La UNT despidió con pesar al arqueólogo Luis Monti

La UNT despidió con pesar al arqueólogo Luis Monti

11 Mayo 2021

Honda tristeza generó en el ámbito de la Universidad Nacional de Tucumán el prematuro adiós del arqueólogo Luis Medardo Monti, de cuyo fallecimiento se cumple hoy un mes. Formaba parte del cuerpo docente de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, casa de estudios en la que se desempeñaba también como secretario de Extensión y Comunicación. El cortejo que lo acompañaba al cementerio San Agustín realizó una parada frente a la Facultad, donde se congregaron autoridades, docentes, no docentes y numerosos allegados para brindarle una sentida despedida.

Monti era Jefe de Trabajos Prácticos en la Cátedra de Metodología de la Investigación Histórica para Arqueólogos, y Auxiliar Docente Graduado en la Cátedra de Americana II de la Carrera de Arqueología de la Facultad. Asímismo, estaba realizando el Doctorado en Arqueología en la UNT sobre las prácticas y ritos religiosos de los pobladores de la antigua San Miguel de Tucumán (1565-1685). En su corta carrera dirigió y codirigió a varios tesistas de grado, brindándoles desinteresadamente todo su conocimiento de las fuentes históricas, y se había convertido en uno de los referentes de consulta sobre la historia de Ibatín en el ámbito académico. Publicó varios artículos relacionados con la arqueología histórica de Ibatín en revistas y libros.

Otra de sus pasiones era la gestión universitaria, tarea a la que dedicó gran parte de su tiempo y entusiasmo. Gracias a su intervención, la Facultad participó activamente de programas de formación provinciales y nacionales para personas en situación de vulnerabilidad, como el Ellas Hacen y el Hacemos futuro. Las becas para investigación, la vinculación de Ciencias Naturales con el medio -a partir de propuestas como La ciencia sale a la calle o el programa en radio Universidad-, las capacitaciones y las mejoras en los servicios que brinda la Facultad figuraron entre las iniciativas que llevó adelante.

El amor por la historia -era descendiente del sabio catamarqueño Adán Quiroga-, por el patrimonio y por la naturaleza, traducido en su accionar en pos del cuidado del arbolado urbano, la dedicación al trabajo y la dulzura que irradiaba desde su perenne sonrisa son cualidades que transmitió a sus hijos Lucio Octavio, María de la Paz y Lisandro, y que forman parte del recuerdo que dejó durante su intensa vida.

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