El mote que le pusieron a Jaldo y la gestualidad albertista

El mote que le pusieron a Jaldo y la gestualidad albertista

Resiliencia. Es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adverso, según la primera definición de la Real Academia Española. Y ese estado es aplicable a lo que está sucediendo con la relación de la fórmula gubernamental. Juan Manzur, el gobernador, se convence de que aquel agente perturbador para su gestión es Osvaldo Jaldo, el vicegobernador. Las situaciones políticamente adversas, con posible impacto institucional, vienen desde la misma Legislatura, con el recambio de autoridades y con la interpelación al ministro de Educación Juan Pablo Lichtmajer, una serie que podría continuar con su par de Seguridad, Claudio Maley.

“Es mejor que lo haga ahora”, comentó Manzur a sus funcionarios al conocer las decisiones de la Cámara. “Jaldo se ha pasado a la oposición”, le contestaron al titular del Poder Ejecutivo. Opositor, precisamente, es el mote que la Casa de Gobierno quiere corporizar en el tranqueño (algunas encuestas encargadas por distintos sectroes políticos lo colocan en esa situación al vice). Y así lo presenta a la Casa Rosada, cuyos funcionarios siguen de cerca la novela política tucumana. La invasión de ministros nacionales no es casualidad. El Gobierno lo llama gestualidad. 

El miércoles vinieron tres miembros del gabinete del presidente Alberto Fernández: Sabina Frederic (Seguridad), Elizabeth Gómez Alcorta (Mujeres, Género y Diversidad) y Martín Soria (Justicia y Derechos Humanos). Para la semana que viene están agendados el titular de Educación, Nicolás Trotta (el lunes), y la ministra de Salud de la Nación Carla Vizzotti (el martes). Manzur no descarta la posibilidad de una visita presidencial; la última ha sido en febrero pasado. El gobernador esperará que Alberto Fernández complete la gira europea y, luego, le cursará la invitación.

El gobernador cree que la interpelación a sus ministros, el desplazamiento de Gerónimo Vargas Aignasse de la vicepresidencia primera de la Legislatura y los cambios en la comisión de Juicio Político forman parte de una estrategia previsible en su enfrentamiento con el vicegobernador. Esa es una parte del conflicto; la otra se observará en el propio Partido Justicialista. Jaldo ya ha dicho que no se irá del PJ y no admite punto de comparación con la ida del hoy diputado Domingo Amaya, con el que el oficialismo quiere encolumnarlo en sus actitudes. ¿Cómo puede explicar el vicepresidente partidario que se ha aliado con la oposición en la Legislatura para interpelar ministros peronistas?, interrogan en el primer piso de la sede del Poder Ejecutivo. Manzur ironiza con una vieja práctica peronista. “Nosotros tenemos que tener abiertos los brazos para todos los compañeros”, exclama. A estas alturas de la puja de poder, nadie puede explicar si esa invitación puede llegar a ser un llamado a la tregua, una invitación para que los dirigentes que hoy responden a Jaldo se sumen al manzurismo o, simplemente, se trata de un abrazo de oso. Todo es posible en el reino de “Tuculandia”, diría el recordado humorista Alberto Calliera.

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