“Dejé toda mi vida atrás para cumplir mis sueños”

“Dejé toda mi vida atrás para cumplir mis sueños”

Catriel del Santo se animó a cambiar radicalmente y ahora viaja en su moto por Sudamérica llevando cine a las escuelas del continente.

PARA PASEAR Y TRABAJAR.  UN EMPUJE AL SECTOR. Los modelos de motonetas son de fabricación nacional. ARCHIVO LA GACETA PARA PASEAR Y TRABAJAR. UN EMPUJE AL SECTOR. Los modelos de motonetas son de fabricación nacional. ARCHIVO LA GACETA

Dejar todo e irse en busca de un sueño. Así pensó Carlos Catriel del Santo, de 27 años, que hace unos días emprendió un viaje en moto por Sudamérica con diferentes objetivo: conocer distintos lugares y llevar cine a las distintas escuelas del continente. “Principalmente diría que este viaje lo hago por dos cosas: poder aportar un grano de arena a la sociedad y poder recolectar la mayor cantidad de sonrisas, paisajes e historias por escuchar”, señala el joven que dejó atrás sus afectos de ciudad para vivir una vida de nómade.

“No sabría con exactitud cuándo comenzó esto, hace muchos años me atrajo la vida nómada y desde la adolescencia hice viajes por distintos lugares de Argentina”, agrega.

Catriel vivía trabajando en Capital Federal, Buenos Aires, inmerso en una gran ciudad que tiene poco que ver con la naturaleza, algo que le gusta desde chico. Mientras estaba ahí, y pese a tener un trabajo independiente y un sueldo aceptable, llegó un día en el que se planteó si esa era la vida que quería: “fue cuando me dije no, no quiero esto. Esta no es la vida que deseo, yo quiero salir a cumplir mis sueños”. Sin más vueltas, así fue como decidió dar el paso a la vida que realmente quería.

“Abandoné absolutamente todo menos la moto y pocas cosas materiales. Tres meses después me encontraba viviendo y trabajando en un centro de rehabilitación de animales salvajes en las sierras de Córdoba”, explica.

Travesía en moto

Desde que vivía en Buenos Aires ya planeaba recorrer diferentes países en moto, pero el sueño sólo empezó a transformarse en algo serio cuando abandonó la capital para continuar su vida en Córdoba. Ahí comenzó a preparar su moto y a él mismo para un viaje que ya empezó, pero no sabe cuánto durará. En esos momentos de reflexión fue cuando surgió una idea que no podía descartar, algo que sintió como un propósito dentro suyo: proyectar películas para aquellos niños que no tengan acceso al cine.

“Mientras preparaba la moto para comenzar el viaje planeado en 2020 (fecha que se vio obligado a postergar por la pandemia) fue cuando surgió el plan de incorporar el equipo de proyección audiovisual al viaje. Con ese equipo no sólo puedo brindarles la oportunidad de ver películas a niños de toda Latinoamérica, sino que también le ofrezco a los profesionales de la educación una herramientas para que enseñen de una forma más didáctica”, reflexiona.

CUCHI CORRAL, CÓRDOBA. Catriel mira el horizonte que espera recorrer. CUCHI CORRAL, CÓRDOBA. Catriel mira el horizonte que espera recorrer.

Finalmente, cuando tuvo todo listo, infló el pecho de esperanza y valor y salió. Atrás suyo quedaron sus tres hermanas, sus padres, amigos, trabajo, todo en su vida. “Dejé toda mi vida para cumplir mis sueños, hasta toda seguridad de un progreso laboral, y aún así siento que no dejé nada, sino que comencé con todo. La familia y amigos siempre están y apoyan aunque sea a la distancia, el resto de las cosas eran materiales y no se comparan con el ejercicio de cumplir mis sueños”, asegura.

Paso por Tucumán

Luego de una semana desde que dio comienzo a su aventura, Catriel ya llegó al norte del país y, como era de esperarse, paró en Tucumán unos días para aprovechar los paisajes naturales y hacer nuevas amistades. “Mi paso por Tucumán fue sencillamente increíble, tengo que decirlo honestamente”, afirma, con tono sincero, en una entrevista con LA GACETA, horas después de dejar la provincia para seguir su camino.

