Poemario póstumo del escritor y sacerdote Agustín Costa

Poemario póstumo del escritor y sacerdote Agustín Costa

Uno de los poetas más intimistas de su generación. Por Fernando Sánchez Sorondo para LA GACETA.

09 Mayo 2021

Este poemario póstumo –su autor murió hace a principios de abril- lleva al límite una característica que reviste, como una singularidad, el poetizar de Agustín Costa. Y es su don de intimidad. Ha sido, a lo largo de varios poemas y ensayos, uno de los poetas más íntimos y más intimistas de su generación, que es la nuestra: murió a los 68 años. Y sin embargo, curiosamente, más solitarios:

Me dieron la luz / duele el día / la luna lo forjó / ineludible / su reflejo entre las olas / me arroja incipiente / al borde de la arena / afuera del manantial / uterino / todo es inhóspito agreste / cuesta tanto latir solo / afrontar el mediodía.

Hay algo paradojal en este verso espléndido –“cuesta tanto latir solo”- en quien tomó refugio en el encuentro con el otro, pero ocurre que no parece haber sido correspondido en esa sed, acaso insaciable, de intimidad, más trascendente, existencial y cósmica que mundana. No en vano Agustín fue primero monje benedictino y, luego, sacerdote seglar.

Tuve la alegría de conocerlo hace por lo menos dos décadas: era verano y apareció enfundado en un traje de hilo blanco y un aspecto tan parecido a Federico García Lorca que por un momento creí que asistía a una milagrosa bilocación andaluza… Pero sus poemas venían de una región más cercana y personal, menos expansiva.

Fui condición del fuego / huésped de la herida / le pedí a la noche tregua / arreciaron sueños / al amanecer inaugurarme / desperté el mismo.

Su muerte reciente no mató a Agustín Costa; al contrario, le dio esa vida que “la precisión de la fiebre”, luego de una penosa enfermedad, pareció negarle.

POESÍA LA PRECISIÓN DE LA FIEBRE 

AGUSTÍN COSTA (Vinciguerra – Buenos Aires)

© LA GACETA

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