A 100 años de la década radical

A 100 años de la década radical

A los nuevos actores que asumieron al poder no les resultó sencillo surfear en una época colmada de conflictos. Pero, como apunta el historiador Leandro Lichtmajer, la participación democrática había llegado para quedarse.

OCTAVIANOVERA OCTAVIANOVERA

Hubo una década radical en Tucumán. Fue la del 20 del siglo pasado, una época ya centenaria que en el imaginario colectivo quedó fijada como “los años locos”, pero que de loca tuvo poco en estas tierras. ¿Cómo se configuró aquel Tucumán de hace 100 años, con la consolidación en el poder de un partido dominante -la UCR- obligado a afrontar toda clase de desafíos? Leandro Lichtmajer, historiador especializado en aquel período, la desmenuza en esta entrevista que deja varias conclusiones. Fueron cuatro gobernadores (Juan Bautista Bascary, Octaviano Vera, Miguel Campero y José Sortheix) y un puñado de interventores federales de idéntico cuño radical. Todos haciendo pie en una provincia protagonista, líder del NOA y, cómo no, escenario de distintos conflictos.

- ¿Todo empieza con la Ley Sáenz Peña? ¿De lo contrario hubiera sido imposible el acceso de un Gobierno popular al poder?

- Sí, la particularidad de la década del 20 es su comienzo signado por la presencia de Hipólito Yrigoyen, que llega a la presidencia en 1916 como fruto de la reforma electoral. El radical es un nuevo tipo de liderazgo, que concibe a la política en un sentido más bien plebiscitario, marcando una frontera bien fuerte con el régimen conservador previo, entendido como lo oligárquico, lo aristocrático y lo fraudulento. El radicalismo siente que llega para depurar esas prácticas.

- ¿Y en Tucumán?

- La elección de Bascary en 1917 es un coletazo de ese fenómeno, aunque se topa con una dificultad parecida a la que había encontrado Yrigoyen al comienzo: el poder legislativo estaba controlado por el conservadurismo y eso provocó una relación muy conflictiva. También había una oposición interna. Bascary gana con una fracción llamada Unión Cívica Radical Roja, referenciada en Yrigoyen, enfrentada con la Unión Cívica Radical Azul.

- ¿Cuáles son los ejes de este nuevo escenario?

- Para entender la dinámica política de los 20 resaltaría tres dimensiones. Una es la disputa por el poder dentro del radicalismo; otra la relación con el Gobierno nacional, que fue por lo general difícil; y una tercera fundamental que es la azucarera.

- ¿Por qué la conflictividad con el azúcar?

- La política azucarera yrigoyenista apunta a mantener un precio bajo del producto, sobre todo pensando en sus bases de sustento en los centros urbanos de la región pampeana y en un discurso de impronta popular. Esto genera dificultades con la dirigencia tucumana, ya que aquí el azúcar era el gran motor de la economía y el reloj de la política. Durante el mandato de Bascary, Yrigoyen toma distintas medidas para mantener el precio bajo, llegando incluso a expropiar el producto, a prohibir la exportación y hasta amenaza con importar azúcar para doblegar los intereses tucumanos. Es una política bastante agresiva. Mientras tanto había productos de consumo masivo que subían los precios, como la carne o el pan. O sea que con el azúcar también había una cuestión política-regional que influye.

- Y al final Yrigoyen interviene al Gobierno de Bascary...

- Si, poco antes del final de su mandato, pero Yrigoyen lo hace para controlar la sucesión y asegurarse un candidato afín. Pero no lo logra, porque aparece la figura de Octaviano Vera. Al principio Vera se referenciaba en el yrigoyenismo, pero después pierde ese apoyo. Aún así lanza su candidatura y ahí se produce un cambio importante en la política tucumana, que va a signar la década, y es el peso del antipersonalismo, que son los sectores radicales opuestos al liderazgo de Yrigoyen.

- ¿Cómo se explica el triunfo de Vera cuando Yrigoyen respaldaba a otro candidato?

- La cuestión azucarera es clave. Las medidas de Yrigoyen habían encontrado una fuerte resistencia en la provincia y se produce un efecto opuesto al período anterior: mientras Bascary había ganado las elecciones sin el apoyo de los industriales azucareros -que respaldaban a Pedro León Cornet, de la UCR Azul-, Vera llega a la gobernación con el apoyo de esos industriales.

- ¿Cómo se explica?

- Vera es un personaje muy interesante. Gobierna sólo 20 meses la provincia pero deja una impronta muy fuerte. Tiene un discurso netamente popular, usa como símbolo la alpargata 20 años antes de que lo hiciera el peronismo, y muestra un carisma singular. Era un tipo desgarbado, alto; fue uno de los pocos gobernadores que vivía en la Casa de Gobierno. Venía de una clase profesional media-baja, sin los recusos que se relacionaban con los gobernadores tucumanos.

- ¿Por qué logra el respaldo suficiente para ser gobernador?

- La búsqueda de respaldo entre los factores de poder tucumanos lo lleva a plantear su candidatura por fuera del yrigoyenismo. Es un fenómeno interesante, y lo que Vera sintetiza es esa alianza tan heterogénea que era el radicalismo en ese momento. Hay fracciones que se ubicarían a la izquierda, incluso una tan sugerente como la UCR sovietista, con una mirada progresista en leyes de regulación laboral y de distribución del ingreso más equitativo. Y al mismo tiempo estaba el apoyo de los industriales azucareros. Vera logra conformar una coalición, bastante inestable, pero que le permite llegar al poder.

- No le duró mucho.