“No es la primera vez que paso por Tucumán, pero siempre que vengo me encanta lo increíblemente amables que son los tucumanos. Cuanta hospitalidad tienen para ofrecer y también la cantidad de lugares hermosos que esta provincia entrega”. En el medio de su corta estadía, Catriel pasó por San Javier y distintas zonas de montaña; maravillado por los paisajes, al abandonar la provincia revisó la galería de su celular y se percató de que sólo aparecía en un par de fotos, el resto de las imágenes respondían a las vistas que ofrecen los cerros.

En cuanto a la posibilidad de proyectar alguna película en una escuela tucumana, el joven se encontró con el problema que representa la época de pandemia en la que estamos viviendo. “Por temas de protocolos sanitarios no me dejaron, pero tengo el contacto de diferentes escuelas para en el futuro, cuando pase por esos lugares, pueda pasar las películas”, se esperanza de cara al futuro.

Covid: una dificultad extra

Como les pasa a todos desde principios del año pasado, la covid-19 es un problema más con el que hay que lidiar. El plan de pasar por los pueblos proyectando películas a niños sin posibilidades de acceder al cine se esfuma cuando pregunta a las autoridades de una escuela si les interesa la idea: “todos me dicen que sí, que les encantaría, pero que en este momento es difícil porque hay que cumplir con ciertos protocolos para evitar contagios”.

SALINAS GRANDES. Abre los brazos en el imponente paisaje jujeño. SALINAS GRANDES. Abre los brazos en el imponente paisaje jujeño.

“Y es lógico, más tratándose de una persona que viene desde lejos y viaja por muchos lugares, por eso siempre trato de ir con un plan con estrictas medidas de seguridad sanitaria y en ocasiones logramos que se pueda pasar la película o el documental”, expresa.

Viajando sin parar

La vida de un viajero no es fácil. Andar sin saber dónde se dormirá esa misma noche o qué comerá el próximo día podrían ser ideas atemorizantes para quienes tienen pensado cambiar su vida de sedentarios por una nómade.

Para Catriel eso no es un problema y lleva con cierta facilidad ese tipo de incertidumbres. “He dormido en la carpa en estaciones de servicio, plazas, camping, ríos o hasta en la banquina de la ruta”, dice. Encuentra un lugar que le parece adecuado y arma su refugio donde puede, incluso en plena naturaleza con el cielo como techo, en “el hotel del millón de estrellas”, como le gusta llamarle.

“También hay mucha gente que sigue mi viaje por redes (se lo puede seguir por Instagram a través de la cuenta @AmericaEnDosRuedas) y me ofrecen un lugar donde dormir o armar la carpa. Esas son las mejores cosas del viaje porque conocés gente increíble”, sostiene.

Mientras, la comida y lo que necesita lo consigue con lo que gana trabajando. Actualmente, lo que hace para ganar algo de dinero y continuar el camino es vender bijouterie en acero quirúrgico en los diferentes puntos turísticos. Aunque también puede trabajar en rubros como gastronomía o turismo durante la temporada alta de cada zona. “Ser bilingüe y muy sociable fueron herramientas muy útiles en esos rubros laborales”.

Por último, Catriel aclara que tiene dos objetivos puntuales, uno de carácter social y el otro de índole personal. El primero se trata de llevar cine a la sociedad y aportar a la educación de cientos de chicos en todo el continente. El segundo, más personal, se trata de cruzar toda América por tierra, por lo que planea llegar hasta Alaska en su moto.

Sin embargo, aún no tiene un horizonte que indique una fecha de regreso y Catriel planea continuar con este estilo de vida durante muchos años más. “Hay demasiados lugares por conocer en este hermoso mundo y cuando te proponés cumplir tus sueños cualquier inconveniente que surja lo ves como un obstáculo a superar, en vez de una traba por frenarte”, concluye.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios