Raúl Armisén: "una condena sería ridícula, sería que no funciona la Justicia"

Raúl Armisén: "una condena sería ridícula, sería que no funciona la Justicia"

El director del Teatro Mercedes Sosa recorrió su trayectoria durante un reportaje a agenda abierta, en el que habló del caso Sergio Denis y del impacto que le produjo. Tucumano por adopción desde hace casi 40 años, se definió como “un sobreviviente” amante de los desafíos, como los que le fue deparando el paso por los medios públicos.

En 2022 Raúl Armisen cumplirá 40 años de ciudadanía tucumana. Desde Buenos Aires llegó decidido a encontrar su lugar en el mundo y de la actividad comercial saltó a una figuración en los medios atada, innegablemente, a la herencia familiar. “La otra pregunta” indagó en su historia, en su recorrido artístico y en su paso por la función pública, del que rescata alegrías y sinsabores. Además se permitió hablar extensamente sobre el caso Sergio Denis, un tema sobre el que suele guardar silencio. Estos son algunos pasajes de la entrevista realizada en LG Play, que puede apreciarse completa en todas las plataformas de LA GACETA.

- ¿Quién es Raúl Armisen?

- Me defino como un sobreviviente. Voy enfrentando la vida y encontrando caminos. Soy lo que el momento necesita que sea. He tenido que hacer de todo: he sido empleado administrativo, he sido vendedor, me ha tocado dirigir espacios... He tenido que vender cápsulas magnéticas y púas en la calle con una valijita; estuve en un comercio vendiendo equipos de audio. Me he tenido que construir permanentemente. Y he estudiado diferentes cosas que a la larga me han servido. Llegué a tercer año de Economía en la Universidad Católica Argentina y me dije “yo no tengo nada que ver con esto”. Quise estudiar Psicología y dejé; terminé estudiando Psicología Social y Cine en la Escuela de Avellaneda. Digamos que fue una formación de muchas cosas. Y sobre todo he tenido la suerte de tener gerentes que me han enseñado mucho. El resultado de todo esto lo verán los demás; yo soy la suma de todas esas cosas, un sobreviviente.

- ¿Qué te representa conducir el teatro más importante del NOA?

- Es mucha suerte. Yo termino haciendo lo mismo que hacía mi padre. Él fue director técnico del Teatro San Martín en Buenos Aires y director general del Teatro Alvear. Curiosamente, también trabajé un período con él y uno de mis hijos lo hace conmigo. Esas cosas me emocionan mucho, como que la vida me ha puesto acá para repetir una historia, un mismo camino que en algún momento intenté no seguir. Además está la responsabilidad de estar al frente de un teatro que construimos entre muchos, que se ha convertido en referente del NOA y es uno de los mejor equipados del país. Es hacer lo mejor que uno puede y devolverles a los tucumanos el orgullo de que sean tucumanos quienes lo están haciendo.

- ¿Qué es lo más gratificante?

- La función a sala llena, cuando la gente la está pasando bien. Yo entro y salgo de la sala y siento que la tarea está cumplida. Es raro que vea una pieza o un recital completos, porque estoy haciendo otras cosas: el bordereaux, si entró alguien tarde, si cerraron las puertas... Lo vivo de otra manera, no me pongo en espectador.

- ¿Y lo que menos te gusta?

- Los inconvenientes. Todo lo que se ha dicho del Teatro después del accidente de Sergio me pone muy mal, y yo tener que callarme la boca y no salir a defenderlo porque me parecía que no correspondía en ese momento.

- ¿Cómo venís pasando toda esta etapa? ¿Cómo lo manejás?

- Lo vivo mal, es horrible para mí, sobre todo porque no quiero hablar. Dicen muchas cosas y yo lo que digo, y hasta ahí llego por respeto, es que fue un accidente. No doy más detalles, el resto está en la Justicia y es la que tiene que aclarar todo. Yo estoy al frente del Teatro y el Teatro está como debe estar.

- No es fácil manejar todo lo que se dice en las redes sociales.

- Me duele mucho. Dicen cualquier salvajada. No respondo nada, pero es horrible. Recuerdo que la noche que sucedió lo de Sergio sale la noticia y empiezan los foristas a escribir. Mi hija, que tiene hoy 23 años, se puso a responder. Me trataban de asesino y cosas por el estilo, y vos sabés que cuando respondés das pie para que sigan, son unos enfermos los que escriben, dicen cualquier imbecilidad. No es sano. Me lo banco, no me gusta, me amarga porque no deja de ser una vida que uno le ha dedicado a esto sin cometer ninguna falta. Yo no he tenido problemas con la Justicia porque me empeñé en tener un camino recto, no hacer nada que no corresponda. Y te pasan estas cosas y dicen de todo de vos, y opinan.