- Rápidamente Vera va perdiendo esos respaldos y hay factores que influyen. Uno es la agenda audaz que despliega. Por ejemplo, aprueba un impuesto a la molienda, buscando mejorar el financiamiento del gasto público, pero es resistido por los industriales. Ahí se empieza a romper la coalición y eso lleva a Vera a radicalizarse, retrucando con leyes como la jornada laboral de ocho horas.

- ¿No fue suficiente?

- No; hasta le terminó jugando en contra, porque la huelga de 1923, que es el conflicto obrero más fuerte del período, se sostiene por el apoyo de los sectores más progresistas del radicalismo. O sea que esa ambivalencia que los radicales expresan en el poder está sintetizada en la figura de Vera, que termina intervenido. Justo en esa etapa se produce el cambio a nivel nacional y el nuevo presidente, Marcelo T. de Alvear, no hace nada para salvarlo.

- ¿Por qué?

- El liderazgo de Alvear tiene otras características. Yrigoyen venía con una economía convulsionada por los efectos de la Primera Guerra Mundial y le toca bailar con la más fea en un montón de temas. La situación de la Argentina era muy difícil. Había un contexto conflictivo a nivel mundial, empezando por la Revolución Rusa, que impacta aquí. Recordemos la Semana Trágica de 1919, la Patagonia Rebelde, el caso de La Forestal... También en Tucumán la conflictividad obrera era intensa, hasta que en 1923 se produce la huelga más importante.

- Hay un recuerdo de Alvear como uno de nuestros mejores Presidentes.

- Él encarna una estabilización de todos esos frentes. La Argentina experimenta un revival del modelo agroexportador y la economía mundial recupera dinámicas previas a la guerra, pero sin ver que la debacle estaba cerca y se produciría con la crisis de 1929, con todo lo que implicó para la década siguiente. No hay que olvidarse de que Alvear es el candidato que Yrigoyen presenta y es una suerte de concesión que el radicalismo hace para evitar una grieta. Alvear es un hombre más conciliador con los sectores agroexportadores agrícola-ganaderos, una figura moderada con una concepción del poder más plural, con un respeto a la formalidad de las instituciones. Por eso es muy raro que utilice las intervenciones federales, algo con lo que había insistido Yrigoyen. Hay una relación mejor con el Congreso... Es una Argentina estabilizada.

- Pero aún así intervino la gestión de Octaviano Vera.

- Hay un Alvear que recién asume y un Octaviano Vera muy debilitado. Y no olvidemos que los conservadores eran actores importantes en Tucumán. Uno a veces piensa que el radicalismo era una máquina perfecta que ganaba todas las elecciones, pero acá los conservadores ganan elecciones de diputados nacionales, sobre todo cuando los radicales se dividen.

- ¿Cómo concluyó la huelga de los obreros del azúcar en 1923?

- Con una mezcla de concesiones y de represión. La jornada de ocho horas ya la había aprobado el verismo y era una consigna que venía circulando en el mundo azucarero. Incluso había ingenios que desde antes la cumplían. Recordemos que la gran huelga anterior, la de 1904, ya había logrado la abolición del sistema de vales y proveedurías (aunque en algunos ingenios tucumanos se mantuvieron hasta la década del 40). La huelga del 23 mostró además la presencia de un socialismo más organizado en el mundo azucarero. La huelga se sintió con más fuerza en Cruz Alta, donde se tomaron ingenios. Lo que no había era una organización sindical organizada, que recién llegará con la creación de Fotia en los años 40. Lo que había era una resistencia más individual y focalizada.

- ¿Por qué es tan importante la figura de Campero?

- Campero es clave, el líder radical por definición y su máximo exponente en los años de entreguerras. Fue dos veces gobernador de la provincia y casi electo por tercera vez en 1942, cuando se produjo un escándalo en el Colegio Electoral. Campero representa un radicalismo moderado, con una agenda social menos audaz que la de Vera. Había sido presidente de la Corte Suprema con 33 años en la década del 10, o sea que tenía presencia en el mundo del Derecho y de la Justicia. Como estudió en la UBA había tejido redes con el radicalismo nacional. Su liderazgo condensa todas estas facetas.

- Era lógica su elección en 1924.

- Sí, porque contiene el fraccionalismo. En esa elección el radicalismo va unido, porque después de la experiencia de Vera la amenaza de perder el poder era real, y él logra una fórmula de unidad.

- Cuando se habla de Campero aparece la idea de prosperidad, como lo mejor de Tucumán.

- Tiene bien ganado ese lugar, además encarna una clase dirigente que lo secunda. Por ejemplo Manuel García Fernández, dueño del ingenio Bella Vista y una figura importante del radicalismo en los años 30; Ramón Paz Posse, a la vez propietario del ingenio San Juan. Campero construye redes con el mundo azucarero y eso lo ayuda a que su liderazgo sea más estable. Era un tipo inteligente que no se juega del todo y no se declara abiertamente antipersonalista, por más que tenía ese perfil. Él pivotea y así se mantiene como referente provincial.

- La década se cierra con la elección de Sortheix. ¿Cómo se analiza su mandato?

- Sortheix viene del ámbito universitario, tiene esa impronta de clase media profesional, vinculada al mundo agrario. Al igual que Campero encarnaba al radicalismo laico y gana las elecciones de 1928 con comodidad, apoyado por Yrigoyen, que por su parte vuelve a la presidencia. Es un mandato condicionado por los conflictos nacionales. La duración, breve, va atada al golpe de 1930.

- ¿Cuál es la síntesis de esta experiencia política que fue la década radical en Tucumán?

- El tema dominante es el fenómeno de la ampliación democrática y eso es lo que define a la década. Los niveles de participación electoral crecen exponencialmente. Esto habla del tránsito hacia una sociedad de masas, más movilizada e involucrada políticamente, y de cómo los partidos pasan a formar parte de la vida cotidiana de una manera intensa.

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