio de las generaciones de jóvenes actuales. De forma errada, los foristas (sobre todo cibernautas mayores de 35) suelen usarlo para desvalorizar lo que ocurre y menospreciar las protestas que se llevan adelante. El mensaje que transmiten es que ser sensibles e inclusivos está mal y que hay reclamos que son válidos y otros que no valen la pena”, explica la psicóloga Marisa García.

En la lista de temas peliagudos figuran el lenguaje inclusivo, el cupo trans en áreas laborales, la gestión menstrual, la implementación de la Educación Sexual Integral, el acoso callejero y las denigraciones y escraches en la web.

“Pensar que debe importarnos al mismo grado la situación de Blancanieves y las violaciones que ocurren en Argentina es una tontería. Es lógico que exista un orden de prioridades para todo, pero lo cierto es que esta clase de noticias pegan más porque llaman a la disputa. Además y no requieren de un aval académico o grandes datos informativos para ser criticadas. Quejarse de cualquier cosa es fácil, lo difícil es lograr cambios. Además, la realidad es que en nuestro país hay permanentes violencia y cosificación de la mujer en los productos culturales que consumimos (por la televisión o los medios de comunicación) y en el universo digital”, lamenta García.

En un informe realizado por Amnistía Internacional en 2019, el movimiento registró que una de cada tres argentinas sufrió violencia en alguna plataforma digital. El 60% fue por recibir mensajes misóginos o sexuales en las redes sociales. Un 34% de las encuestadas afirmó haber recibido comentarios abusivos y un 26% dijo ser víctima de amenazas directas o indirectas de violencia psicológica y sexual. Por último, el 12 % de las afectadas comentó que fue blanco de bromas o humillaciones “chistosas” en línea.

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