- Te pasó con lo de Flavio Mendoza también...

- Todo estuvo mal contado, nada que ver, fue una nota con muy malas intenciones. Flavio comienza la obra diciendo “¡dónde está el dueño del teatro, qué pasa acá!”... Pero es que así empieza el texto. Y tomaron eso como que estaba protestando... Sí tuvo problemas técnicos, pero de él con su gente, no con el teatro. Nosotros se lo resolvimos, al extremo que se llevó cuatro chicos nuestros a Santiago del Estero para armar el show allá. Esas cosas uno las vive mal porque no dejan de amargarte. Yo entiendo que la gente puede no saber y por eso no respondo, pero es muy feo.

- ¿Te pasó por la cabeza decir “hasta acá llegué”?

- Alguien me dijo “¿por qué no renunciás?” Pero, ¿cómo voy a renunciar si fue un accidente? Y por las amarguras tampoco me voy a ir, en eso soy duro. La primera enseñanza sobre el comentario de los demás me la dio una maestra de jardín de infantes cuando mi hijo Mariano, que hoy tiene 36 años, tenía 4. Yo estaba haciendo televisión en ese momento, usaba pelo largo, arito, cadenita, pulserita... Viene Mariano y me cuenta: “dice la señorita que los hombres no usan pulserita, arito, cadenita”... Todo en ese orden. Y me pregunté: “¿por qué le dice esto a mi hijo?” Ahí entendí que mi trabajo me llevaba a convivir con la mirada del otro y que a veces no es la que uno quiere que sea.

- La causa judicial en el caso de Sergio Denis sigue. ¿Cómo imaginás la posibilidad de una condena?

- Sería ridículo, sería que no funciona la Justicia. Así te lo digo, porque no hay ningún motivo para una condena, ni al Teatro ni a mí. Realmente fue un accidente atribuible a otras razones que están en la causa. No te pueden juzgar porque el teatro tenga fosa y no esté tapada. No hay ley que te obligue a tapar la fosa. Estaba todo marcado, la pasarela es parte de una escenografía que tienen todos. Estaba viendo en el libro que acaba de editar Ricardo Salim una obra en la que usaban una pasarela que recorría toda la sala. Se usan esas cosas. En teatro trabajamos en altura y hay cosas que pueden pasar... Se cayó Joaquín Sabina de un escenario. No es una mala gestión mía, no es que construí un escenario con malos materiales y se desarmó. Nada que ver, al contrario; trabajamos con muchas seguridades porque soy neurótico para eso. Nos cuidamos mucho todos. Ahora con los barbijos tenés que ver, no nos permitimos ni juntarnos en el taller porque no hay buena ventilación.

- Fuiste director de Canal 10. ¿Con qué te encontrás hoy cuando lo mirás como un espectador más?

- Vamos a ser lo más elegantes posible. Me encuentro con caras amigas y con el trabajo que están haciendo. Quiero mucho a Canal 10, le di mucho delante de la cámara y después la vida me permitió estar conduciendo su destino. Hice lo mismo que he hecho en todos lados. Le doy mucha importancia a la técnica y me preocupé de equiparlo. Veo que, de pronto, se quedaron. Ustedes (LA GACETA TV) crecen porque la televisión abierta les permitió crecer, más allá del esfuerzo que ponen y el talento que tienen. Cuando tenés algo férreo, bien hecho, encaminado, es muy difícil que crezca alguien alrededor. Cuando empiezan a crecer es porque algo hay que pensar. Creo que tienen que pensar; yo no sé si lo hice en su momento. Hice lo posible por cambiar cosas.

- ¿Qué objetivo te quedó por cumplir en Canal 10?

- Desde el punto de vista técnico, el canal ya tendría que estar todo en HD y no lo está. Tendrán sus motivos, sus costos, sus razones. Yo lo respeto. Era mi sueño y estaba trabajando para eso cuando me tocó irme.

- La función pública está atada a responsabilidades y al escrutinio público. ¿Te arrepentís de haber dicho que sí a los ofrecimientos?

- Cuando miro para atrás digo “qué tonto que fui”, tendría que haber seguido en lo privado, donde me iba muy bien. Como funcionario ganás un sueldo, más allá de la fantasía que pueda tener el público, con el que podés vivir y nada más. En lo privado podés hacer mejor carrera. Quienes estaban conmigo en esa etapa en lo privado hoy están infinitamente mejor en lo económico. Lo privado rinde mucho más. Lo primero que acepté fue Radio Nacional porque sentí que podía aportar algo, y siempre me pasó lo mismo. Con Canal 10 era un desafío. Mi familia no está tan de acuerdo porque siempre he sacrificado lo económico en pos de tareas y cosas por el estilo. En fin, ya están resignados.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios