Los micromachismos que decimos todos

Los micromachismos que decimos todos

Aunque muchas veces de “micro” (pequeño, en griego) no tienen nada, se señala a los “micromachismos” como gestos que aparecen en conversaciones o situaciones diarias y que consolidan una visión estereotipada de los lugares que ocupan los hombres y mujeres en nuestra cultura. El hombre: emocionalmente fuerte y proveedor en lo económico y la mujer “de la casa”. Para muchas personas pueden ser etéreos pero para quienes iniciaron el camino de la deconstrucción de género no pasan desapercibidos y las alarmas se encienden al reconocerlos.

A vos, mujer: ¿te preguntaron alguna vez si vas a ponerte de novia pronto o a tener hijos porque ´se te está pasando el tren´? ¿Alabaron tu comida con un ´ya te podés casar´? En cambio vos, hombre: ¿recibiste alguna vez este tipo de comentarios dirigidos a tu persona? Los micromachismos se repiten en diálogos una y otra vez: “yo la ayudo en casa”, dice un varón a los amigos dando por sentado que las tareas domésticas son deber de la mujer. O más sutil: se queda sentado al finalizar el almuerzo dominguero porque quienes levantan la mesa y lavan los platos son las mujeres.

Frases como estas están presentes en diálogos cotidianos y sostienen la diferencia de roles de género y contribuyen a perpetuarlos. ¿Les preguntás a las mujeres con hijos cómo hacen para conjugar su vida profesional con la personal y a los hombres no? Será entonces, que asumís que las tareas del hogar y de cuidados son exclusivas de las mujeres. ¿Un “padrazo” es un papá que cambia pañales? Y a una mamá que hace lo mismo, ¿cómo la denominás?

Los micromachismos en realidad son actitudes totalmente machistas que replican hombres y mujeres porque es una cuestión sociocultural. Aunque, debemos decirlo, las mujeres están siendo más atentas a no caer en comentarios que retrasan como, por ejemplo, cuando desde las infancias cuando se asegura que alguien “corre o llora como una niña” (¡¿se sigue diciendo esto?!); se dividen a nenas y varones en colores rosa y azul o – peor- en animales y flores (¿o acaso una nena no puede usar una remera con dinosaurios?).

¿Crees que la lucha feminista, es exclusivamente de las mujeres? ¡Alerta, alerta, otro micromachismo! Solamente cuando hombres y mujeres estén dispuestos a transitar una reconstrucción social, la lucha estará saldada. Asumir que es solamente trabajo de las mujeres será cambiar solamente a la mitad de la sociedad y nuestra cultura.

Así, en cuestionar los roles y cómo los mencionamos, está el camino de la deconstrucción – reconstrucción social. Por eso, llegó el momento de hacerse cargo de las palabras con las cuales definimos a hombres y mujeres, especialmente cuando están en pareja y conforman una familia. Como la palabra todo lo construye, al repetir estas frases casi inconscientemente, perpetuamos el machismo y la violencia suavizada contra las mujeres.

¿Por qué al ingresar a una casa, ordenada y limpia, asumimos que el trabajo lo realizó una mujer? Tenemos una carga cultural y social muy fuerte que nos indicó, en los últimos cientos de años, cómo debe ser un hombre y una mujer. El Diario de España inauguró tiempo atrás una sección al respecto y recibió, durante dos años, correos electrónicos de sus lectoras describiendo los comentarios machistas que habían recibido. A modo de aniversario, realizaron un video (disponible en YouTube “¿No te ha pasado que...?) en donde un grupo de hombres reproducen diálogos que perpetúan la desigualdad y, viniendo de ellos, suenan hasta ridículos: “No te ha pasado que se te estropea el coche y vas al taller, le explicas lo que sucede y el mecánico le habla ´a ella´ y tu no comprendes por qué: el coche es tuyo pero le habla a ella”, dice un varón rudo y tatuado. Otro explica sorprendido: “Me preguntaron si no quería tener hijos porque se me estaba pasando el arroz. Me tomó por sorpresa el comentario. Ya me cansé de dar explicaciones porque no quiero tener hijos”.

Es que el reto es el siguiente: para desarmar los micromachismos que tenemos instalados en nuestro cerebro, la clave es dar vuelta el discurso y poner esas mismas frases y comentarios, en boca de los hombres. ¿Qué pasa si todos esos comentarios los dijese una mujer a un hombre: “¿Ayudás a tu esposo en la casa? ¿Te dejaron de “niñera” cuidando a los chicos?”.

Aunque cada vez se están desmontando más estos prejuicios machistas la mayoría de las veces, en los bares, le acercan la bebida con alcohol a él y también la cuenta para que pague. Algo que tampoco es justo para ellos ya que perpetúa la imagen del hombre proveedor, una mochila difícil de llevar en estos tiempos. Sin mencionar que muchas mujeres se sienten invisibles porque sus recomendaciones e ideas no son tomadas en serio en su trabajo o el mecánico o empleado bancario le explica algunas cuestiones legales a su compañero, con ella delante haciendo la consulta.

Por último, la hipersexualización de la mujer, también está incluida en el manual de los micromachismos. Esta focalización en resaltar los atributos físicos y sexuales por encima de cualquier otra cualidad que posea una mujer, es tema de análisis para otro momento.

La buena noticia es que si estas frases te están haciendo ruido ahora, quiere decir que estamos empezando a deconstruirnos y a construir nuevas formas sociales. Porque los nenes no deben vestir de azul ni ser súper héroes y las nenas no deben disfrazarse de princesas rosas para agradar. Si logramos allanar esta grieta, los desafíos para las próximas generaciones serán superadores.

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