Federico Pelli: "en seguridad no podés improvisar"

Federico Pelli: "en seguridad no podés improvisar"

El especialista reconoció que aceptaría ser ministro de Seguridad si el Gobierno estuviese dispuesto a aplicar reformas profundas en la Policía, la Justicia y las cárceles.

El ex militar y especialista en seguridad Federico Pelli fue invitado a “La otra pregunta”, el programa de entrevistas de LA GACETA Play. El dirigente de la CAME joven brindó claros conceptos sobre uno de los temas que más afligen a los tucumanos hoy en día: la seguridad. Entrevistado anoche en el ciclo (que se emite por el Canal 11 de CCC y puede verse también en LAGACETA.com, CCC Go, Facebook y Youtube), Pelli, de 35 años, reconoció que aceptaría ser ministro de Seguridad de la Provincia, siempre y cuando el Gobierno se dispusiese a realizar cambios profundos.

-. ¿La seguridad no es una causa perdida en Tucumán?

Es una causa que tiene un deterioro en los últimos 20 años y está explotando estos últimos tres o cuatro años con cifras que no paran de crecer. Cifras de homicidios en alza en los últimos seis años, de delitos contra las personas, contra la propiedad, amenazas. En cifras de tasas negras, que son los hechos no denunciados, tenemos una de las más altas del país con un 70%. Eso demuestra una falta de confianza de la sociedad en las instituciones; por lo tanto no es una causa perdida porque si no tendríamos que emigrar todos a otro lugar ante el miedo de ser víctimas. Sí se está llegando a un estadio donde obligatoriamente las autoridades a cargo tienen que intervenir e implementar reformas estructurales y fuertes para que esto de una vez por todas cambie. Y por supuesto no seguir haciendo lo mismo que se viene haciendo hace 20 años con los mismos resultados y la misma gente.

En definitiva, lo que se ve es a la misma gente que administra el problema, genera cambios en los márgenes y no les da profundidad a los cambios realmente necesarios.

-. ¿Cuáles son esos cambios que deben hacerse?

En seguridad no hay bala de plata. No hay una o dos medidas efectivas que puedan cambiar el mal orden de las cosas. Yo creo que hay que hablar de reformas y no tanto de medidas. Estas reformas van a los tres ejes que toda política de seguridad necesita para funcionar: la Policía, la Justicia y las cárceles.

La Policía necesita reformas estructurales en diferentes ámbitos. Reformas estratégicas que significan contar con un sistema de información eficiente, completo, sin cifras negras y que nos muestre la realidad, no un 30% de lo que pasa.

-. ¿Hoy conocemos el 30% del total de lo que pasa en la provincia?

Según la última encuesta de victimización, realizada en 2018, la cifra negra para Tucumán era de un 70%. Por lo tanto ese porcentaje representa lo que pasa y no se conoce. Es necesario avanzar con reformas educativas porque hoy en día el agente que ingresa no tiene tiempo de educación y formación correspondiente y los oficiales deben tener una formación más integral con competencias concretas de calle.

Hay que hacer reformas éticas. Hoy tenemos policías asignados a la custodia de funcionarios, vehículos asignados a custodia de familiares de funcionarios, un muy mal empleo de los pocos recursos que se tienen. Reformas laborales. Diciembre de 2013 marca un antes y un después en lo que pasó con el acuartelamiento de la Policía y todos los incidentes. A partir de ahí nunca se reflexionó sobre la creación de un Defensor de la Policía, un canal de representación de las necesidades de los efectivos.

-. Siempre se dijo que la Policía vertical no podía tener una organización gremial.

Claramente no una sindicalización convencional, pero s+i canales de representación que permitan a las jerarquías menores y mandos medios poder canalizar los reclamos. Hay que realizar reformas operativas; en Tucumán la punta de lanza hoy es el sistema 911. Un sistema que no cuenta con los recursos con que debería contar y termina siendo un sistema reactivo y no preventivo.

Internacionalmente está demostrado que un patrullaje aleatorio, como hace el 911, no previene y mucho peor que eso, deshuesó desde su formación al despliegue territorial de las comisarías. A partir de eso, los recursos policiales se concentraron solo en el 911 y las policías quedaron esqueléticas. Eso no puede ser porque con el programa por cuadrante que se está implementando hoy se quiere volver un poco a eso, a que haya una estabilidad de policías.

-. ¿No hay una contradicción ahí?

Hay una contradicción clara. Y también reformas profundas en lo que es el sistema de adicionales de la policía, que pese a los últimos cambios que hicieron, sigue siendo un sistema poco transparente. Inclusive hay policías truchos que se visten y portan el uniforme cuando no lo son. También desvían y desatienden recursos para seguridad privada en lugar de la pública y hay claramente un Asuntos Internos que no funciona; los últimos casos dan cuenta de eso. Es necesario algo bien integral que escape de la coyuntura, de lo urgente. Hay que salir de esa dinámica de hiperinflación de leyes de seguridad y claramente de hacer siempre lo mismo.

-. ¿Qué opinás de las Policías municipales?

Son un elemento útil, pero en un marco profesional y que estén supervisados por el Estado provincial; hoy en día no es así. Hay fuerzas que funcionan mejor, para ser honesto, como las de Yerba Buena y Banda del Río Salí; son dos modelos interesantes.

Hay muchos jóvenes que ingresan a las fuerzas municipales para después escalar a la provincial porque tienen vocación, pero más allá de eso la conducción y la organización de esas policías municipales son buenos modelos que deben ser supervisados por el Estado. Son una policía de cercanía.

-. ¿Creés que el ministro Claudio Maley debería seguir en su cargo?

Yo creo que no es una cuestión de nombres ni de cargos, porque en definitiva, ¿si se va Maley, quién viene? Es un modelo policial que no funciona, un modelo de ministerio que no funciona. En los últimos 20 años, el Ministerio de Seguridad se lotea entre amigos y operadores políticos, pero no con gente profesional que sepa. Una de las grandes carencias que tiene Tucumán es haber sido incapaz de formar cuadros técnicos en seguridad que ocupen puestos estratégicos. Lo que se hace es asignar gente que no sabe de la materia y llega a aprender. En seguridad no podés improvisar.

-. ¿Qué pasa si mañana te llama el gobernador Juan Manzur y te ofrece ser ministro?

Aceptaría, si la otra parte está dispuesta a aplicar estas reformas planteadas, porque si no, no va a cambiar nada. No hay que generar más resignación en la gente y más allá de eso una clase política sin empatía con la gente, con lo que está sufriendo la gente en los barrios.

-. ¿Qué mirada tenés de la Justicia?

En la Justicia veo un pésimo desempeño. Es una institución que tiene muchos más recursos que la Policía, en cuanto a sueldos y demás, pero que cada 10 arrestos te devuelve cinco condenas y eso para el policía es desmotivante. Que haya un 5% de efectividad de la Justicia marca, primero, al delincuente una sensación de impunidad que lo envalentona y, como siempre digo, “delinquir en Tucumán es barato”.

-. El hecho de que no haya seguridad, ¿lo convierte en un buen negocio?

No afecta ni es perjudicial; tampoco beneficia. Con la inseguridad germinó muchísimo la informalidad en la seguridad privada. Se está viendo un aumento de agencias, por así decirles, informales. Incluso, hace dos semanas hubo un caso donde los mismos vigiladores estaban circulado y patrullando en motos robadas. Hay que tener mucho cuidado porque el vigilador ve todo del objetivo y esa información se puede canalizar si no es gente de bien.

-. ¿Los barrios privados terminaron de ser seguros?

No, no lo son porque es tanto el delito que desborda cualquier tipo de esquema en un barrio. La cuestión económica también es difícil. Por ahí para un servicio se necesitan tanto recursos humanos, materiales y por economizar el cliente reduce eso y el objetivo sigue siendo vulnerable y más con un delito que a escala crece todos los años. La misma Policía es incapaz de contenerla y mucho menos podrá hacerlo la seguridad de vigiladores que están menos preparados y con menos medios.

-. ¿Qué te llevó a meterte en el negocio de la seguridad?

Quizás la formación militar. Siempre me apasionó el rubro, desde chico. En su momento, cuando dejé el Ejército, me inserté a la sociedad civil y dije “esto es lo que me gusta y es lo que sé hacer”.

A partir de mi salida del Ejército empecé una carrera de perfeccionamiento en seguridad pública. El hecho de ser militar no te da las competencias específicas para la seguridad pública. Lógicamente, sí tenés una formación verticalista similar a lo que es una Policía.

-. ¿Por qué optaste por las Fuerzas Armadas?

Egresé del colegio Tulio García Fernández y a los 17 años rendí para ingresar al Colegio Militar y tuve mi experiencia como cadete. En los 90’ hubo un cambio en los institutos militares y la formación es dual. Además de egresar como subteniente, egresé como Licenciado en Administración.

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